Decidir autoconfinarse vs. confinarse por obligación
Las normas cambian por semanas, no sabemos si iremos de nuevo hacia medidas más restrictivas o no. Eso hace que el mencionado hartazgo aumente, sobre todo cuando estamos continuamente en la situación de tenernos en vilo respecto a lo que se va a decidir hacer con nosotros. “La ansiedad que produce estar a la expectativa de normas que cambian de manera continua genera unos costes emocionales muy altos, así como sensaciones de impotencia ante la ausencia de sentir que no tenemos las riendas de nuestra vida. Hemos de adelantarnos a esto también; generar cada uno de nosotros la decisión de la vida que queremos llevar a partir de ahora, y diseñarnos una vida a partir de estas limitaciones. Observo personas que están inmersas en una carrera sin fondo para llegar a la meta consumiendo actividades de manera compulsiva por si acaso en un momento próximo les prohíben hacerlas. Por otro lado, observo también a muchas otras inactivas, sumidas en una profunda tristeza y depresión, con el argumento de “si todo sigue así, yo no quiero vivir de esta manera”. En cualquiera de los dos casos, la sensación de base es la misma: la incapacidad que tiene el ser humano de vivir centrado en el presente, en el aquí y ahora, en el carpe diem del instante. Comentarios como el de “ojalá pase esto pronto”, no solo es un deseo disperso, sino que nos aleja de todo tipo de arraigo con nosotros mismos”, explica Pilar Guerra.
¿Qué recomienda? Buscar objetivos a cortísimo plazo, metas del presente, no esperar al futuro, y a ver si “esto pasa”, porque con esta filosofía, puede entonces que se nos pasen más cosas. Tenemos que diferenciar entre ponernos retos alcanzables y no desafíos de altas expectativas que probablemente sean difíciles de cumplir.