Espacio©Jèssica Baiges Jové/@minimundossensoriales

Estimulación temprana

¿Qué son las bandejas sensoriales y cuáles son sus beneficios para los niños?

Son un eficaz recurso de estimulación temprana y de aprendizaje que se puede empezar a ofrecer a bebés menores de un año e ir adaptando y presentando propuestas más complejas para niños más mayores

Lograr que un niño muy pequeño se quede un buen rato sentado, concentrado en una actividad, puede parecer misión imposible, pero las bandejas sensoriales parecen ‘obrar milagros’. No solo hacen que un niño muy movido se involucre de tal manera que permanezca jugando durante un buen rato, sino que además son una vía excepcional para aprovecharla de cara al aprendizaje. Una bandeja sensorial no es más que “un recipiente que incluye distintos elementos que nos permiten observar, manipular y experimentar”, como apunta Jèssica Baiges Jové, formadora de docentes y autora del libro ‘Bandejas sensoriales’ (Editorial Sar Alejandria).

Es muy sencillo hacer una bandeja sensorial y reportará multitud de beneficios a nuestros hijos. Eso sí, hay que ser consciente de que habrá que armarse de paciencia para limpiar una vez que acabe la actividad, dadas las características de los elementos (arena, harina, legumbres...), pero merecerá la pena.

Beneficios de las bandejas sensoriales para los niños

Las bandejas sensoriales son una oportunidad única para estimular a nuestros niños porque con ellas trabajan los cinco sentidos: “el tacto, a través de la exploración de las distintas texturas; la vista, observando los elementos y objetos; el oído, al escuchar el ruido de los objetos; el olfato, cuando realizamos propuestas aromáticas; y el gusto, saboreando los alimentos”. Justo eso es lo que necesitan los más pequeños para potenciar sus facultades cognitivas.

“También trabajamos la coordinación óculo-manual, la motricidad fina, la atención, la concentración, ayudan al desarrollo de la creatividad y de la imaginación, trabajan la memoria...” En definitiva, una opción a tener muy en cuenta y que además se puede ofrecer desde edades muy tempranas.

¿A partir de qué edad se pueden presentar bandejas sensoriales a los niños?

Las bandejas sensoriales se pueden ofrecer a niños y niñas menores de un año, desde “el momento en el que se sienta por sí solo”. La propuesta, por supuesto, estará “adaptada a la edad del niño o la niña”, sin elementos ni objetos que puedan suponer ningún tipo de riesgo para él y siempre con la supervisión de un adulto. “En esas edades van a descubrir distintos materiales y objetos y poco a poco podremos ir adaptando y ofreciendo propuestas cada vez más complejas”.

A medida que se van haciendo mayores, se les puede involucrar también a recoger una vez terminada la actividad; las bandejas seguirán siendo un recurso fantástico porque, “cuando el niño o la niña aprende jugando e interioriza los conceptos y vivencias, es cuando hablamos de aprendizajes significativos”, apunta Baiges. “Para ello necesitamos emoción y motivación, dos factores que podemos conseguir perfectamente con las bandejas sensoriales”.

Mesa de luz©Jèssica Baiges Jové/@minimundossensoriales

¿Cómo preparar una bandeja sensorial?

  • Bandeja o recipiente. Jèssica Baiges recomienda que sea “lo más neutra posible, para evitar distracciones y para resaltar aquello que queremos trabajar”.
  • La base sensorial. “Como indica su nombre, es la ‘base’ de nuestra propuesta”. En ella, “podemos usar bases sensoriales secas, como harina, pasta, legumbres, maíz, sal, azúcar, retales de tela, piedras, hojas, pétalos de flores, arena, etc.” o “bases húmedas, como agua, hielo, gelatina, bolas de hidrogel, espuma de afeitar, jabón, nata, etc.”. ¿Cómo no va a garantizar horas de entretenimiento algo así?
  • Los materiales y objetos para complementar la actividad. Sobre la base sensorial, las posibilidades son infinitas. Los más pequeños no necesitarán mucho más, disfrutarán de sobra solo con manipular esos materiales, pero se les puede ir añadiendo otros adaptados a su edad: “vehículos, animales, muñecos, casitas u objetos para insinuar el juego simbólico, materiales para hacer trasvases como cucharas, pinzas, libradores, cuencos, coladores, embudos y también podemos usar materiales reciclados y naturales como conchas, troncos, piñas, hojas secas, etc.”.
  • Minimundos y experimentos. A medida que van creciendo, podemos añadir números o letras de juguete, por ejemplo, para que los vayan identificando e incluso, podemos crear todo tipo de minimundos, como hábitats de animales, recreación de una etapa de la historia (la Prehistoria, Roma, Egipto...). Las posibilidades son infinitas. “También podemos ofrecer una bandeja para trabajar la parte más científica, para hacer experimentos y ver cómo reaccionan ciertas materias cuando entran en contacto con otras o con una bandeja sensorial llena de arena, podemos convertirnos en arqueólogos buscando huesos de dinosaurio…”
  • Mesa de luz. Otra alternativa muy llamativa para los niños es presentarles las bandejas sensoriales encima de una mesa de luz. “Tan solo necesitamos que la bandeja sea transparente para que pueda traspasar la luz y disfrutar de la magia”, apunta la autora de ‘Bandejas sensoriales’, libro en el que presenta multitud de ideas al respecto para hacer en casa o en la escuela. En todo caso, debemos “elegir temas de su interés o elementos que despierten su curiosidad, para fomentar la motivación del niño o la niña y que se emocionen con lo que hacen”.