Los tres flechazos de Elisenda, la novia catalana que no quería ser una princesa

El vestido, el ramo... todos los detalles de su look nupcial y su historia de amor

Por Regina Navarro

Cuando una pareja tiene elegida la fecha de su boda llega el momento de prepararlo todo. Y aunque todas las decisiones son emocionantes, la más especial es la búsqueda del vestido de novia perfecto. Una prenda que algunas chicas prefieren hacerse a medida y otras encuentran entre las colecciones de las firmas nupciales más especiales. El tiempo que tardan en dar con su diseño depende de muchos factores. Por eso, mientras algunas necesitan varios meses y muchas pruebas para dar con él, otras lo encuentran a la primera. Eso es lo que le sucedió a Elisenda, que se enamoró del primer vestido que se probó, un maravilloso diseño de Rime Arodaky.

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"Buscaba un diseño especial, fuera de lo convencional, elegante y sencillo. Realmente fue un flechazo. Indagando por las redes acabé en manos de una foto del vestido Blair donde salía la novia sentada en un sofá marrón con el velo echado por encima. Me enamoré. Descubrí que había un showroom The Muse Collective con Rime Arodaky en Barcelona. No dudé en pedir cita y probarme el vestido", nos cuenta. Elisenda explica que, aunque después se probó más diseños de la firma, desde el principio supo que ese era el que llevaría en su gran día. "Tenía claro que no quería el típico vestido. Que las faldas muy pomposas, tipo princesa no era lo que buscaba. Así que lo tuve claro en cuanto me probé el vestido Blair de Rime Arodaky. Fui a ver y probar otras casas para corroborar que era mi vestido y que no podía ser otro, para salir de dudas. Pero como ese no había otro. El tejido, los detalles, el patronaje... todo era ideal. Además, la sonrisa que me sacaba cuando me veía con él puesto no me lo provocaba ningún otro. La verdad es que no me inspiré en nada al buscarlo, simplemente me dejé llevar por las emociones".

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Femenino, romántico y sexy son los tres adjetivos que mejor definirían el vestido de la novia. Aunque se trata de una única pieza, gracias a la mezcla de tejidos y a los cortes podríamos pensar que estamos ante un dos piezas compuesto por una parte superior confeccionada en tul nude, decorada con flores en 3D y una falda alta de crepé entallada y con una pronunciada abertura. Un diseño lleno de personalidad que, tal como corrobora el look nupcial de Elisenda, apenas necesita complementos.

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El poder el 'menos es más'

Para completar su estilismo la novia optó por el menos es más y por cumplir con esas tradiciones (algo nuevo, algo prestado…) que suelen seguir muchas chicas. "Creo que la novia tiene que hacer ese día lo que realmente quiera hacer y se sienta cómoda. En mi caso sí llevé algo azul, algo nuevo, algo usado y algo prestado, como marca la tradición, pero no era una cosa primordial para mí el hecho de cumplirlo", nos cuenta. Azules fueron los zapatos de terciopelo azul y combinado con tacón forrado en terciopelo estampado de damasco, de la firma Just-Ene. Nuevo, el vestido, usado, su anillo de prometida, y prestado los pendientes de su abuela.

Si el vestido fue amor a primera vista, la elección de su ramo fue otro flechazo. "Gracias a las redes sociales descubrí a Margot Blanxart donde pude ver la infinidad de combinaciones de ramos personalizado que realizan, lo que me encantó fue el uso de flores preservadas, desconocía de su existencia. Me encantó la idea ya que son flores 100% naturales que, tras ser cortadas, se someten a un proceso en el cual se sustituye la savia y el agua de la misma por un líquido preservante que mantiene su aspecto durante años". Tras acudir a su taller y enseñarle fotos del vestido y los zapatos le aconsejó una composición a base de rosas, rosa inglesa, hortensias, flores silvestres y eucalipto con tonos blancos, rosas y azul. Margot también fue la encargada de diseñar el tocado floral de la novia, sencillo y muy elegante.

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El primer flechazo

El primer flechazo de la historia de Elisenda -el tercero que contamos- sucedió en 2011. Ella tenía 18 años y Gerard, su actual marido, 23. Se conocieron como tantas parejas, por unos amigos comunes. "Gerard siempre recuerda ese momento, fue como un flechazo para él. Me presenté, tomamos unas copas juntos, pasamos toda la noche hablando hasta que Gerard me propuso quedar al día siguiente para ir a tomar algo. Y así empezó todo".

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Se casaron en Mas d'Osor, un espacio ubicado en el Parc Natural del Montseny, en Viladrau. "Es un lugar íntimo, con un paisaje maravilloso. Y un espacio de Jubany Events y el menú con el sello gastronómico de Nandu Jubany. No necesitamos wedding planner ya que se encargaron de todo. Decidimos casarnos allí porque nos enamoró el lugar", explica. Y asegura que de aquel día tienen muchas anécdotas muy divertidas. "Una de ellas es con el fotógrafo. Nos insistió mucho en la puntualidad de la ceremonia. Al terminar, si íbamos a tiempo, podía tomar unas fotos con la puesta de sol, pero si nos retrasábamos se´ria imposible hacerlas. Me lo tomé a rajatabla, llegué tan puntual a la ceremonia que, con todos los nervios que llevaba encima, me tuve que esperar a la puerta unos 5 minutos a que se hicieran las 19h porque el novio todavía no había realizado la entrada y faltaban invitados por llegar". Pero sin duda lo más especial de aquel día fue el paso que daba en su relación con Gerard. "Lo más especial de ese día fue declararnos amor y poder reunir y celebrar la boda con toda la gente que amamos", concluye.

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