No consigues descansar, desconectar, relajarte. Y no es un problema exclusiva al que te enfrentes en tu día a día, sino que, incluso cuando te lo propones a conciencia, te coges vacaciones y buscas un entorno favorable, no lo logras como te gustaría. Tu cerebro se resiste y no encuentras la calma.
Hemos hablado con la experta en estimulación cognitiva y entrenamiento cerebral con más de 20 años de experiencia, Catalina Hoffmann y nos ha explicado por qué ocurre esto y qué podemos hacer al respecto. Si te has cogido vacaciones estas navidades, no te preocupes, hay formas de que la relajación no se te resista y podrás volver con las pilas cargadas.
Existen muchos motivos por los que nuestro cerebro puede sabotearnos cuando intentamos relajarnos según Catalina Hoffmann. "Por un lado, está diseñado para sobrevivir y estar alerta ante cualquier amenaza, así que nuestra amígdala y nuestro sistema límbico se resisten de forma natural a la relajación", nos explica la experta.
Además, repara en un aspecto importante y que quizá te resuena: "la relajación puede activar emociones reprimidas o hacer que vengan a nosotros pensamientos que hemos ido rechazando. Así que, como forma de protegernos, buscamos llenar ese vacío".
La tercera razón por la que Catalina asegura que el cerebro evita relajarse es porque tendemos a convertir el estrés en una "zona de confort". La creadora del método Neurofitness asegura que esto es algo "realmente irónico porque el estrés no es en absoluto confortable".
"Esta situación se da cuando estamos tan acostumbrados a vivir estresados que nuestro cerebro se siente extraño ante la calma y opta por volver a lo ya conocido", sostiene.
A todo lo anterior, según Hoffmann, hay que sumar que "vivimos en una sociedad que está diseñada para estar continuamente activado y conectado, pendiente de cualquiera de los miles de estímulos que recibimos a diario" y que esto provoca que vivamos en lo que comúnmente llamamos "piloto automático".
"Esa red cerebral se activa cuando no estamos concentrados en una cosa concreta y es la responsable de que, por ejemplo, nos pongamos a analizar el pasado mientras nos dan un masaje o repasemos lo que tenemos que hacer mientras estamos rodeados por las burbujas de un jacuzzi", ilustra la entrenadora cerebral.
A pesar de lo anterior, en tono alentador, añade: "este sistema se puede desconectar, pero hay que aprender a hacerlo". Ahora bien, advierte de que solemos cometer un error muy frecuente, que es "querer pasar de 100 a 0 de golpe, sin tener en cuenta que nuestro sistema nervioso funciona igual que un motor y necesita ir desacelerándose poco a poco".
Por eso, no podemos pretender desconectar cuando nos cogemos tres días de vacaciones. "Hay que ir poco a poco", recomienda Catalina. Ofrece los siguientes consejos:
- Empieza por realizar tareas durante las que la mente esté activa pero más calmada, como leer o hacer respiraciones guiadas. Porque si pretendemos parar de golpe, nos vamos a encontrar mucha resistencia.
- También es importante poner "barreras sanas". Por ejemplo, dejando el móvil en la habitación, o desactivando las notificaciones de nuestro correo electrónico.
- Otro truco, que además es un hábito ya instaurado, es cambiar de escenario; es decir, irnos a otro sitio que no sea nuestra casa. Y, ojo, esto puede significar viajar, o no. Salir a un parque, a una terraza tranquila o a dar un paseo por la naturaleza también cuentan. Si, además, usamos ese cambio para realizar paseos tranquilos, respiraciones o cualquier actividad que baje la activación del sistema nervioso, también nos ayudaremos.
- Podemos empezar por tener breves periodos de inactividad, de dos o tres minutos, e ir ampliando el tiempo.
- También ayuda mucho marcarse objetivos diarios simples y escribirlos. Por ejemplo: hoy quiero descansar, hoy no voy a mirar el correo electrónico, hoy voy a ir sin prisas… Esto ayuda a evitar la ansiedad porque tu cerebro se focaliza en una cosa.
- La meditación es otro punto clave en esto e integrarla en nuestro día a día (no solo cuando buscamos descansar) es importantísimo para que nuestro cerebro aprenda a llegar a la calma.
A partir de estos consejos puedes lograr los siguientes beneficios:
- Reducir el estrés fisiológico, favorecer un ritmo cardíaco más estable, cuidar la presión arterial y trabajar la memoria, la concentración y la creatividad.
- Además, nos ayuda a tener más estabilidad emocional, a dormir mejor y que todos nuestros sistemas (digestivo, inmune, hormonal, etc.) funcionen de forma más eficiente y estable.
"Pero lo más importante de todo es ser conscientes de que nos vamos a sentir incómodos al principio y tener paciencia", advierte la experta. Ningún cambio que se produzca de forma exprés se mantiene a largo plazo. Lo duradero se cultiva con esfuerzo, dedicación y paso a paso.









