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Crecer, ir superando metas, mejorar nuestro desarrollo personal. Ese es el anhelo de muchas personas, que aspiran a conseguir estos objetivos, adaptados a nuestra realidad. “El desarrollo personal no es otra cosa que un camino que nos lleva a donde queremos llegar, siendo conscientes de dónde partimos. Para ello es clave el bienestar emocional, que nos capacita para saber manejarnos en nuestra vida cotidiana y ver el mundo de forma positiva. Nos permite tener confianza para enfrentar los desafíos diarios, mantener la salud, aprovechar las oportunidades y disfrutar de la vida”, nos cuenta la psicóloga clínica y coach ejecutivo Pilar Guerra Escudero.

 

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Adaptarnos a los cambios

“La vida y las circunstancias cambian continuamente, por tanto, nuestro carácter, pensamientos y sentimientos también fluctúan. A veces es normal sentir malestar: tristeza, preocupación, temor o inquietud. Pero estos sentimientos se convierten en problema cuando empiezan a obstaculizar nuestra vida diaria por un tiempo prolongado”, nos dice. Por eso, la clave para lograr el bienestar emocional está en encontrar un balance en todos los aspectos de nuestra vida: física, mental, emocional y espiritual. Es la habilidad de poder disfrutar de este mundo y a la vez, de afrontar los problemas diarios que nos van surgiendo.

 

“Por ello, es importante fomentar nuestro desarrollo personal, desmitificando la idea de que si asistimos a formaciones relacionadas con 'psicoterapias', es 'porque estás mal…' Tenemos que dejar de considerar que cuando hablamos de nuestras emociones, nos convertimos en vulnerables. El desarrollo del conocimiento personal es imprescindible para nuestro crecimiento. Si no sabemos, no identificamos. Si no identificamos, no sabemos”, explica la psicóloga, que nos da estas pautas que nos pueden ayudar a conseguirlo.

 

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El aquí y el ahora

Desarrollar el concepto del aquí y ahora, como principal herramienta poderosa en nuestra vida. Vivir solo el momento, el instante, con atención plena en lo que hacemos en cada momento, y dándole el máximo valor a ese instante, no porque pensemos que no va a haber otro, sino porque lo que tenemos en ese momento, es eso, el momento.

 

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Aprender a diferenciar entre lo importante y lo urgente.

Un punto clave es, sin duda, acostumbrarnos a saber lo que es prioritario y lo que es superfluo, lo que de verdad importa para nosotros. Ser “auto” sinceros con nosotros, y atrevernos a tener conversaciones con nosotros mismos con el fin de ejercitar la reflexión.

 

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Trabajar el mantenimiento de nuestros hábitos

La experta apunta que es importante diferenciar el “hacer por hacer”; hay que distinguir entre el consumo extremo de actividades de aquellas actividades cotidianas que nos aportan orden a nuestras vidas. Las acciones sanas mantenidas en el tiempo generan nuevas realidades para nuestro “ser” con fortaleza mental.

 

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Meditar

No hay duda de que una práctica como la meditación nos va a exigir un esfuerzo interno que potencia nuestra autorregulación emocional. Se trabaja la conciencia sobre nosotros mismos dejándonos el camino más fácil para conseguir esa fuerza mental necesaria y funcional. Por eso, decidirse de una vez por todas a meditar es una buena opción.

 

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Identificar relaciones tóxicas

Hay que dejar  a un lado esas relaciones que no nos aportan, aquellas que podemos calificar de tóxicas. Por eso, es importante saber detectar a aquellas personas con las que no tenemos una relación de igualdad, sentimos densidad cuando estamos a su lado y falta de fluidez, ya que mantener relaciones con ellas nos genera más costes que beneficios.

 

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La formación, importante

Tal vez no tengas claro cuáles son las estrategias que puedes poner en marcha para conseguir tu objetivo. Por eso, es importante fomentar nuestro desarrollo personal, asistiendo a formaciones relacionadas o leyendo acerca de ello. Hay numerosos métodos, programas, herramientas, técnicas y sistemas de aprendizaje que apoyan el desarrollo humano.

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Hechos 'vs' opiniones

Otro de los consejos que nos da la psicóloga es discernir entre hechos y opiniones, con el objetivo de evitar interpretaciones magnificadas y dramáticas de nuestra realidad. La fortaleza mental está de la mano de observar los hechos como hechos, desde la aceptación, siendo muy conscientes de no introducir interpretaciones con mucha carga emocional.

 

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Evitar la queja

Lo cierto es que la queja no hace sino reforzar las preocupaciones. Por eso Pilar Guerra considera que es tan importante saber distinguir entre ocuparse y preocuparse. Y lo explica de la siguiente manera: ocuparse es responsable, mientras que preocuparse en exceso nos acerca al victimismo. Es fundamental partir de esta idea. 

 

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Evitar el perfeccionismo

Ser perfeccionista no es tan bueno como parece. Y es que, en muchas ocasiones, un mal resultado o un resultado no obtenido lleva a un sentimiento de frustración. Querer controlarlo todo es una utopía. Fortalecemos nuestra mente si sabemos diferenciar el control de la gestión.

 

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Valorar lo que tenemos

Toca ser muy conscientes de que el concepto de exigencia tiene que ver con forzar nuestras necesidades vitales para que sí o sí lleguen a producirse, llegando a generar la frustración de manera asegurada ya que esto es una tarea imposible. Por el contrario, cambiar la base del pensamiento al concepto de excelencia, nos lleva de la mano a poner el foco en la calidad de nuestra vida y no en la cantidad, pudiendo observar lo que tenemos: dones, ventajas y valores y dejar de mirar a lo parte que nos falta.

 

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