Te damos las pistas para saber si tú también sufres dismorfia de productividad

Es un problema vinculado al ámbito laboral, y se manifiesta con una preocupación excesiva por ser productivo y la sensación de nunca hacer suficiente, incluso cuando se está logrando mucho

Por Pilar Hernán

El trabajo nos consume en no pocas ocasiones, vivimos en una rutina laboral que nos arrastra, que nos quema. No es extraño que en torno a todo lo que rodea nuestro día a día laboral vayan surgiendo problemas de salud mental o síndromes relacionados con ella, como pueden ser el burnout, la sisifemia o el síndrome del impostor. Hay otros, tal vez menos conocidos, pero de los que ya se comienza a hablar, como es el que nos ocupa: la dismorfia de productividad, un término acuñado por la periodista internacional Anna Codrea-Rado, quien lleva años publicando en destacados medios como la BBC, The Guardian o The New York Times. “La dismorfia de productividad, muy parecida o relacionada con la hipomanía neurótica, no es un término clínico establecido, pero se usa para describir una preocupación excesiva por ser productivo y la sensación de nunca hacer suficiente, incluso cuando se está logrando mucho”, nos comenta Ángel Luis Guillén, director de Psicopartner, quien añade que es similar en concepto a la dismorfia corporal, donde la percepción de uno mismo no coincide con la realidad, pero en este caso concreto, aplicado a la productividad y el logro.

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Cómo se manifiesta

Teniendo esto en cuenta, surge la duda acerca de cómo se manifiesta y de cómo podemos reconocer las señales que nos indican que podemos padecerla. En opinión del experto, se manifiesta mediante el trabajo constante, lo que llamamos a veces en la calle workaholic, una insatisfacción constante con el propio rendimiento, independientemente de los logros obtenidos. Y nos detalla algunas señales que incluyen las siguientes:

  • Nunca sentirse lo suficientemente productivo.
  • Sentimiento de culpa cuando se está descansando.
  • Sentir ansiedad el fin de semana y en vacaciones.
  • Solo encontrar el sosiego en el desempeño laboral además de una autoevaluación negativa a pesar de evidencias de éxito o logro.

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¿Cuáles son las causas que pueden influir en su aparición?

El psicólogo nos detalla que las causas que motivan este comportamiento pueden ser variadas, y entre ellas se pueden incluir presión social o laboral, expectativas autoimpuestas, trastornos de ansiedad, influencias de las redes sociales y la cultura del "siempre activo",  así como, posiblemente, antecedentes de perfeccionismo o trastornos relacionados. “La más típica es la evitación del problema o la herida real, aquello en lo que no queremos pensar, aquello que evitamos (en el concepto psicológico de evitación)”, nos detalla.

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Un problema que puede afectar a nuestra salud mental

Sin duda, estamos ante un problema que puede llegar a afectar a nuestra salud mental. “Claro que sí, descansar es necesario para el cuerpo y para el cerebro. Definitivamente puede afectar la salud mental, llevando a ansiedad, depresión, agotamiento, y un desequilibrio en la vida personal y laboral. Puede conducir al agotamiento (burnout) y afectar la capacidad de disfrutar de la vida y apreciar los logros personales. Por no hablar de las relaciones con los demás”, nos detalla el especialista al respecto.

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Cómo actuar si padeces dismorfia de productividad

Una vez que se identifica el problema, ¿cuáles deben ser los pasos que se deben seguir? En opinión del experto, lo más difícil, como en todos los problemas psicológicos, es reconocer el problema: ese es el primer paso. Después, es el momento buscar la ayuda de un profesional en salud mental es fundamental sin complejos. “El tratamiento puede incluir terapia cognitivo-conductual, técnicas de manejo del estrés y de la ansiedad, y aprender a establecer límites saludables entre el trabajo y la vida personal. También es importante desarrollar una relación más saludable con el trabajo y la productividad, incluyendo la valoración del descanso y el tiempo libre. Por último, más en profundidad, analizar la herida real, lo que hay debajo”, concluye Ángel Luis Guillén.