El príncipe George, hijo mayor de los príncipes de Gales, cumple este 22 de julio doce años: un hito más en medio de una infancia acelerada por las circunstancias. Llamado a ser el 43º monarca desde Guillermo el Conquistador y suceder a su padre, George debutó ante los medios de comunicación con un día de vida, protagonizó su primera gira oficial con nueve meses y este año ha comenzado a acompañar a su padre a un número mayor de actos. Su madurez y carácter siempre han sido llamativos, pero el fallecimiento de Isabel II, la enfermedad de Kate Middleton y su propia posición familiar, segundo en la línea sucesoria y hermano mayor, vinieron a completar esa imagen de un niño que creció demasiado pronto. Sobre esta madurez precoz, hablamos con Diana Jiménez, psicóloga especializada en infancia y divulgadora.
"El primogénito suele vivir un tiempo como ‘rey absoluto’ hasta que llega el segundo; el mediano aprende a negociar y busca su lugar; y el pequeño puede ser más libre, creativo o rebelde porque nace en un contexto familiar más relajado"
El dilema es recurrente: cómo se educa a un niño para que ocupe un rol institucional y que siga siendo un niño. "La madurez precoz tiene un doble filo: puede hacer que se olviden de ser niños”, señala la psicóloga experta en infancia. “Por eso es tan importante que la familia les permita seguir jugando, equivocarse, reír y expresar sus miedos”, añade Jiménez.
Esto explica la redefinición de su propia exposición familiar que han hecho los príncipes de Gales, procurando que todo el tiempo privado se quede en el ámbito íntimo y solo trasciendan determinadas anécdotas sobre el carácter, los hobbies o las costumbres de los pequeños, contadas y dosificadas por los propios príncipes Guillermo y Kate en el transcurso de sus funciones. Una muestra de ello es que poco se conoce de los planes del príncipe George para este cumpleaños y de todo el verano en general. La teoría dice que pasarán el verano entre Adelaide Cottage, su residencia principal en Windsor, o en Anmer Hall, en Norfolk, su retiro; mientras que la tradición dicta una posible escapada al Castillo de Balmoral, en Escocia, lugar donde el soberano ha recibido a sus familiares durante las vacaciones. Sin embargo, la realidad es que los príncipes de Gales y sus hijos prefieren mantener sus escapadas familiares en privado, algo que no ocurría en el pasado, cuando los príncipes Guillermo y Harry eran pequeños.
Aunque el príncipe George se acerca a la adolescencia, sigue siendo un niño, como subraya la psicóloga infantil: “Con doce años aún está cerca de la infancia, no aceleremos procesos, permitamos explorar todas las etapas con calma. Será adulto el resto de su vida”. Tal y como explica, Diana Jiménez, los progenitores deben tener muy presente que las bases para una "buena" adolescencia se sientan en la infancia. “De lo que se trata es de que el niño aprenda a ser responsable y resiliente, pero sin perder la alegría y la espontaneidad que necesita para crecer de forma sana”, comenta.
"Si priorizan que sea un niño seguro, querido y valorado más allá de su rol institucional, tendrá más recursos emocionales para afrontar ese destino"
A su corta edad, se ha enfrentado a duros varapalos en su vida, como la enfermedad de su madre, de la que afortunadamente ya se ha recuperado. Sufrir algo así en plena infancia puede despertar miedos profundos (a la pérdida, a la separación y al cambio), puede volver al niño más serio, más sensible a los problemas de los demás, o incluso más protector con sus hermanos, tal y como nos indica la psicóloga infantil. “Además, al tener el peso del trono puede evitar manifestar lo que siente, y esto es lo realmente preligroso. Los niños necesitan expresar lo que les pasa y les preocupa”.
La clave está, de nuevo, en los adultos que le rodean, quienes deben ser soporte emocional de los niños. El papel de estos adultos es, como recuerda Jiménez haciendo referencia a la Disciplina Positiva, el de comunicar las noticias sobre el diagnóstico y la evolución de la enfermedad con honestidad, adaptar la información a su edad y validar sus emociones.
El duodécimo cumpleaños de George también marcará su último año en su escuela actual, Lambrook, a la que también acuden sus hermanos, los príncipes Charlotte y Louis. La escuela educa a niños hasta octavo año, generalmente de 13 años, y se espera que George termine sus estudios allí en el verano de 2026, después de lo cual se trasladará a una nueva escuela para la siguiente etapa de su educación. Se cree que asistirá al Eton College, siguiendo los pasos de su padre, el príncipe William, y su tío, el príncipe Harry. El prestigioso Eton College, famoso por haber educado a un amplio número de hombres de Estado y personalidades británicas en distintas disciplinas, entre ellos, Eddie Redmayne, George Orwell o Boris Johnson. Además, Eton está a solo unos pasos de la casa de la familia en Windsor, Adelaide Cottage, el lugar en el que se instalaron para estar más cerca de Isabel II y también brindarles una vida más tranquila a sus hijos, algo que tendría sentido si en los planes estaba el enviar al príncipe George a Eton.
El peso del hermano mayor
El orden de nacimiento en la formación de la personalidad no es algo exclusivo de la realeza. Diana Jiménez, que ha estudiado en profundidad el papel del orden en el que nacen los niños dentro de una misma familia, cita a Alfred Adler, pionero en psicología individual, para quien el orden de nacimiento no lo determina todo, pero sí crea “circunstancias vitales” que moldean el carácter y la manera de percibir el mundo. “El primogénito, por ejemplo, suele vivir un tiempo como ‘rey absoluto’ hasta que llega el segundo; el hijo mediano aprende a negociar y busca su lugar; y el pequeño puede ser más libre, creativo o rebelde porque nace en un contexto familiar más relajado”, explica la experta. “Más allá de etiquetas, lo importante es cómo la familia acompaña estas circunstancias para que cada niño se sienta querido, importante y capaz”.
"Los primogénitos se sienten muy vinculados a las normas y a la aprobación de los adultos"
Detalla que los primogénitos tienden a ser responsables, organizados, perfeccionistas y protectores con sus hermanos menores. “Y sobre todo: nos les gusta defraudar. Se sienten muy vinculados a las normas y a la aprobación de los adultos”. Los psicólogos que trabajan con familias comprueban a menudo cómo ser el mayor suele venir con la expectativa, explícita o implícita, de “dar ejemplo”, cuidar a los pequeños o asumir tareas antes que los demás. Acerca de los primogénitos en general, Jiménez afirma que “lo importante es recordar que esto no debe traducirse en exigencias excesivas, sino en fomentar que el hermano mayor se sienta capaz sin que pierda su derecho a ser niño”.
Es posible que esta premisa sea difícil de aplicar con el príncipe George, teniendo en cuenta que las expectativas que pesan sobre él son más que explícitas y, al igual que en su día ocurrió con su padre, está sometido a la mirada y el escrutinio de la opinión pública. El peso del hermano mayor se multiplica cuando el niño, desde que nace, tiene su destino fijado y pronto adquiere una responsabilidad institucional propia de una persona adulta, como es el caso del nieto mayor de Carlos III. “Estar destinado desde la cuna a ser rey es, sin duda, una presión enorme. Puede fomentar que George desarrolle una personalidad muy responsable y madura antes de tiempo, pero también puede hacer que viva con más ansiedad o miedo a equivocarse”, comenta la psicóloga. “Todo dependerá de cómo sus padres manejen esas expectativas: si priorizan que sea un niño seguro, querido y valorado más allá de su rol institucional, tendrá más recursos emocionales para afrontar ese destino. Al final el acompañamiento adulto es clave”.