Ágatha Ruiz de la Prada recuerda los dos momentos más emocionantes de su vida

La diseñadora ha sido la protagonista de 'Samanta y la vida de', donde visitó los lugares que marcaron su infancia y madurez

Por Gtresonline

Ágatha Ruiz de la Prada ha sido la protagonista de la nueva entrega de Samanta y la vida de. La diseñadora, que tiene el corazón ocupado desde la pasada primavera, visitó junto a Samanta Villar los lugares que han marcado tanto su vida personal como profesional para dar una de las entrevistas más personales hasta el momento. La primera parada que hizo la modista fue para ver a dos de sus tías, con quienes pudo rememorar el pasado de su aristocrática familia. Además, acudieron a su finca del campo en Brea del Tajo, en Madrid, mostrando por primera vez en televisión su refugio más íntimo, donde alberga a sus perros, más de 150 gallinas y hasta una burra. Ágatha quiso confesar además a la periodista cuáles han sido los dos momentos más emocionantes que ha tenido en su vida: su primer desfile y el nacimiento de sus hijos. 

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"El primer desfile es una maravilla. Creo que no hay nada más emocionante que el primer desfile. Bueno, solamente cuando nació Tristán, que yo tenía como 26 años. Fue la pera. Y luego nació Cósima, creo que es lo más emocionante que le puede pasar a una mujer", reveló mientras pintaba un cuadro. Además, la presentadora y la diseñadora, junto a la historiadora Ángels Gutiérrez, ahondaron en sus raíces aristocráticas. Así, en el archivo diocesano de Barcelona conocieron su árbol genealógico y fueron más allá de sus títulos de marquesa de Casteldosrius, baronesa de Santa Pau y grande de España.

Tras remontarse hasta el año 1300 aproximadamente, descubrieron que un antepasado de la diseñadora fue asesor de Fernando el Católico. También se enteró de que tiene varios antepasados que fueron alcaldes de Barcelona y que algunos de ellos no sabían ni cuánta fortuna tenían al fallecer (pues su patromonio era inmenso). Y no solo eso, su bisabuela fue Isabel Güell y López del Piélago, dama de honor de la reina Victoria Eugenia, de la que tiene un mueble en el salón de casa. Además, Ágatha fue testigo de las tertulias que hacía su abuela en el jardín, dónde recibía a lo más granado de la sociedad del momento, aunque de aquella época, lo único que queda es una estatua de Beethoven que había en el jardín del palacete Torre Arnús de la familia en Badalona.

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La diseñadora también recordó a su padre, que fue uno de los socios fundadores del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y que poseía una colección de arte muy cotizada. Ágatha explicó que tenían un museo privado en casa al que solo dejaban acceder a un grupo muy reducido de personas y aseguró que en sus diseños la influencia del arte es esencial. "Mi padre era un visionario del mundo de la arquitectura y el arte. Vio lo que iba a hacer Antonio López y nos tenía en su casa cambiando los cuadros contínuamente. Llegó a comprar una de sus pinturas muy barata y después la revendió por unos cien millones de pesetas. Mi madre nunca entendió que le gustara tanto la pintura", explicó de la Prada. 

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Ágatha Ruiz de la Prada junto a sus mascotas, en ¡HOLA!