Psicología

¿Eres una persona problema o solución?

Ser resolutiva es un plus. No solo te aporta mayor bienestar, sino que también te garantiza mejores relaciones con tus amigos, familiares, compañeros de trabajo e, incluso, tus jefes. La inteligencia emocional te ayuda a encontrar soluciones y no siempre problemas.

Por Nuria Safont

Las personas resolutivas alcanzan un mayor bienestar, porque son capaces de analizar los problemas que nos trae la vida sin derrumbarse ni bloquearse. Además, es el tipo de personalidad que gusta a las empresas, por lo que es más fácil encontrar trabajo o promocionar dentro de la compañía. En cambio, aquellas que todo lo ven  'a la tremenda' no solo tienen menos posibilidades laborales, sino que este rasgo de personalidad eleva el nivel de angustia y ansiedad. Sin embargo, podemos aprender a convertirnos en una 'persona solución'. Solo hay que tomar nota de estas estrategias. Además, Ixi Ávila, coach y experta en inteligencia emocional nos dará consejos para gestionar mejor esas emociones que nos pueden impedir encontrar buenas soluciones. 

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¿Eres una persona resolutiva? 

Hay algunos rasgos o características que definen a una persona resolutiva: 

  • Identifica el problema con claridad 
  • Sopesa y encuentra su causa 
  • No toma una decisión precipitada
  • Analiza diferentes maneras de resolverlo sin perder la calma 
  • Concluye cómo se puede solucionar de manera asertiva 
  • Si falla, vuelve a intentarlo
  • Si se da cuenta de que no puede resolverlo sola, sin dejar de participar en la búsqueda de una solución 

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Consejos para encontrar soluciones y no problemas 

No todas las personas cuentan con estas características, pero es algo que se puede trabajar. La inteligencia emocional te ayuda a buscar soluciones y tomar mejores decisiones. Por ejemplo, empieza por tener unos buenos valores, que siempre actuarán como tu brújula. "Está probado que las personas que conocen sus valores tardan menos tiempo en tomar decisiones y sus decisiones son más estables y menos cambiantes. Sin embargo, las personas que desconocen sus valores suelen ser más indecisas y cambian de decisión más fácilmente", señala Ixi Ávila. Además, sigue estas estrategias: 

1. Mantén la calma 

La primera regla para enfrentarte a un problema y buscar una solución es tomarse un tiempo para meditar la respuesta que vas a tener o las acciones que vas a emprender. Por ejemplo, imagina que el conflicto lo tienes con un compañero, amigo o familiar. Antes de decir o hacer algo de lo que puedas arrepentirte, respira hondo, cuenta lentamente y mentalmente hasta diez y, muy probablemente, en ese tiempo ya habrás encontrado la manera de solucionar mejor el problema o de comunicarte mejor para reducirlo. Al mantener el autocontrol, puedes manejar mejor las soluciones. Y cuanto menos reactivo se es, mayor será el juicio para afrontar cualquier desafío. 

2. Analiza si merece la pena 

Muchas veces nos obcecamos en tratar de resolver un problema, pero no nos planteamos si de verdad merece la pena que gastemos energía en él. De nuevo, pongamos el ejemplo de la confrontación con otro ser humano. A veces, no sirve de nada pelear, ni tratar de que el otro comparta tu punto de vista. La mejor solución en estos casos es tratar de ser diplomático. Y el resto de tiempo, mantener cierta distancia. 

Otro ejemplo que nos puede ayudar a ser más resolutivos analizando si merece la pena el esfuerzo que estamos llevando a cabo es decidir si esa persona o esa situación tiene poder sobre nosotros. Imagina esta situación: tienes un problema con la compañía de teléfono. Te está atendiendo una persona poco agradable que más que aportarte una explicación que consideres aceptable, te plantea más problemas. ¿Merece la pena seguir insistiendo? Quizá en este caso la mejor forma de resolver este conflicto sería despedirte correctamente y volverlo a intentar con otro agente que mantenga una postura más servicial y sea más resolutivo. 

3. Transforma la reactividad y proactividad 

En ocasiones, no somos capaces de encontrar cómo resolver un conflicto o un problema porque no somos capaces de mantener alejado nuestro 'ego' de la ecuación. Es decir, pensamos que, ya que no se nos ha pedido opinión, no debemos implicarnos en buscar la solución. O, si el conflicto es con otra persona, pensamos que lo que ha hecho lo ha hecho solo para perjudicarnos. La mayoría de las veces se trata de una conclusión equivocada, puesto que la propia sociedad y la gestión de nuestro tiempo no nos permite estar pensando todo el tiempo en buscar estrategias para sabotear a los que tenemos a nuestro alrededor. Por tanto, ampliar nuestra perspectiva, ser capaz de alejarnos y observar el problema con distancia y despersonificar nos ayuda a encontrar soluciones más realistas. 

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Gestionar las emociones 

Otro aspecto importante que nos ayuda a encontrar buenas soluciones es la observación de qué nos provoca por dentro ese problema, ya que esas sensaciones suelen ser las que nos pueden cegar y abocarnos a tomar decisiones precipitadas. Pues bien, ¿cómo podemos evitar que esto ocurra? Teniendo una buena gestión emocional. 

No hay una emoción buena y otra mala, nos recuerda Ixi Ávila, coach de inteligencia emocional. La experta explica que las emociones son neutras y cada una de ellas tienen su función. Por eso, cuando la sensación no es agradable, no se debe reprimir. "Esto nos puede pasar factura", asegura la experta. Y nos lo aclara con un ejemplo que nos podemos encontrar ante un conficto. "Cuando se activa la emoción de enfado, tendemos a aparcarla, a no mostrarla. Pero se acaba acumulando y eso puede acabar en una reacción desmedida por algo insignificante" . 

De ahí que Ixi Ávila nos sugiera una mejor gestión emocional para poder resolver de la mejor manera posible los avatares de la vida: 

  • Aprender a identificarlas y entender por qué cada emoción aparece. El miedo aparece cuando percibimos una amenaza, el enfado o la rabia cuando se traspasan nuestros límites entre otras razones, la tristeza ante la pérdida percibida, etc.
  • Crear un espacio seguro en el que poder permitirnos sentir cualquier emoción y desahogarnos. Es importante poder sentir todas las emociones, sacarlas fuera en un espacio de desahogo libre de juicios.
  • Aprender a responder en vez de reprimir o reaccionar. Esto requiere de entrenamiento emocional y a menudo de ayuda profesional. Hay muchos patrones emocionales que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida y no se transforman de la noche a la mañana. Crear nuevos hábitos emocionales requiere de práctica, paciencia y persistencia y para eso es necesario tener el apoyo adecuado.