La periodista Arancha Morales (45) se convirtió en madre con 43 años. Nunca había soñado con serlo, pero el hecho de haber encontrado a la persona adecuada como pareja (Jorge Marron, de El Hormiguero) y un acontecimiento vital que no esperaban y que ocurrió en plena pandemia la llevó a cambiar de parecer y, en febrero de 2023, dio a luz a su hijo Gael. Así nos lo cuenta ella misma en una distendida charla en la que nos confiesa cómo está viviendo su maternidad, sus miedos, sus renuncias y cómo ha logrado conciliar su vida familiar con la laboral, que es también fundamental para ella.
De hecho, un año después de dar a luz a Gael era reconocida con la Antena de Plata 2024, prestigioso premio periodístico que recibía por su larga e impecable trayectoria profesional y por su cometido como presentadora del Informativo Matinal de Telecinco. Aunque ya no está al frente de esta edición, sigue siendo uno de los rostros más conocidos de los informativos de la cadena, en los que lleva más de 20 años trabajando.
En la pandemia tuvimos un embarazo que no buscamos, y fracasó. Nos dimos cuenta de la ilusión que nos había hecho imaginarnos como padres.
¿Te imaginabas la maternidad tal y como la estás viviendo?
No había tenido el deseo de ser madre hasta que apareció la persona correcta, y a Marron le ocurrió lo mismo. En la pandemia tuvimos un embarazo que no buscamos, y fracasó. Nos dimos cuenta de la ilusión que nos había hecho imaginarnos como padres y creo que fue eso lo que nos despertó el instinto paternal.
Comentaste en unas declaraciones en ¡HOLA! a los pocos meses de nacer Gael que al principio te daba mucho miedo todo. ¿Cómo fueron esos primeros meses?
El primer día llegamos a casa con el niño y le oímos una respiración con la que dije yo “Marron, vámonos al hospital, que este niño tiene algo y no lo han revisado bien antes de darnos el alta”. Lo que pasa es que teníamos la suerte de que contamos con una salus y decidimos esperar: “esta señora es enfermera, va a venir en un rato, a ver qué nos dice”.
Pero sí, hay muchos miedos. Creo que me influye mi trabajo porque yo doy muchas noticias, y otras no las doy, pero me entero porque me llegan todas las alertas de los periódicos, estoy permanentemente enterándome de niños que se han ahogado, se han atragantado, que si los han atropellado, que si los han dejado en un coche con calor… Veo muchos peligros que, quizá, la gente no ve porque no está tan en contacto. Sí, en parte, por mi personalidad seguramente y, en parte, por mi trabajo y la sobreinformación, tengo mucho miedo. De hecho, el niño ya está con un intensivo de natación desde que empezó el verano.
Muchas mujeres expresan que la culpa está muy presente en su maternidad, aunque sea una culpa injustificada, lo que supone una pesada carga. ¿Te ha ocurrido a ti?
No, la verdad que culpa no, pero sí que he tenido una revolución hormonal que al principio que yo decía “no sé cómo vamos a salir de esto”. Me molestaba todo lo que no fuera exactamente como quería… Yo creo que no sabía muy bien y estábamos los dos aprendiendo y era como que quería controlar y que todo fuera como se suponía que tenía que ser, pero culpa no he sentido porque yo tenía un horario dificilísimo y he estado con él. Me he esforzado en hacerlo todo el rato -supongo, como todas las madres- lo mejor que he podido y lo sigo haciendo.
Y a veces igual dices “bueno, no he acertado”, pero como lo he hecho todo siempre con mi mejor intención, no he sentido culpa, la verdad. Miedo mucho, pero culpa no. Cuando lo haces lo mejor que lo puedes hacer y das lo mejor de ti y te preocupas, aunque luego las cosas no salgan, no debe haber culpa.
¿Cómo te organizabas para estar con tu hijo cuando presentabas el Informativo Matinal y salías a las 2 de la madrugada de casa para ir a trabajar?
Tuve la suerte de que Gael es un niño que enseguida empezó a dormir bien. Yo terminé mi baja de maternidad después de las vacaciones de agosto, porque la partí de los periodos, y cuando yo me incorporé en septiembre, ya al horario normal y con incorporación total, él ya dormía diez o doce horas seguidas. Entonces yo me acostaba con él y, en torno a las 19:00 de la tarde, se dormía conmigo. Yo luego me iba a trabajar y él seguía durmiendo hasta por la mañana.
Yo pude mantener mis horarios, que era acostarme en torno a las siete (antes de tenerlo él me acostaba antes, pero no mucho antes), me levantaba a la una y media y me iba a trabajar. Entraba a las dos de la madrugada, salía a las nueve de trabajar y yo ya me iba a mi casa y estaba todo el día con mi niño y con mi chico, porque el horario de mi chico también es muy raro: él se va a las 17:00 de la tarde a trabajar, con lo cual pasábamos el día juntos.
Era un horario que no llevaba mal, es verdad que a costa del sacrificio personal, como muchas madres. No me reencontraba en cuanto al deporte, por ejemplo; ahí sí que me sentía culpable. Si a lo mejor me iba a hacer boxeo, que a mí me encantaba, pensaba “pero está el niño en casa y yo me voy a boxeo...”. Quizá no me he reenganchado antes al deporte porque sí que me generaba la sensación de “tengo que estar con el niño”.
¿A qué cosas has renunciado por ser madre?
Fundamentalmente a lo que es el cuidado personal. Por cansancio, me acostaba sin desmaquillar, mis rutinas de cuidado personal o en cuanto a dieta, pues obviamente ya todo va encaminado a que él coma bien y a lo mejor cenaba lo que pillaba... Y el deporte. Al deporte me he reenganchado hace poco gracias a Gabriela Grande, que me propuso hacer un reto y yo dije “bueno, mira, mi niño ya tiene más de dos años, estamos organizados en casa, lo voy a hacer”. Y encantada, porque te vuelves a encontrar un poco mejor en tu cuerpo, a conectar contigo misma con esas sensaciones.
Además el deporte te da alegría, es un tema hormonal, y te encuentras mejor contigo misma. Cuido más, de hecho, la alimentación, he tenido un verano activo porque, cuando te mueves, tienes ganas de moverte y, cuando no, al final el cuerpo se aletarga. Para mí encontrar a Gabriela ha sido un regalo y hasta entonces había renunciado a esa parte, al cuidado personal.
Yo quería ser periodista desde que tenía nueve años, lo he tenido siempre clarísimo. Cuando vas labrando tu carrera, vas consiguiendo metas, tampoco me parece justo que, por ser madre, tengas que renunciar.
Siempre hablamos de la mujer; no sé cómo lo viven los hombres... Al final yo creo que sacrificas más, das más tiempo y, en mi caso, pues me lo quitaba de sueño porque no quieres renunciar a tu carrera profesional. Yo quería ser periodista desde que tenía nueve años, lo he tenido siempre clarísimo. Entonces, cuando vas labrando tu carrera, vas consiguiendo metas, tampoco me parece justo que, por ser madre, tengas que renunciar. Sí que es verdad que te supone, quizá, un esfuerzo extra y, en mi caso, yo creo que me lo quitaba, sobre todo, de sueño y, lo que te decía, de autocuidado.
Me acostaba maquillada y te dicen que es malísimo para la piel y “ya, bueno, pero es que me he quedado dormida durmiendo al niño y he abierto el ojo casi a la hora de levantarme e irme a trabajar, no me voy a poner a desmaquillarme”. Me levanto y me desmaquillo.
Y supongo que, si tú estás bien, también se nota en la crianza, en cómo estás con tu hijo
Nosotros somos una pareja de hace mucho el tonto en casa siempre. Hablamos cantando: Marron a mí me dice “¿quieres un cafetito?” y yo, “pues sí, cariñito”. Hay un ambiente en casa como muy de broma, hay música… y el niño canta y baila que no veas. Claro, es lo que ha visto.
Me preguntabas que si se notaba el ambiente. Yo sí notaba, al principio, un poco de cansancio, el no encontrarme del todo bien y sí me notaba un poquito como más malhumorada, pero ahora, en estos meses que he tenido este otro horario, he podido engancharme con el deporte. Ahora, en verano, sí que noto de nuevo la alegría que solemos tener en casa, porque ya te digo que somos muy de broma. También los dos tenemos un trabajo bonito; él está en contacto con cosas originales y viene y te cuenta… tenemos ambientes de trabajo que se prestan mucho a ello y eso se traslada a casa.
Hablabas de tu nuevo horario en la edición de mediodía de Informativos Telecinco. ¿Es mejor para conciliar?
Sí, para conciliar sí, ahora tengo un horario de 8:00 a 15:30. Es verdad que a mi chico ahora no lo veo porque, cuando yo llego a casa, prácticamente se está yendo a trabajar y antes pasábamos todo el día juntos y con el niño. Pero, al final, la tele son etapas, son momentos, te proponen algo, tienes que valorar profesionalmente qué te supone, si te va a permitir crecer y, bueno, pues ahora estoy en esta etapa y probablemente mañana esté en otra y me tendré que adaptar. Los horarios en la tele ya sabemos que son los que son y hay que conjugarlos lo mejor posible.
¿Qué es, para ti, lo más bonito de la maternidad?
La ilusión de ver a Gael crecer, de ver cómo se va desarrollando, cómo va desarrollando su personalidad y ver el disfrute de mi pareja también. A veces nos vemos que estamos los dos mirándolo con cara de orgullo, de ilusión, de ver las cosas que hace, que aprende, de ver cómo es un niño alegre, un niño generoso, cariñoso, que le encanta la gente... es súper sociable y es muy familiar también. Yo siempre he vivido muy cerca de mi familia y yo creo que esto lo está notando; quiere mucho a sus primos, a sus abuelos… Verlo crecer y desarrollarse y ver en la personita en la que se está convirtiendo, para mí es lo más bonito.
¿Y lo más duro de la maternidad?
¿Lo más duro? Lo más duro para mi es de cara a futuro, cómo lo vas a educar para que sea una persona tolerante, una persona respetuosa. Hay tanto casos de bullying y a mí me daría tanto miedo que él fuera acosado o que fuera acosador... Las redes sociales, el acoso, todo esto me da miedo. Y cómo educarlo para que sea un ciudadano y una persona responsable y buena y que también sepa hacerse respetar en una sociedad que yo creo que está perdiendo muchos valores.
Hablando de educación, ¿seguís algún tipo de método de crianza?, ¿qué premisas seguís a la hora de educarlo desde el punto de vista emocional?
La verdad es que no seguimos ningún método concreto. Sí que nos informamos y sabemos que hay un tipo de juguetes mejores que otros. También la lógica, con juegos donde yo veo que el niño desarrolla su imaginación, le incentivamos a aprender cosas, a inventar juegos; sacamos muchas versiones de esas mismas instrucciones; yo intento que él vea que se pueden hacer muchas cosas, no solo lo que está establecido.
Y luego lo que te decía, mucha música, mucho hacer el tonto, mucha broma... El niño gasta bromas desde hace un año que alucinas porque, claro, nos ve gastar bromas y él ha aprendido a hacerlo. Intentamos que haya un ambiente alegre, muy respetuoso, que eso lo tenemos entre nosotros y nos parece muy importante que el niño lo vea, y dejarle que se desarrolle.
Nosotros somos una pareja de hace mucho el tonto en casa siempre. Hablamos cantando.
A mí me gusta también jugar mucho con él al fútbol y que corra, que se mueva, porque es un niño que veo que necesita mucho moverse. A natación ya te digo que ya lo hemos apuntado; con dos añitos, desde que ha empezado el verano, viene un profesor a darle clases. Intentamos que juegue, que haya música, que haya buen ambiente, que haya risas, acompañarle, jugar con él… Tampoco va a tener hermanos, entonces pues estar con él, jugar con él.
¿Habéis decidido ya que no vais a tener más hijos?
Sí.
Si volvieras ahora atrás en el tiempo, al momento del nacimiento de Gael, ¿cambiarías algo en su crianza o en la manera de tomarte las cosas con él?
Quizá, los miedos. En cierto modo, tenía cierto temor, en la parte profesional, de cómo me pudiera afectar. Dentro de que tenía claro que mi hijo era lo primero, la parte profesional es muy importante también para mí y no la quería perjudicar. Esas preocupaciones, visto todo lo que vino después y cómo se sucedieron las cosas, si hubiera podido no tener esas preocupaciones, me las podría haber ahorrado, la verdad.
Al final las empresas, por lo menos en la mía, yo creo que, igual te supone un esfuerzo extra porque nos tenemos que adaptar, pero creo que ahora el ser madre no necesariamente significa que la empresa te dé menos oportunidades, todo lo contrario. Por lo menos es lo que yo estoy viendo en mi empresa.
¿Te ha cambiado la vida convertirte en madre?
Yo creo que me ha enseñado, básicamente, a pensar menos en mí y me ha enseñado una lección muy grande de generosidad y de amor que yo no conocía. Tú pasas a ser tan solo una parte y yo diría que la parte fundamental para mi ahora es el bienestar de Gael, que esté bien.
Doy gracias a diario porque es un niño sano y ojalá siga siendo así y que disfrute y que sea feliz. Me ha cambiado la vida porque es una lección de amor y generosidad que nunca hubiera imaginado, porque no tenía esa sensación, ese sentimiento. Yo antes era el centro de mi vida, me preocupaba de mis cosas y, obviamente, de que tu familia, tus padres, estén bien, pero, de cara a futuro, de tu futuro, de tu carrera… Y ahora te preocupa más la de del futuro del enano que la tuya propia.