Imagínate caminando sobre el mar, con el sonido de las olas rompiendo a tus pies y el horizonte desplegándose ante ti. En la costa de Europa, existen pasarelas únicas que te permiten vivir esa sensación: puentes colgados sobre el mar, senderos que bordean la costa como si flotaran sobre el agua o pasajes que desaparecen con la marea. Si te atrae la idea de explorar el litoral desde una perspectiva diferente, prepárate: estas son las pasarelas más espectaculares de la costa europea.

PASARELA COLGANTE DE JOLÚCAR, GRANADA
En España existen numerosas pasarelas y puentes colgantes que cruzan ríos y desfiladeros, pero son pocas las que se extienden directamente sobre el mar. En la Costa Tropical encontrarás esta de 60 metros de largo suspendida a unos 35 metros de altura sobre Mar de Alborán, que ofrece vistas espectaculares del litoral mediterráneo. Integrada en un entorno natural de acantilados, está construida con acero galvanizado y madera y una parte del suelo es de cristal templado, lo que permite ver las aguas cristalinas directamente bajo los pies, aumentando la sensación de aventura y vértigo. Para acceder a ella tendrás que tomar un sendero señalizado que parte desde Torrenueva Costa, donde se puede aparcar con facilidad.

CALA CANYET, GIRONA
Entre Tossa de Mar y Sant Feliu de Guíxols, Cala Canyet esconde uno de los secretos más singulares de la Costa Brava: pequeñas plataformas de piedra sobre el mar que unen una serie de promontorios rocosos que emergen del agua. La estructura, sin barandillas, permite contemplar el paisaje geológico del litoral, con su macizo granítico y los pinos piñoneros que lo rodean. La cala en sí es un pequeño anfiteatro natural de unos 100 metros, con arena gruesa y aguas cristalinas, ideal para hacer esnórquel, gracias a sus arrecifes y a los puentes de piedra que permiten saltar directamente al mar. Para llegar a esta joya escondida, hay que dejar el coche (previo pago) en la urbanización Rosamar, a la que se accede por la carretera GI-682 y luego recorrer a pie un sendero entre pinares.

SENDERO DE SAN JUAN DE GAZTELUGATXE, VIZCAYA
Si nos situamos en el cabo Matxitxako, el punto más septentrional de Vizcaya, hacia el oriente veremos la isla de Ízaro y, detrás, la mole poderosa del cabo de Ogoño y la desembocadura de la ría de Urdaibai. Hacia poniente, tras el islote de Aketxe, aparece un istmo diminuto coronado por una pequeña construcción: es San Juan de Gaztelugatxe, la ermita más marinera de cuantas se asoman al Cantábrico. Un larguísimo sendero de piedra, con 241 escalones, lleva hasta ella, elevada sobre un gran peñasco al que, según la leyenda, trepó Juan el Bautista, mientras se disfruta a un lado y a otro del mar. Este mágico islote, rodeado de acantilados y playas salvajes, es uno de los rincones imprescindibles de la costa vasca.

SIETE VALLES COLGANTES, PORTUGAL
Los premios European Best Destination eligieron esta ruta del Algarve como el mejor sendero de Europa. Y con razón, porque los Siete Valles Colgantes –Percurso dos Sete Vales Suspensos– discurre al borde del mar ha sido y atraviesa algunas de las calas más bonitas del sur del país. Tiene aproximadamente 7 kilómetros y enlaza las playas da Marinha de Vale Centeanes y de Benagil entre acantilados dorados, cuevas marinas y arcos naturales y formaciones rocosas tallados por el mar. Lo que hace especial a este recorrido son sus pasarelas de madera y escaleras integradas en el paisaje, que permiten superar con seguridad los tramos escarpados y caminar literalmente suspendido sobre el océano Atlántico. A lo largo del camino, se disfruta de panorámicas espectaculares y de la naturaleza en su estado más puro.

CARRICK-A-REDE, IRLANDA DEL NORTE
Un puente de cuerda tradicional conecta el continente con la isla de Carrickarede, en el condado de Antrim. Tiene unos 20 metros de largo y está suspendido a 30 metros sobre el mar. Fue originalmente construido por pescadores de salmón hace siglos y hoy es un icono turístico gestionado por el National Trust. Cruza un profundo desfiladero entre acantilados, con vistas espectaculares de la costa y el Atlántico, ofreciendo una experiencia llena de vértigo y encanto natural.

CAMÍ DE RONDA, GIRONA
Para contemplar panorámicas espectaculares y hacer ejercicio, en Calella de Palafrugell hay que caminar por el camino de ronda que recorre su costa siguiendo las marcas blancas y rojas del GR-92. Hasta el pueblo de Llafranc son unos 2,5 kilómetros bastante accesibles, donde el paseo discurre por senderos al borde de los acantilados y asomado a pequeñas calas, con pasarelas de madera y escaleras que ayuda a pasar sin problemas por las zonas más rocosas. Durante el paseo, tendrás increíbles al Mediterráneo, con aguas transparentes y el típico paisaje mediterráneo lleno de pinos y matorrales. El paseo se puede alargar hasta el faro de San Sebastián y, a partir de aquí, empieza un tramo más salvaje, que tiene una parada en cala Pedrosa, antes de llegar Tamariu. En total 9 kilómetros, que se cubren en 2 horas de un paseo inolvidable entre bosques, acantilados, vegetación mediterránea y el azul del Mediterráneo como telón de fondo.

LE SENTIER DU LITTORAL, FRANCIA
No es un puente colgante, pero es un camino costero –como el de la Costa Brava– que incluye pasarelas, escaleras y tramos suspendidos sobre acantilados que bordean el mar en la Costa Azul. El tramo entre Villefranche-sur-Mer y Cap Ferrat (en la imagen) tiene pasos con barandillas y plataformas desde donde se ve el mar muy cerca, generando una sensación de caminata sobre el agua.

THE GOBBINS CLIFF PATH, IRLANDA DEL NORTE
Y una espectacular ruta costera también en el condado irlandés de Antrim es este camino tallado directamente en los acantilados que combina pasarelas metálicas suspendidas sobre el mar, puentes, túneles excavados en roca, y escaleras empinadas, todo diseñado para ofrecer una experiencia de inmersión total en el paisaje atlántico.
Originalmente inaugurado en 1902 como una hazaña de ingeniería victoriana, fue reconstruido y reabierto en 2015 como atracción turística, manteniendo su espíritu original, pero con materiales modernos y refuerzos para garantizar la seguridad de los visitantes. La ruta recorre aproximadamente 5 kilómetros (ida y vuelta), con secciones colgantes a pocos metros del oleaje, ofreciendo vistas impresionantes del mar, aves marinas, cuevas naturales y acantilados escarpados.

PASAJE DE GOIS, FRANCIA
No es una pasarela al uso. Lo que tiene de particular este pasaje –por el que también circulan bicicletas y vehículos– es que, durante varias horas al día, dependiendo de la marea, se sumerge bajo el mar. Tiene 4,5 kilómetros y une la isla de Noirmoutier, en la bahía de Bourgneuf, con el continente, en la localidad de Beauvoir-sur-Mer, en Vandea. Desde 1971, el puente de Noirmoutier ofrece una alternativa para llegar a la isla.