La neuroplasticidad es la capacidad que tiene el cerebro de reorganizarse y crear nuevas conexiones neuronales a lo largo de su vida. Esta habilidad alcanza su máximo potencial durante la infancia, por eso cuando al niño se le proponen actividades y estímulos adecuados se favorece ese desarrollo cognitivo que tiene un impacto sobre el desarrollo emocional y social.
"La capacidad que tiene el cerebro infantil para adaptarse y aprender se da gracias a su impresionante habilidad de maleabilidad. A diferencia del cerebro de las personas adultas, el de los niños no solo responde a estímulos, sino que a su vez los utiliza activamente para construir y reorganizar sus redes neuronales. Cada interacción, ya sea con objetos, personas o situaciones nuevas, representa para ellos una nueva oportunidad para fortalecer habilidades y adquirir nuevos conocimientos", explica Abigail Kay, directora de Infantil de TEMS (The English Montessori School), en Madrid.
Los adultos desempeñan un papel esencial en la estimulación de la neuroplasticidad, ya que son quienes modelan hábitos, actitudes y entornos que favorecen el aprendizaje
Un aprendizaje significativo
Cuando se facilita a los niños una serie de experiencias ligadas a la emoción, el movimiento y el mundo sensorial, el aprendizaje es más significativo. Y esto favorece la consolidación de las sinapsis neuronales (el proceso por el cual las neuronas se transmiten información entre ellas).
En este sentido, la experta destaca cómo "la calidad de las experiencias en los primeros años de vida tiene una influencia duradera en cómo se conectan las neuronas y en la arquitectura general del cerebro infantil. Teniendo en cuenta lo anterior, las experiencias ricas, variadas y adecuadamente guiadas no solo enseñan contenidos, sino que estructuran el pensamiento, la memoria y la capacidad de autorregulación".
Experiencias cotidianas que estimulan su cerebro
Con actividades sencillas se puede conseguir estimular ese desarrollo cerebral. Estas son siete propuestas básicas y muy fáciles, como destaca Abigail Kay:
- Juegos sensoriales: utilizar bandejas con arroz, arena, agua o legumbres le sirve al niño para explorar texturas y estimular su sistema nervioso a través de los sentidos, a la vez que favorece su coordinación y su atención.
- Clasificación de objetos por forma, color o tamaño: esto refuerzas habilidades cognitivas como la lógica, el razonamiento y la discriminación visual.
- Actividades prácticas: "atarse los zapatos, cortar frutas blandas con cuchillo seguro o verter líquidos entre recipientes estimulan la motricidad fina y la autonomía, fortaleciendo áreas del cerebro vinculadas con la planificación y la coordinación".
- Lectura en voz alta y narración de cuentos: el lenguaje, la memoria, la imaginación y las conexiones entre hemisferios cerebrales se favorecen al leer libros en voz alta e invitar al niño a que cuente lo que ha entendido.
- Ejercicios de equilibrio y coordinación: "caminar sobre una línea recta dibujada en el suelo, yoga infantil y juegos con pelotas activan la conexión entre cuerpo y mente, mejorando la autorregulación y la integración sensorial".
- Exploración al aire libre: las actividades en el exterior son muy beneficiosas para los menores. Desde jugar en el parque a tocar plantas, observar insectos, caminar descalzo por la hierba... todo ello conecta mente y cuerpo, ayudando a la autorregulación y la integración sensorial del menor.
- Música y ritmo: "repetir patrones rítmicos con palmas, tocar instrumentos sencillos y cantar canciones estimula las áreas del cerebro responsables del lenguaje, la memoria auditiva y la coordinación motora".
El acompañamiento de los padres
Estas actividades se pueden llevar a cabo en un entorno escolar y en un entorno doméstico. En este sentido, la especialista de TEMS explica que "al permitir que los niños elijan libremente sus actividades según sus intereses y trabajen con materiales sensoriales concretos, el método Montessori fomenta la formación de nuevas conexiones neuronales. Además, respeta y tiene en cuenta los periodos sensibles del desarrollo, etapas en las que el cerebro está especialmente receptivo a ciertos aprendizajes, de manera que optimiza el crecimiento cognitivo y emocional" Y añade: "En este contexto, el aprendizaje no se impone, sino que surge de la interacción del niño con un ambiente cuidadosamente preparado, lo cual favorece una reorganización cerebral constante y significativa".
La calidad de las experiencias en los primeros años de vida tiene una influencia duradera en cómo se conectan las neuronas
Con respecto al papel de los padres, estas actividades tienen aún más valor cuando se integran en el día a día, con el acompañamiento de los progenitores, pues "los adultos desempeñan un papel esencial en la estimulación de la neuroplasticidad, ya que son quienes modelan hábitos, actitudes y entornos que favorecen el aprendizaje".
En este sentido, su recomendación es establecer rutinas predecibles, compartir momentos de juegos, mantener conversaciones con atención plena y permitir que los niños participen en las tareas del hogar, además de fortalecer los vínculos afectivos, como actividades básicas para desarrollar esa neuroplasticidad.
"Asimismo, fomentar la autonomía, validar sus emociones y cultivar la curiosidad mediante preguntas abiertas y desafíos acordes a su edad contribuye a la formación de nuevas conexiones neuronales. De este modo, los padres se convierten en facilitadores activos del desarrollo cerebral, creando un entorno emocionalmente seguro y cognitivamente enriquecedor", concluye Abigail Kay.