¿Son las mitocondrias uno de los secretos de la longevidad?

Hablamos con un experto sobre estas 'centrales energéticas' de las células, piezas fundamentales para disfrutar de una vida llena de salud y energía

Por Pilar Hernán

¿Sabías que las mitocondrias son la clave para disfrutar de una vida llena de salud y energía?  Tal vez no habías oído hablar mucho de ellas desde tus clases del instituto. Pues bien, la primera pregunta que nos planteamos es qué son las mitocondrias, y cómo podemos entender, de forma sencilla por qué juegan un papel tan importante en nuestra salud. “El ‘chi’ o ‘Qi’ es un concepto clave para la medicina tradicional asiática, podríamos traducirlo como el ‘flujo de la energía vital’ o la ‘fuerza de la vida’, aquello que  ‘promueve y calienta’. Lo que los antiguos filósofos discutían en sus templos, hoy es demostrado por los modernos biólogos en el laboratorio. Hoy sabemos que el Qi, esa energía que nos mantiene sanos a nivel mental y físico, es un compuesto químico conocido como ATP (adenosin trifosfato) producido en una parte de nuestras células conocidas como mitocondrias”, nos anticipa el fisioterapeuta, máster en Psiconeuroinmunología Clínica y experto en terapia ortomolecular Antonio Valenzuela, quien acaba de presentar su libro Activa tus Mitocondrias. El secreto para una vida más longeva, publicado por Alienta Editorial.

Le preguntamos si podríamos decir que son las pilas de nuestras células. “Más que las pilas, son las centrales energéticas de nuestras células, encargadas de convertir el oxígeno y los alimentos en energía. Pero sus funciones van más allá, por ejemplo, son las responsables de mantener nuestra temperatura corporal y constituyen unas sofisticadas factorías de ‘piezas’ necesarias para el funcionamiento celular”, nos detalla.

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El vínculo de las mitocondrias con la longevidad

Lo cierto es que en los últimos tiempos se está comprobando el vínculo entre las mitocondrias y la longevidad, llegando a considerarse que podemos estar ante un elemento clave en esta relación. Nos lo confirma el doctor, que explica que una de las líneas de investigación más prometedoras en materia de longevidad, que empezó en 2006, es la transferencia de mitocondrias jóvenes y sanas a células enfermas y/o envejecidas. “Si bien, aunque esto no sea accesible para la mayoría de nosotros, lo que sí está en nuestras manos es cuidar de nuestras mitocondrias para mantenerlas sanas y a pleno rendimiento”, nos explica el doctor, a quien le hemos transmitido algunas de las preguntas clave sobre la salud mitocondrial.

¿Qué consecuencias puede tener una disfunción de nuestras mitocondrias para nuestra salud?

La salud depende de la energía, sin ella la vida no es posible. Así que, cuando las mitocondrias se vuelven disfuncionales, todo nuestro organismo se resiente. No podemos convertir los alimentos en energía, nuestro metabolismo se ralentiza, por lo que el azúcar y la grasa se acumulan en nuestras arterias, a la vez que nuestro organismo responde con hambre como llamada de “auxilio energético”. Sin energía nos encontramos fatigados y apáticos, tenemos menos tolerancia al frío, nuestra musculatura se cansa y aparecen dolores inexplicables. Nuestro aparato digestivo se vuelve perezoso por lo que las digestiones se eternizan y aparece el estreñimiento. Nuestro cerebro no puede pensar con claridad, nos cuesta trabajo concentrarnos, por lo que tomamos peores decisiones en nuestra vida y así un largo listado de síntomas.

¿Cómo podemos conseguir estimular nuestra salud mitocondrial?

Para la antigua Grecia, la verdadera felicidad consistía en vivir acorde con la naturaleza. Este principio aplica al 100% a nuestras mitocondrias. Volver a conectar con los estímulos presentes en la vida las activa: el movimiento, el frío (duchas frías), el calor (saunas o baños calientes), el oxígeno (técnicas de respiración), la luz solar, la comida real y nutritiva, los ayunos cortos, las relaciones sociales de calidad, el sueño reparador… En definitiva, aquello que es bueno para nosotros, es bueno para nuestras mitocondrias.

¿Qué factores pueden influir en un mal funcionamiento de nuestras mitocondrias?

En general toda la toxicidad de la vida moderna que nos ha tocado vivir. Algunos ejemplos serían la toxicidad alimentaria encarnada en los productos ultraprocesados de baja calidad. Imagina si en el súper mercado hay un espacio de alimentación saludable, ¿qué productos son los que inunda el resto de las estanterías? La toxicidad ambiental presente en la contaminación, la toxicidad mental como el estrés crónico y la falta de sueño y, por supuesto, toxicidad física que supone el sedentarismo y una vida pegada a la silla.

¿Cuanto mejor sea nuestra salud mitocondrial, menor es el riesgo de padecer enfermedades crónicas?

Sin duda alguna. La disfunción mitocondrial es un sello distintivo común a todas las enfermedades crónicas, incluidos los trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes; los trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer, la demencia o el Parkinson; patologías como la fibromialgia, el hipotiroidismo, el síndrome de fatiga crónica e, incluso, el cáncer.

¿De qué forma pueden los cambios en nuestros hábitos de vida tener un impacto positivo en nuestra salud mitocondrial?

La salud de nuestras mitocondrias depende, en la mayor parte de los casos, más de nuestros hábitos que de la suerte o la genética. Por ejemplo, la gran epidemia de la era moderna, el sedentarismo, es el mayor enemigo de nuestras mitocondrias. Sin actividad física nuestras mitocondrias sufren, se vuelven perezosas y dejan de producir energía. Puede resultar contra intuitiva la idea de que el ejercicio, que nos cansa, a la vez nos aporte energía, pero la mejor explicación es la propia experimentación. Momentos después de hacer deporte, aunque nos hayamos cansado, nos encontramos con más energía, más animados y mucho mejor. El deporte es la mejor medicina mitocondrial.

Entre estos hábitos, ¿el control del estrés y un descanso adecuado son especialmente importantes para mantener nuestra salud mitocondrial?

Ir muy acelerados por la vida no significa, necesariamente, que avanzamos más rápido. El estrés crónico supone una carga excesiva para nuestras mitocondrias que las lleva al agotamiento. Lo mismo ocurre con la falta de sueño. Nuestras mitocondrias se reparan del desgaste diurno durante el descanso nocturno, si las privamos del sueño mermamos su capacidad de producir energía y las condenamos a la disfunción. Solo tienes que pensar en lo cansados que nos sentimos tras una mala noche.

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Y respecto a la dieta, ¿se pueden, por ejemplo, alimentar de forma saludable nuestras mitocondrias? ¿Es la dieta antiinflamatoria buena aliada?

¡Es la mejor aliada! La mejor farmacia es la que nos brinda la naturaleza. Reducir la inflamación de nuestro cuerpo es sinónimo de aumentar la salud de nuestras mitocondrias. En este sentido, es muy interesante priorizar las verduras de hoja verde, ricas en magnesio, las  frutas ricas en antioxidantes como la granada y los frutos rojos (especialmente los arándanos), la familia de las Brásicas (brócoli, coliflor, kale) por ser ricas en sulforafano un fitoquímico que mejora la salud mitocondrial, grasas saludables antiinflamatorias  como las presentes en el pescado y marisco, los huevos de gallinas “felices”, los frutos secos, el aceite de oliva virgen extra y el aguacate; además de las especias como la cúrcuma, el jengibre o el romero.

Sabemos más de nuestra microbiota, de nuestras hormonas, de nuestras mitocondrias... ¿piensa que cada vez estamos más interesados en nuestra salud?

Cada vez somos más conscientes de que nuestra salud es algo de lo que nos tenemos que ocupar, no podemos delegar la responsabilidad de cuidarnos y aunque vamos en la dirección correcta, aún nos queda un largo camino por recorrer. Sin ir más lejos, se estima que más del 43% de los españoles son sedentarios.

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¿Qué se va a encontrar el lector que tenga entre sus manos 'Activa tus mitocondrias'?

Una lectura agradable, cargada de herramientas sencillas y prácticas basadas en alimentación, sueño, ejercicio, suplementos, mentalidad y un largo etcétera de acciones para mejorar su salud y aumentar su energía. Escrita con todas mis neuronas, desde el corazón y con la firme voluntad de ayudar. Basada tanto en mi experiencia personal, (a mis 40 años me siento más joven y vital que con 30), como profesional y, por supuesto, en la evidencia científica más rigurosa y actual.

¿Piensa que estamos en un momento clave en relación al estudio de cómo conseguir aumentar la longevidad de las personas?

Durante los últimos 100 años hemos conseguido duplicar nuestra esperanza de vida, un éxito a todas luces. Desde mi punto de vista, el reto actual no es tanto el seguir sumando años a nuestra vida, sino vida nuestros años. La mayoría de las personas viven los últimos años de su vida enfermas. Debemos dirigir nuestros esfuerzos en alcanzar una longevidad saludable. El reto es ser joven a cualquier edad y, en la actualidad, vivimos un momento de avances apasionantes al respecto.