La inteligencia no siempre se refleja en un número de cociente intelectual ni se limita a los logros académicos. A menudo, se manifiesta en pequeños detalles de nuestra manera de pensar, relacionarnos con los demás y enfrentarnos a los retos cotidianos.
Para profundizar en este tema, hablamos con Ángel Luis Guillén Torregrosa, psicólogo sanitario y empresarial, sexólogo clínico y coach ejecutivo acreditado por la ICF. Con más de 25 años de experiencia clínica y como director y socio fundador de Psicopartner, centro de psicología en Madrid, Guillén combina su práctica terapéutica con la divulgación en medios, siempre con un enfoque integrador y cercano.
Antes de comenzar y, como curiosidad: ¿sabes que aunque la Real Academia Española recoge tanto "coeficiente intelctual" como "cociente", la segunda forma de referirse al concepto es más adecuada? Se dice cociente porque originalmente se define como el resultado de dividir dos valores: en el caso del cociente intelectual, se calculaba dividiendo la "edad mental" de una persona entre su "edad cronológica" y multiplicando el resultado por 100. Es decir, se trata de un cociente matemático que refleja el nivel de desarrollo intelectual relativo a la edad. Ahora sí, veamos cuáles son esos síntomas según los expertos.
1. Curiosidad insaciable
Las personas con inteligencia superior sienten una necesidad constante de preguntar "¿por qué?" y de explorar nuevas ideas. Esa curiosidad les lleva a aprender de manera continua y a disfrutar del conocimiento por sí mismo.
2. Rapidez para detectar patrones
Según Guillén, una de las señales más claras es la facilidad para encontrar conexiones que otros no ven, identificar tendencias o anticipar problemas antes de que ocurran.
3. Tolerancia a la ambigüedad
Las mentes más brillantes no necesitan respuestas inmediatas ni absolutas. Disfrutan explorando escenarios complejos y manejando bien la incertidumbre, algo que resulta muy útil en la vida personal y profesional.
4. Necesidad de estímulos nuevos
"El aburrimiento con la rutina es muy común en personas con alta inteligencia", explica el psicólogo. Buscan retos, experiencias diferentes y entornos dinámicos que mantengan activa su mente.
5. Humor sutil e ingenioso
El ingenio en la conversación, el doble sentido y la capacidad de captar matices en el lenguaje son también señales de una inteligencia superior. Este rasgo se hace evidente en el día a día, más allá de cualquier test.
Un error común, según Guillén, es pensar que las personas inteligentes son siempre torpes en lo social. "La realidad es que depende de la personalidad. Muchas de ellas tienen habilidades sociales excelentes y pueden liderar, persuadir o trabajar en equipo de forma muy efectiva", aclara.
La genética influye, pero no lo es todo. "El cerebro es plástico y podemos potenciar nuestras capacidades cognitivas con hábitos saludables: leer, debatir, resolver problemas, aprender nuevas habilidades, cuidar el sueño y la salud emocional", señala Guillén.
En definitiva, la inteligencia no solo está en los libros o en los tests, sino en cómo abordamos la vida, la curiosidad que mantenemos y nuestra forma de relacionarnos con el mundo.