La importancia de desconectar
Lo que está claro es que, en la sociedad actual, cuesta mucho desconectar. “Cada vez nos encontramos con más herramientas que nos absorben con el objetivo inicial de querernos facilitar el día a día, nos ayudan a estar conectados con personas que se encuentran lejos, nos dejan controlar nuestro entorno con sólo una app, unifica distintas acciones en un solo producto…. Pero al final nos están vendiendo la esclavitud de sentirse satisfechos y coaccionados por hacer algo para lo que estamos perfectamente capacitados”, explica la psicóloga.
En su opinión, la conexión con lo lejano nos ha hecho desvirtuar las relaciones cercanas que al final y al cabo son las más humanas. “Hemos comprado la idea de que estamos obligados a estar en todas partes, a opinar de todo porque si no, no existimos. De hecho, cuando las relaciones sociales se basaban en los encuentros del día a día también nos obligábamos a no faltar al encuentro de turno porque si no, sería de nosotros de quien hablarían. El efímero resultado positivo que obtenemos de las relaciones en esta sociedad líquida nos engancha por combinarlo con resultados negativos de forma alterna. Y esta combinación de halagos-refuerzos y castigos nos vuelve adictivos a estar conectados a tanto cuanto sea posible, como si esta situación nos proporcionara un beneficio considerable, nos cuesta no sentirnos omniopresentes como si ello implicara una renuncia a nuestra existencia”, cuenta.
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