¿Y tú, también tienes miedo al juicio de los demás?

Si este sentimiento llega a ser muy exagerado, puede limitarnos en muchos ámbitos y llegar a ser agotador

Por Pilar Hernán

Hay personas que, a menudo, temen que la mirada de los demás se pose en ellos. Temen el juicio de los demás casi de forma constante, lo cual puede llegar a condicionar su día a día. “Según el modelo de la autodeterminación el ser humano tiene tres necesidades básicas a cubrir para poder sentir bienestar psicológico. Estas son las necesidades de conectividad social, autonomía y competencia. El miedo al juicio tiene que ver con la primera de las necesidades básicas”, nos anticipa Lara López Rubio (@lara.psicoterapia), psicóloga general sanitaria, colaboradora en el proyecto Clama Project (@calma.project), que añade que las personas necesitamos sentir que hay un otro para el que existimos y somos importantes, y viceversa. Nos construimos en relación y aprendemos a mirarnos a nosotros mismos como nos han mirado desde fuera.

“El miedo al juicio de los demás es algo completamente normal y adaptativo,  ya que vivimos en grupo y ser aceptado por este, ha estado muy vinculado a la supervivencia. Necesitamos de los demás para sobrevivir y eso implica poder vincularnos y ser aceptados”, apunta.

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¿Tienen rasgos comunes estas personas?

“Creo que no me aventuraría a decir que haya rasgos en común, ya que este miedo es algo bastante común, pero sí que se puede acentuar más en algunas personas debido a la existencia de experiencias traumáticas que involucren a los demás, es decir, momentos en los que el rechazo externo ha sido muy elevado o desmedido, llegando a producir una herida emocional”, nos detalla la psicóloga, que nos cuenta que estas experiencias traumáticas pueden ir generando una herida de vergüenza o rechazo. Así, nos explica que pueden haber hecho sentir a la persona que no es suficiente tal y como es. Se puede dar por parte de padres, madres, familiares, amigos o conocidos. El rechazo puede haber sido dirigido hacia las acciones, opiniones o necesidades de la persona.

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Así nos afecta este miedo

Nos preguntamos si tener ese miedo puede llegar a afectarnos de forma muy evidente. En opinión de la experta, si llega a ser muy exagerado, claro que puede limitarnos en muchos ámbitos y puede llegar a ser agotador. El motivo es que la herida de rechazo genera una sensación constante no ser merecedor de amor y de la aceptación de los demás. Poniéndose en juego en diferentes ámbitos de la vida en forma de baja tolerancia a la crítica, evitación de momentos en los que se pueda sentir vulnerabilidad, búsqueda del reconocimiento y aprobación de los demás, y sensación de no suficiencia.

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Consejos para superar ese miedo

¿Qué consejos daría la psicóloga a una persona para que consiga superar este miedo a ser juzgado? “En primer lugar validaría la naturalidad de la necesidad de ser aceptado y valorado por los demás, ahora bien, es importante observar esta necesidad en nosotros y explorar cómo se muestra”, cuenta. Y añade que si sentimos que está afectando de manera incapacitante a más áreas de nuestra vida de las que nos gustaría, podría ser un buen momento para poner en marcha alguna de las siguientes sugerencias:

  • Aprender a diferenciar entre críticas destructivas y constructivas, intentando recibir estas últimas desde la aceptación.
  • Trabajar en el diálogo interno.
  • Intentar fomentar la autocompasión.
  • Comenzar a comprender, trabajar e integrar, las inseguridades propias.
  • Trabajar el autoconocimiento, respeto y amor propio.
  • Intentar diferenciar entre lo que nos hace valiosos por ser y no solo por hacer.

 Si el problema llega a ser muy incapacitante, siempre recomendaría comenzar un proceso terapéutico de la mano de un profesional formado en el área.

¿Es sencillo deshacerse de ese miedo a que los demás nos juzguen?

“Creo que no diría que el miedo a ser juzgado sea algo de lo que hay que deshacerse totalmente, ya que tiene una parte social y adaptativa muy importante. Pero como hemos explicado anteriormente si llega a ser incapacitante, sí que convendría revisarlo y explorarlo. Una vez comenzada esta tarea, la dificultad dependerá del grado de experiencias traumáticas que se hayan experimentado y la gravedad de estas. A lo que habría que añadir la implicación y responsabilidad de uno mismo y el trabajo interior, acompañado del esfuerzo que se pueda poner a la hora de mejorar el malestar”, concluye.