La razón por la que necesitas tener objetivos y el método que te ayudará a conseguirlos

Tener objetivos es importante pero tenerlos equivocados pueden ser causa de frustración. Te explicamos por qué es bueno que sueñes y cuál es el método eficaz para hacerlos realidad

Por Nuria Safont

Tener objetivos, sueños, metas en la vida es necesario. Para muchos, sin estas ilusiones nuestra vida carecería de sentido. No tienen por qué ser grandes propósitos, ni siempre tienen que estar vinculados al ámbito laboral. A veces, es suficiente con establecer pequeñas intenciones a lo largo del día, de la semana o en el mes. Acciones cotidianas que te aporten placer o signifiquen un reto. Por ejemplo, si no lees o ya no le dedicas tanto tiempo a la lectura, un objetivo podría ser leer esta noche dos páginas de un libro. Como ves, se trata de algo que está al alcance de cualquiera, pero que supone un pequeño esfuerzo. Esto nos estimulará mentalmente y activará nuestra motivación, motor del cambio y del bienestar. De la mano de expertos en psicología, te explicamos por qué es tan bueno tener ideales, cómo influyen en tu vida y cuál es el método más eficaz para que consigas hacerlos realidad sin frustrarte. 

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¿Por qué necesitamos tener objetivos?

Los objetivos nos permiten materializar nuestros sueños, proyectos o propósitos. Son indispensables para alcanzar nuestras metas y de algún modo, son los que permiten el cambio en la dirección deseada", afirma la psicóloga Jennifer Arfeli de Mundopsicologos.com, quien además señala que constituyen una especie de 'paso a paso', aquello que hace posible llegar de A a B.

La experta en psicología también nos explica que los objetivos nos "permiten medir, supervisar, conocer nuestros progresos, y saber en qué necesitamos mejorar". También nos ayudan a identificar aquello que no se nos da tan bien y que debemos de trabajar más. En definitiva, los objetivos nos enseñan a conocernos mejor y desarrollarnos, contribuyendo así a nuestro crecimiento personal. 

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¿Pasa algo si no tienes objetivos?

Pese a que tener objetivos es, como hemos visto, es un aspecto fundamental de nuestra madurez, hay personas que prefieren no tenerlos y dejan su vida en manos del devenir de su propia existencia o se dejan llevar, fluir. Estos individuos deciden no preocuparse tanto por el futuro, y enfocan su vida en el presente para vivirlo con plenitud. Es una opción de vida y, si aportan satisfacción y bienestar, no tiene por qué ser una elección criticada. Sin embargo, aunque sean pequeños propósitos a corto plazo, incluso también cuando se opta por 'fluir' son necesarios. Y, para qué nos vamos a engañar, todos, de alguna manera, tenemos pequeñas metas que cumplir. 

La experta en psicología ilustra con un ejemplo por qué son importantes los objetivos incluso cuando decidimos vivir nuestra vida dejándonos llevar. Una persona que no sabe a lo que se quiere dedicar (desconoce su propósito), fluye y decide estudiar la carrera de psicología porque es algo que le gusta, no porque exista el deseo de dedicarse a ello. Se deja llevar por el presente y fluye con él. No obstante, ya tiene un objetivo que es ‘estudiar psicología’. De cierto modo, cuando fluimos, nosotros mismos vamos marcando ese flujo con pequeños objetivos tomados de manera inconsciente.

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Los objetivos a lo largo de nuestra vida

Como vemos, todos los tenemos, aunque no seamos conscientes de ellos. La pregunta es ¿desde cuándo? o, más bien, ¿cuándo empiezan a ser fundamentales? Jennifer Arfeli señala que desde la niñez. "Desde tan temprano, vamos teniendo pequeños objetivos que los adultos nos ayudan a marcar. Por ejemplo, cuando comenzamos a dar nuestros primeros pasos, nos marcamos pequeños objetivos para llegar de los brazos de un adulto a los brazos de otro".  Lo que va cambiando a lo largo de nuestra vida es el tipo de objetivos y la forma de plantearlos.

En la adolescencia, comenzamos a tener sueños y propósitos más tangibles, por lo que nuestros objetivos pasan a ser también algo más elaborados. En esta etapa de la vida, cabe destacar, nuestros objetivos serán menos personales. "No se cumplen por la motivación intrínseca de contentar a uno mismo sino a otros. Por ejemplo: Mi meta es tener una moto, para ello los objetivos a seguir son contentar a mis padres para que me la compren aprobando todas las asignaturas.

En la juventud, nuestra preocupación por el futuro aumenta, lo que hace que seamos más conscientes de la importancia de seguir unos objetivos con tal de guiar nuestro camino hacia aquello que deseamos. Es aquí cuando comenzamos a plantearnos objetivos más elaborados, conocidos como ‘objetivos de vida’.

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Los objetivos que causan frustración 

Ante la pregunta de si es bueno tener objetivos siempre o si estos pueden conllevar algún aspecto negativo, la psicóloga responde que estos siempre son necesarios si se tiene un sueño, un propósito. En definitiva, una meta que se desea alcanzar. No obstante, es importante elaborar los objetivos de manera correcta, de lo contrario, podrían ser causa de frustración, estrés, e incluso ansiedad. Y es que ¿quién no ha proyectado metas inalcanzables o irreales que, finalmente, solo han sido causa de un sentimiento de fracaso?

Esto ocurre, por ejemplo, cuando tenemos un objetivo, pero que llevarlo a cabo es poco realista o no depende, en absoluto, de nosotros. En este caso, "se puede generar una sensación de fracaso personal, una frustración que puede llevar a la persona a auto-castigarse por medio de su diálogo interno, culpabilizarse por no haberse esforzado lo suficiente, o frustrarse por no disponer de las capacidades necesarias para la consecución del objetivo", alerta la experta.

Tener propósitos poco realistas también puede afectar a nuestra autoestima y que esta dificulte la toma de decisiones. Como decíamos, otro ejemplo de objetivo erróneo sería cuando la consecución de este no depende tanto de mí, sino de elementos externos, por lo que, la no consecución del objetivo en repetidas ocasiones puede acabar desarrollando indefensión aprendida. Así pues, ¿cuál es la mejor manera de tener objetivos realistas para que estos, en la medida de lo posible, se cumplan? 

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Consejos y métodos para aprender a identificar y alcanzar objetivos

Primeramente, debemos dividirlo en objetivos concretos y específicos. Así, tendremos una planificación estratégica que nos acortará el camino para alcanzar esa meta. A todo ello, lo llamaremos plan de acción. La meta puede ser generalista, pero debe tener una fecha. Pues un sueño se convierte en meta cuando le ponemos una fecha. Los objetivos, en cambio, deben ser planteados de una forma muy concreta y específica. Los llamaremos objetivos SMART, pues han de ser:

  • S: específicos
  • M: medibles
  • A: alcanzables
  • R: realistas
  • T: depender de ti.

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Ejemplo de objetivo SMART

Meta: ser una persona más saludable de aquí a un año.

Objetivos SMART:

  1. Salir a correr 30 minutos al día, 3 días a la semana, durante 2 meses.
  2. Eliminar todos los productos fritos de mi dieta todos los días de entre semana durante 2 meses.
  3. Practicar 15 minutos de yoga y 5 de meditación cada mañana al levantarme, todos los días de la semana, durante 2 meses.

Puedes comenzar con estos 3 objetivos, y a los 2 meses, revisarlos: ¿han sido cumplidos? En caso de que no, ¿por qué? En caso de que sí, ¿han contribuido a ser una persona más sana? ¿Los intensificamos, los dejamos igual, o los suavizamos? ¿Podemos añadir nuevos objetivos para alcanzar nuestra meta? ¿Cuáles?

Así, el plan de acción puede ir revisándose en pequeños periodos de tiempo, para asegurarnos de que al año, te habrás convertido en una persona más saludable

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