Pérdida de respeto en el ámbito familiar. Adolescentes.©AdobeStock

Familia

‘Ya no hay respeto en casa, ¿qué está pasando?’

La pérdida del respeto y de los roles familiares pueden llevar al distanciamiento emocional, a la desconexión, los conflictos constantes e, incluso, a la violencia. Quizás ya has llegado a ello, pero ¿sabes por qué ocurre?

El respeto es una de las bases de la moral y de la ética, de toda relación entre seres humanos. Consiste, a grandes rasgos, en considerar y reconocer la dignidad e identidad de cada personal tal como es. Es la esencia de una vida en comunidad. Y la familia es, además de una vida en comunidad, una relación diaria e intensa que, a veces, pierde de vista algunos de sus valores, como puede ser éste: el respeto. Su falta puede ser la causa de conflictos constantes, críticas continuas y una gran falta de comunicación que puede derivar en consecuencias mucho más graves: una desconexión total del vínculo afectivo entre los miembros de la familia, una manipulación emocional o confusión de los roles familiares entre sus miembros e, incluso, podemos llegar a la violencia. Un ejemplo claro de este extremo es la violencia contra la mujer o los malos tratos, cuyo origen está en la absoluta falta de respeto hacia ella o el miembro de la familia maltratado.

Un ambiente nada recomendable para la familia que conduce a sus miembros a replicarlo fuera de casa o que puede llegar incluso a regenerarse en la relación que mantengan los hijos con sus parejas y con sus futuros hijos. “Si no se para a tiempo, puede crear un hábito de conducta propio de ese entorno familiar, en el que no hay respeto, nadie se escucha, siempre existe la queja como argumento y todo acaba siempre en discusión”, nos dice Juvenal Ornelas, psicólogo con más de 20 años de experiencia en este campo y miembro del Comité de Expertos de MundoPsicólogos. En este sentido, nos cuenta, “es importante identificar las señales más comunes de una posible pérdida de respeto para no llegar a esta situación”. Por ello, hemos querido hablar con él para que nos explique cómo se llega a ella sin darnos, muchas veces, cuenta.

Uno de los puntos de partida que muchas veces mencionas para una convivencia sana en casa es el de “tener una identidad familiar”, ¿nos puedes explicar bien este concepto? ¿qué ocurre si no existe?

En primer lugar, todos los seres humanos necesitamos una identidad de grupo, ya sea la nacionalidad, un equipo de fútbol o, por supuesto, una identidad como miembro de una familia. Es en este pequeño grupo en el que aprendemos, evolucionamos y, en ocasiones, hasta cambiamos. Lo que se esconde detrás de todo esto es la seguridad de formar parte de algo más grande que uno mismo.

A su vez, dentro de este grupo más grande (la familia), existen unos roles definidos y claros: está el padre, la madre, el primer hijo, el segundo, etc. Cada uno es y se sienta diferente del otro, está claro, pero con la ayuda de los apellidos comienza a crearse un vínculo entre ellos, se nos transmite una identidad familiar (por ejemplo, los Fernández, los García). Se nos define fuera de casa y nosotros identificamos como propio ese núcleo familiar. Y todos los miembros necesitamos esa conexión para dar sentido a quienes somos. No es una cuestión genética, sino de características conjuntas. Si se pierde, se pierde la conexión.

¿Qué ocurre si uno no está cómodo o no se siente identificado con ese rol familiar, con esa identidad?

Puede ocurrir perfectamente. Uno no se siente cómodo en su núcleo familiar, por motivos de carácter personal, por cómo es tratado por los demás, se puede sentir desplazado. Es como sentir “que no eres uno de los nuestros”, por ejemplo. O un “no soy uno de ellos”. Si esto ocurre, lo que no puede pasar es que encaje esta reacción como destructiva (que suele ser lo más habitual), porque es donde radica el problema. Como psicólogo, siempre le aconsejo a este miembro que acepte su diferencia.

¿Dónde comienza la pérdida de respeto en el ámbito familiar, tiene alguna relación con esta falta de identidad?

La falta de respeto comienza en el mismo momento en el que sucede en cualquier tipo de relación interpersonal: cuando el otro no acepta lo que tú dices, no acepta tu diferencia y se produce un conflicto entre los dos. En el ámbito familiar, puede suceder desde la etapa infantil o en la preadolescencia, donde más se observa el conflicto entre padres e hijos. Es algo natural que suceda entre los adolescentes, porque se comienzan a tener más referencias sociales y los padres dejan de ser las únicas autoridades en su vida.

Pero hablamos de pérdida de respeto por un cambio de opinión. Estas son adecuadas, porque se puede razonar y explicar los diferentes puntos de vista entre las partes. Sin embargo, cuando las faltas de respeto por este u otro motivo son agresivas o físicas, debemos acudir y utilizar la autoridad. No se puede aceptar como normal las faltas de respeto graves, ni con los progenitores ni con los hermanos. Si no lo hacemos, tenemos que tener en cuenta que la educación en casa tiene unos cimientos en valores y respeto que después se traslada fuera del hogar. No se puede ser demasiado flexible ante esto, porque puede traer consecuencias en ambas partes.

Entonces, ¿en qué punto debemos comenzar a preocuparnos?

Cuando las pautas de comportamiento no son adecuadas en una vida social. Cuando la forma de responder, por ejemplo, o de actuar, no se la aceptaríamos a nadie en la calle. Mucho menos puede ser aceptada en casa. En este momento, ya podemos hablar de comportamientos inadecuados que deben atajarse desde el principio, ya sea en una edad infantil o adolescente. No se puede responder como si nada a un comportamiento nada adecuado en lo social. Te pongo un ejemplo, en la calle con extraños no se habla a gritos, pues en casa, mucho menos. Tampoco se dicen palabras malsonantes, por lo que tampoco debe pasar en el ámbito familiar.

Si se dan estos comportamientos a nivel familiar, ¿son conscientes o inconscientes?

Son más de carácter consciente, porque a medida que vamos viviendo experiencias en el ámbito familiar, cada miembro comienza a ver con quién tiene más puntos en común y con quién no. Esto no tiene que ver con un sentido biológico (pueden ser parecidos o iguales a sus padres o hermanos), sino más bien se condiciona por las experiencias vividas y las conclusiones sacadas de ellas.

En estos casos en los que hay una pérdida de respeto, ¿son los padres siempre las víctimas?

No, no siempre hay una correlación entre padres víctimas e hijos salvadores, por ejemplo. Los padres también, por exceso de protección, pueden confundir un cuidado con una salvación. Es un patrón muy habitual en padres que quieren que los hijos vivan mejor que ellos vivieron en su infancia, se pueden llegar “a pasar de frenada”. Por otro lado, también puede suceder que los hijos, por llamar la atención de sus progenitores, utilicen comportamientos victimistas o que lleguen, incluso, a la manipulación (es una pérdida de respeto esto también). Lo importante es que, en esta pérdida y conflicto que se empieza generando entre dos, no se extienda a todo el ámbito familiar.

¿Cómo darnos cuenta de que la situación es ya muy complicada y que necesitamos tomar medidas al respecto?

Como dije al principio, el momento es cuando el comportamiento no es el adecuado, ni dentro ni fuera de casa. El respeto se gana con autoridad y con explicaciones razonadas, porque siempre se debe dialogar y se debe escuchar a ambas partes. Si se hace bien y se presta atención, con el diálogo se aprende. Los gritos e insultos hacen que todo pierda sentido. Por eso, debemos orientar y controlar ese diálogo, que no se salga del tema, que se busque una conclusión consciente de ambas partes.

¿Y si observamos la pérdida de respeto entre hermanos, conflictos entre ellos que nos dejan al margen?

Entre los hermanos, como padres, debemos dejar que socialicen entre ellos, que aprendan a gestionar sus problemáticas como iguales. El hecho de tomar medidas a favor o en contra de uno u otro hace que se crea una discusión de preferencia inadecuada. Si ellos son mayores para unas cosas, también lo son para arreglar sus diferencias. Si consiguen controlar esta situación adecuadamente en casa, tendrán una mejor socialización en la calle.

Por último, como has dicho, convivir en un ambiente así podría afectar a cada uno de los miembros fuera de casa, ¿cómo afecta a nivel personal o social?

Todo lo que sucede en el ámbito familiar afecta a los demás ámbitos, ya sea en lo social o en las relaciones de pareja. Debemos aprender que dentro y fuera ocurren conflictos, pero que la gestión de las situaciones es más fácil dentro, porque nos conocemos mejor y porque las relaciones creadas entre los miembros puede ayudar a una solución más rápida. Por eso, si no se consigue hacer bien dentro, difícilmente se conseguirá hacerlo bien fuera.

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