Depende de la intensidad
Entra en juego, además, no solo el tiempo, sino también la intensidad, otra de las variables a tener muy en cuenta. Y es que no es lo mismo dar una vuelta, charlando o viendo escaparates que ir a paso ligero sin más objetivo que ponernos en forma. “¿A qué nos referimos o cómo podemos saber qué es un ritmo ligero? Pues que tengamos que coger aire cuando vayamos a hablar, que no podamos hacerlo de manera fluida y habitual”, nos cuenta el entrenador Juanjo Rodríguez. Podemos caminar a un ritmo moderado, pero cuanto más intensa sea nuestra caminata mayores beneficios tendremos en nuestro organismo.
“Una actividad moderada correspondería a ese esfuerzo en el que podríamos seguir hablando mientras caminamos, y será más intensa cuando nos empieza a costar mantener una conversación. A este nivel es donde se producen modificaciones fisiológicas tales como: la mejora del rendimiento cardiorrespiratorio, descenso de la tensión arterial, descenso del nivel de glucosa en sangre y descenso de los niveles de lípidos en sangre. Y lo más sorprendente es que esto empieza a suceder sólo a las 3 semanas de implementar esta pauta de 150 minutos semanales”, coincide Inma Blanquer, que añade que un paseo tranquilo producirá un gasto en torno a las 75-100 kcalorías/hora dependiendo de la constitución de cada persona. Si esa caminata se realiza de forma más vigorosa en el gasto subirá sensiblemente hasta el entorno de las 180-200 kcalorías/hora.
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