¿Cuáles son las vacunas recomendadas para un adulto?

Con la comunidad científica volcada en la búsqueda de la vacuna del coronavirus, repasamos otras que también son importantes

Por Pilar Hernán

Sin duda, estamos en un momento en el que las vacunas están en el centro de todas las miradas. El coronavirus ha llegado para quedarse (al menos por un tiempo, esperemos que no demasiado largo) y son muchos los frentes abiertos para lograr una vacuna cuanto antes, eficaz y segura, para intentar poner freno a una pandemia que ha logrado revolver los cimientos de nuestra cultura y nuestra forma de vida. Es la más esperada, pero hay otras que tenemos que tener muy en cuenta y que llegaron para poner freno a enfermedades que, hace décadas, causaban también miles de muertes. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha admitido que durante los meses de marzo y abril, los peores en la crisis sanitaria de la pandemia de la covid-19, se produjo un descenso en la vacunación, principalmente en aquellas consideradas prioritarias, como en bebés hasta 15 meses, embarazadas y grupos más vulnerables frente al coronavirus. Es el momento de "reestablecer progresivamente" la normalidad en el calendario vacunal, poniendo "al día" estas dosis atrasadas durante los momentos más complicados de la pandemia.

Hemos hablado con Amós García Rojas, Jefe de Sección del Servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud sobre cuáles son las vacunas que, al margen de las recomendadas en el calendario vacunal de la infancia, deberían administrarse también a los adultos. Existen vacunas específicas para el adulto sano como son las dosis de recuerdo, las calendarizadas en la edad adulta o aquellas para determinados grupos de riesgo o para mayores de 60 años, más vulnerables a determinadas enfermedades. Es importante que cada adulto realice un seguimiento periódico de su estado vacunal y consulte con su médico todas las dudas que puedan surgirle. Tal y como nos cuenta el experto, el calendario vacunal para todas las edades de la vida lo ha diseñado el Ministerio en colaboración con todas las comunidades autónomas. Y teniendo esto en cuenta, el perfil de vacunas que debería un adulto tener en cartera son:

  • La de la gripe. Una vacuna que, tal y como explica el doctor, ha de administrarse cuando cumples determinados requisitos, por ejemplo mayores de 60-65 años, así como tener alguna patología de base. “No se recomienda la vacunación a toda la población por varias causas. Fundamentalmente lo que se pretende vacunando contra la gripe es evitar muertes y complicaciones. La gripe, en líneas generales para la inmensa mayoría de la ciudadanía, es un proceso molesto, pero que no tiene trascendencia clínica. Pero hay colectivos a los cuales padecer una gripe les puede traer problemas de salud serios, muy serios, e incluso llevarlos a la muerte. Es a ellos, a los más vulnerables, a los que se vacuna. En segundo lugar, es imposible que haya vacunas para todo el mundo, es un asunto de capacidad de producción”, nos cuenta.
  • La de difteria, tetanos y tosferina acelular de baja carga antigénica en las mujeres embarazadas.
  • La vacunación antineumocócica en adultos mayores de 60-65 años o menores que tengan alguna patología de base también.

Otras vacunas más específicas

Al margen de estas, el doctor García Rojas nos explica que existe también un sustrato de vacunas que depende “fundamentalmente de la posibilidad de que coexistan en un adulto determinadas enfermedades crónicas, o bien que tenga una exposición laboral susceptible de estar expuesto a determinados riesgos”. Esas vacunas son más específicas y dependen de más factores, tal y como nos explica el doctor.  “Una cosa es la recomendación individual y otra es la recomendación colectiva. Cuando una vacuna forma parte de la política vacunal de un país es porque ha sido sometida a un escrutinio poderoso, en el que se evalúa sobre todo el impacto que tiene la enfermedad en el país. Y desde esa perspectiva, las vacunas que están incluidas en el calendario son aquellas que tienen o que han tenido y que pueden volver a tener una presencia importante en nuestro país desde un punto de vista colectivo. Otras tienen una prestación más individual, es el médico el que valora si el paciente tiene posibilidad de desarrollar una patología y de los riesgos”, matiza el doctor.

Además, hay que tener en cuenta aquellas vacunas susceptibles de ser administradas a los adultos y que son, en líneas generales, aquellas para quienes no hubieran pasado enfermedades en la infancia y no hubieran estado vacunados frente a esas enfermedades, como por ejemplo el sarampión. “Si desconocemos que la hemos pasado y no tenemos documentada la vacuna, sí que conviene vacunarse”, nos cuenta el experto en Epidemiología y Prevención.

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El camino hacia la vacuna del coronavirus

No hemos querido perder la ocasión de preguntarle al doctor por uno de los temas del momento: la vacuna del coronavirus, sin duda, ese rayo de esperanza al que nos agarramos en medio de esta crisis global ocasionada por la covid-19. "Vacuna vamos a tener, seguro. El asunto es cuándo, teniendo en cuenta lo complejo que es producir una vacuna. Una vacuna nueva tarda mínimo cuatro años en estar disponible. En este caso, el esfuerzo que se está realizando desde todo el mundo de la producción de vacunas por la situación de pandemia ayudará a que se acorten los plazos, pero en menos de un año, o año y medio, no creo que podamos tenerla”, nos cuenta el doctor, quien además añade que “lo razonable y sensato también es que se empezara a vacunar a la población más vulnerable. Tampoco creo que vaya a haber vacunas disponibles para todo el mundo de entrada. También a los colectivos profesionales que desempeñan algún papel clave en el abordaje de la pandemia, por ejemplo los sanitarios. Pero, ahora bien, va a depender también un poco de las características de la vacuna que esté disponible, pero por lógica esos serían los colectivos que deberían ser los primeros en tener acceso a la vacuna”.

Y es que aunque la covid-19 afecta también a personas sin patologías previas, lo cierto es que el doctor matiza que son casos esporádicos, que no es lo habitual. “Lo habitual es que fallezcan personas de edad avanzada o personas con enfermedades importantes de base. Lo importante es vacunar a la población que claramente tiene un riesgo superior", puntualiza.

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Un proceso largo y complejo

"Hacia lo que hay que ir, en cualquier caso también, es hacia la búsqueda de un tratamiento, un tratamiento que, por cierto, posiblemente llegue antes que la vacuna”, nos dice. Y es que, como decíamos, el proceso para elaborar una vacuna es mucho más complejo. “Las vacunas son un producto que se administra, a diferencia de otros fármacos, no para reparar un daño, sino para prevenir el daño. Eso hace que se administre fundamentalmente en personas sanas, y por lo tanto, las condiciones de seguridad y eficacia tienen que ser absolutamente extremas. Si un fármaco normal puede probarse, en la fase de ensayo clínico, en un porcentaje de personas determinado, en las vacunas hay que multiplicar ese porcentaje de personas que participan en el ensayo clínico por varios números, porque tienen que ser muestras muy largas para garantizar la seguridad. Una vez que tienes el producto, garantizada su seguridad y su eficacia, tienes que producirlo, y es un proceso muy complejo también”, nos cuenta el experto del Servicio Canario de Salud.

Las vacunas, un antes y un después para la salud

Ahora bien, lo que sí que quiere dejar claro es que hablar de vacunas supone un compromiso para mejorar el nivel de salud de la ciudadanía, supone arbitrar medidas de promoción de la salud. “Las vacunas han marcado un antes y un después en la medicina. Si cierras los ojos y miras de qué moría la población de la primera mitad del siglo pasado y abres los ojos y ves de qué morimos o enfermamos ahora, el cambio es espectacular. Antes moríamos o enfermábamos fundamentalmente de problemas transmisibles, ahora morimos fundamentalmente por problemas de tipo crónico derivados de los estilos de vida que desarrollamos. En ese cambio, las vacunas han tenido un peso importantísimo, no han sido el único elemento, pero sí uno muy importante”.

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No bajar la guardia

Le preguntamos, para finalizar, qué le diría a una persona que duda de la eficacia o la seguridad de las vacunas. El doctor parte de que, afortunadamente, en nuestro país son escasos y la cobertura de vacunación que tenemos en nuestro país es altísimo. “Hay que tener en cuenta, lo primero, que una persona que duda de la eficacia de una vacuna no pertenece a un grupo homogéneo. Pueden ser por ejemplo padres y madres que tienen dudas razonables de por qué administrar a sus hijos un producto biológico frente a una enfermedad que ya no ven. Yo les diría lo primero que miren ahora lo que está pasando en la pandemia. Vivimos en un mundo globalizado, en el que lo que hoy no vemos, como bajemos la guardia, lo vamos a ver sin ninguna duda en el futuro más próximo. Eso es importante. Luego es verdad que hay padres y madres que, por cuestiones casi pseudoideológicas de una visión natural de la vida, rechazan la vacunación desde una perspectiva profundamente equivocada. Si esa tendencia a lo natural significa no vacunar, ¿también la emparejamos con beber agua de lluvia, no agua potable, con beber leche cruda, y no pasteurizada?”, reflexiona el doctor. “Lo que realmente hace modificar en sentido favorable la salud de la ciudadanía es fundamentalmente el conocimiento científico, eso es lo que hace avanzar a la humanidad, por eso a esos colectivos hay que hacerles ver que lo que permite que nuestra ciudadanía avance en condiciones adecuadas de salud es aplicar el conocimiento científico”, concluye.