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Hoy es, sin duda, uno de los lunes más lunes del año para muchos. El primer lunes de septiembre, en el que son muchos los que vuelven, de forma ya oficial, a la rutina. Es el comienzo de curso. ¿Cómo debemos afrontarla desde el punto de vista de la psicología? “Cuando decimos que la vuelta a la rutina se nos hace dura, es probable que nos venga a la mente el llamado ‘síndrome o depresión postvacacional’, que no es más que un conjunto de síntomas que experimentamos y que nos producen cierto malestar cuando volvemos a nuestra rutina habitual o incluso, unos días antes de volver a ella tras las vacaciones”, explica la psicóloga Miriam Orta de Mundopsicologos.com.

Y nos explica que para afrontar mejor esta etapa es importante empezar por la base de la pirámide, es decir, reajustar aquellos aspectos que tienen que ver con nuestras necesidades más básicas como la comida y el descanso unos días antes de la vuelta a la rutina. “Podemos tratar de acostarnos y levantarnos a una hora que se acerque más a lo que solíamos hacerlo y adaptar nuestros horarios de comidas de forma que vayamos retomando el ritmo anterior. Si descansamos y comemos mejor, afrontaremos la vuelta a la rutina con más energía y con otro punto de vista”, sugiere. Tal vez en esta ocasión no llegues a tiempo, pero los consejos te pueden ser muy útiles igualmente.

 

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¿Hay estrategias para afrontar mejor esta vuelta de vacaciones?

“Como he dicho en el punto anterior, podemos empezar a retomar ciertos hábitos como la regulación del sueño, los hábitos de alimentación, así como el deporte, para aquellos que suelen practicarlo. Esto nos ayudará a afrontar esta etapa con mucha más energía. Por ello, es recomendable no volver al trabajo justo el día después de haber vuelto de las vacaciones, sino dejar pasar unos días antes de reincorporarnos para ir reajustando estos hábitos e ir adaptándonos poco a poco y no de forma tan brusca”, recomienda la experta.

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Ideas que pueden ser de utilidad

-Organizar y ordenar nuestro hogar unos días antes de volver a la rutina. Planificar y organizar tareas que tengamos pendientes unos días antes hará que podamos relajarnos y descansar más al regresar del trabajo y no tengamos que hacerlo en estos días en los que podemos sentirnos más cansados y con la energía más baja.

- Incorporarse a la rutina a mitad de semana. Esto puede hacer que no se nos haga tan cuesta arriba la vuelta a la rutina, porque sabemos, que, con la llegada del fin de semana, podremos descansar o bien (para aquellos que trabajan el fin de semana) trabajaremos menos días.

- En nuestro lugar de trabajo, es importante no solo ordenar y organizar nuestro espacio de trabajo, sino también fijarnos objetivos sencillos y comenzar por aquello más inmediato. Para eso, resulta muy interesante hablar con los compañeros de trabajo para ponernos al día, comunicarnos e interaccionar con ellos, así como respetar nuestros tiempos de descanso para reponer fuerzas y no sobrecargarnos.

- Bajar el nivel de exigencia. Los primeros días son de adaptación, por lo que si nos exigimos ser igual de productivos y resolutivos que el período anterior a las vacaciones o igual que nuestros compañeros, nuestros niveles de estrés, ansiedad y malestar, en general, aumentarán sin duda. Además, ponernos objetivos sencillos y a corto plazo en el trabajo también nos puede ayudar.

 - Disfrutar del resto del día tras la jornada laboral y organizar algún plan. Seguir haciendo planes parecidos a los que hacíamos durante las vacaciones, como ir a tomar algo, hacer algo de deporte, programar una escapada corta para el fin de semana o un paseo por la playa o la montaña, nos puede ayudar a aliviar el estrés inicial y puede ayudarnos a que este período no se nos haga tan cuesta arriba.

 

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¿Existe realmente la depresión postvacacional?

Lo cierto es que, tal y como nos confirma la psicóloga, no existe un diagnóstico como tal, pero sí sabemos que se trata de un conjunto de síntomas que experimentan muchas personas tras este período vacacional en el que se da una readaptación a la vida laboral y una vuelta a la normalidad. “Estos síntomas incluyen tristeza, apatía, desmotivación, ansiedad, irritabilidad, cansancio, problemas estomacales, alteraciones del apetito e insomnio. Todo ello forma parte de un proceso normal de adaptación a la rutina, ya que nuestra mente y nuestro cuerpo tarda un tiempo en adaptarse de nuevo a ellas”, nos dice.

El problema es cuando esta sintomatología se alarga más de la cuenta en el tiempo y el malestar es tan intenso que incluso, interfiere en nuestras actividades cotidianas y nuestro funcionamiento habitual. En experta considera que “es importante consultarlo con un profesional, ya que entonces podríamos estar hablando de un trastorno depresivo y/o de ansiedad. En muchas personas, esta vuelta a la rutina precipita problemas mayores a nivel mental y emocional por qué antes de las vacaciones ya sufrían algún problema y con el ‘síndrome postvacacional’ se agudiza la intensidad del malestar y se alarga en el tiempo. Pero, en estos casos, el problema real es otro y viene de antes, sólo que estaba ‘escondido’ bajo todos estos síntomas”.

 

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Un periodo breve

Una de las preguntas que podemos hacernos es cuál suele ser la duración de este, podríamos llamar, periodo de readaptación a la rutina. “Es variable en función de cada persona, pero suele durar entre siete y quince días”, explica.

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Una etapa complicada en algunos casos

Nos preguntamos si una persona que ya está acudiendo a alguna terapia afronta de forma más complicada este fin de las vacaciones. “Esto va a depender de cada persona, de sus recursos internos de afrontamiento, del motivo por el que haya acudido a terapia, de la situación que esté viviendo etc. Sea como sea, acudir a un psicólogo, puede ser una forma de trabajar esas sensaciones y descubrir el motivo por el que nos sentimos así y/o sobrellevar mejor la situación y gestionar mucho mejor nuestros pensamientos y emociones”, nos comenta la psicóloga.  

 

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¿Rutina = negativo?

Lo cierto es que casi siempre solemos relacionar la rutina con algo negativo. La explicación, según la psicóloga, es que solemos relacionarlo con algo negativo, porque lo asociamos con la “monotonía” y las obligaciones. “Nuestros días suelen ser iguales o muy parecidos de lunes a viernes y con unos horarios establecidos. Además, la propia presión en el trabajo y el hecho de conciliar nuestra vida laboral y/o familiar y social, nos produce unos niveles de actividad y de estrés que no tenemos cuando estamos de vacaciones. Si, además, el trabajo que realizamos no es para nada vocacional, aún supone una mayor dosis de esfuerzo y se nos hace más cuesta arriba volver a la rutina. Solemos asociarlo al esfuerzo, al sacrificio, a las obligaciones y al poco tiempo para disfrutar igual que durante las vacaciones”, detalla.

 

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Lo bueno de volver a la rutina

Pero también decimos en ocasiones ‘bendita rutina’. ¿Hay que destacar las cosas buenas, que las hay, de la vuelta a la rutina? “Por supuesto. Volver a la rutina tiene más cosas buenas de las que nos pensamos”, afirma la psicóloga, que las resume en las siguientes:

- Retomar nuestros hábitos de alimentación, sueño y deporte, siempre es bueno para nuestra salud, ya que durante las vacaciones, suelen alterarse un poco. Esto hará que afrontemos nuestros días con más fuerza, más energía y una actitud mucho más positiva.

- Para muchas personas, el verano no es tan relajante ni tranquilo como se presupone y el hecho de volver a la rutina, provoca una sensación de estabilidad, orden y mayor control sobre sus vidas.

- Alimenta nuestro sentido de “autorrealización”. Como seres humanos, tenemos la necesidad de sentirnos realizados y ser productivos, de levantarnos por las mañanas y sentir que nuestras acciones o lo que 4 hacemos, tiene un sentido. El hecho de tener unos objetivos siempre nos ayuda a crecer y a desarrollarnos personalmente. Durante las vacaciones, ese sentido de “productividad” disminuye y con el tiempo, podría acabar afectando a nuestra autoestima.

 - Hace que nos reeplantemos muchos aspectos de nuestra vida. Para muchas personas, es un buen momento para replantearse por ejemplo, un cambio de trabajo o un cambio en sus hábitos. Para ello, se plantean nuevos objetivos como mejorar la alimentación, apuntarse a practicar esa actividad o ese deporte que llevaba tiempo rondándoles por la cabeza, empezar a estudiar o apuntarse a ese taller o ese curso que llevaban tiempo queriendo hacer. Reflexionar sobre nuestra vida, la situación en la que estamos y cuestionarnos cosas, siempre nos ayudará a crecer y a avanzar hacia dónde queremos.

 

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Buena actitud

¿Es la actitud nuestra mejor aliada para llevar mejor esta situación al final del verano? “Tener una actitud positiva siempre nos va a ayudar en estos momentos. Comprender que este malestar es temporal y pasajero y no darle demasiadas vueltas ni demasiada importancia es clave para que no se alargue más de la cuenta en el tiempo”, concluye.

 

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