Descubre por qué ser amiga de tus vecinos puede ayudarte a ser más feliz

Si lo piensas bien, hay muchas personas que ves todos los días, con quienes hablas, de las que no sabes su nombre ni en qué consisten sus vidas. Profundizar en ellos puede hacerte más feliz.

Por Cristina Soria

El ser humano es un ser social. Todos los grandes logros y comodidades de las que gozamos tienen que ver con un esfuerzo colectivo. Y, sin embargo, en nuestro día a día puede que no seamos conscientes del poder que eso puede tener sobre nosotros, y cómo podría mejorar nuestra vida si afianzáramos los lazos sociales con las personas que nos rodean.

Existe un término denominado lazos débiles, que se refiere a aquellas relaciones personales que mantenemos con personas de las que, muchas veces, no conocemos ni siquiera el nombre. Son quienes reconocemos de nuestro entorno más cercano y con quienes entablamos conversaciones esporádicas sin gran profundidad. 

Hay muchas personas a tu alrededor

Puede ser un camarero al que visitamos todos los días, y con quien ya sentimos una relación cercana y de confianza. Pueden ser los otros dueños de perros que hemos conocido en el parque mientras vemos al nuestro correr y jugar. También estos lazos débiles se refieren a vecinos con los que nos encontramos en el ascensor día tras día, y que por su aspecto y forma de saludar tienes la sensación de que es alguien agradable que no te disgusta saludar.

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Todas estas personas, en suma, son un importantísimo “relleno” a nuestras vidas. La ciudad se construye en base a las relaciones que tenemos a cada minuto, no solo de las citas establecidas con amigos muy destacados o el tiempo que pasamos con la familia. Si tus momentos con otras personas son de calidad, sea en la cafetería o en el ascensor, tu vida ganará grados de estabilidad y de felicidad.

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Hacer visible a las personas invisibles de tu vida

El monitor de natación, la persona que limpia la oficina, el opositor que se sienta todos los días a tu lado en la biblioteca... Todas estas personas no forman parte del escenario, sino que son parte activa de tus sueños. Cuando vas a dormir podrías soñar, perfectamente, con cualquiera de ellos, porque están dentro de ti. Ahora el truco está en hacer avanzar estas relaciones.

No tienes que hacer nada, no hay un objetivo ni una finalidad. Simplemente, sé consciente de que existen personas a tu alrededor, trata de conocer sus nombres, de mirarlos a los ojos cuando les saludas y de entender, en la medida de lo posible, qué mueve sus vidas.

Según el sociólogo Mark Granovetter, que ha estudiado ampliamente el impacto que tienen estas relaciones casuales en nuestra estabilidad mental y el sentimiento de felicidad, conocer a más personas nos hace más empáticos. Y no hace falta que nos predispongamos a abrir nuestro círculo con gente nueva, simplemente abrir el detalle hacia quienes ya tenemos cerca. A veces basta con sonreírles, con disfrutar el hecho de ser especialmente amable con alguien a quien realmente ves todos los días. Y a la larga, eso solo trae beneficios.

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Según un estudio publicado en 2004, quienes afianzan sus lazos débiles, los potencian y se hacen conscientes de ellos, aumentan notablemente su sentimiento de felicidad, porque afianzan su sensación de pertenencia a una comunidad y tornan los pensamientos negativos en una versión más positiva.

Porque estos lazos funcionan como eslabones, si a cada paso que das te sientes en “casa” porque estás rodeado de personas con las que has cocinado cierta empatía, es más difícil que percibas la soledad o que los problemas te atenacen y te hagan sentir débil. Tejer una red a base de lazos débiles te hace más fuerte, y aumenta tu sabiduría sobre las personas, porque solo conociendo quiénes son las personas que te rodean puedes entender bien el mundo en el que te mueves.

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