Está a punto de celebrar su primer aniversario de boda

Así es la vida de Mako de Japón un año después de la decisión que lo cambió todo

La renuncia a sus privilegios fue la llave que le permitió dar un volantazo a su destino

Por Lucía Fernández

Mako de Japón y Kei Komuro todavía no han celebrado su primer aniversario de casados y aún falta para superar los cuatro años que estuvieron prometidos. Llegó un momento en que no se sabía si su historia iba a derivar en cuento de hadas o en tragedia griega. Las polémicas en torno a la familia del novio, que además, no tenía noble linaje, no hacían más que poner palos en la rueda de una boda que no dejaba de postergarse. La sobrina del emperador sabía que al casarse con Kei debía renunciar a sus títulos, pero parecía que el precio que le exigían era aún más alto. Y lo pagó voluntariamente. Hace un año que compró el billete de su libertad al renunciar a todos los privilegios económicos que le correspondían y ahora es, al fin, una ciudadana recién casada dando forma a su nueva vida en Nueva York.

Mako de Japón y el precio del amor en la rígida corte imperial

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Las mujeres de la dinastía Yamato son obligadas a abandonar sus funciones cuando se casan con un hombre sin sangre real, como ya ocurrió con Ayako, la tercera hija de la familia imperial Takamado - su padre era primo del emperador Akihito-, pero la norma prevé una compensación por parte del Estado de aproximadamente un millón de euros. Nada de esto recibió Mako, que hace exactamente un año renunció voluntariamente tanto a esa dote como a su colección de joyas, que devolvió a la Corte. No quería ninguna sombra de sospecha, que se pusiera en duda las intenciones de su marido o que pudieran recaer sobre ella más acusaciones de las que había hecho frente durante los cuatro años que estuvo prometida. 

Un lujoso apartamento y una vida anónima

Así comenzó a escribir el primer capítulo de su nueva vida. El segundo fue la esperadísima boda. Sobria, en martes, sin los rituales tradicionales y seguida de una rueda de prensa que pagó de su bolsillo. Ante los medios de comunicación, comenzó el tercer capítulo, que aún continúa. “Habrá diferentes tipos de dificultades al comenzar nuestra vida, pero caminaremos juntos como lo hemos hecho en el pasado”, afirmó tras dar el 'sí, quiero'. Y en ello están ahora. Juntos, viviendo en Nueva York en un lujoso apartamento de una habitación en una zona conocida como Hell’s Kitchen por el que pagan unos 4.000 euros al mes. Allí se le ha visto realizando compras y recados por el barrio completamente sola y sin equipo de seguridad, a pesar de que un equipo de seis guardaespaldas se trasladó con ella a Estados Unidos, porque puede escapar de su destino, pero no de su apellido imperial.

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La última ocupación que se ha conocido de Mako, de 30 años, ha sido en el famoso Museo Metropolitano, muy cerca de su domicilio. En abril comenzó a colaborar como voluntaria en la preparación de una exposición de pinturas inspiradas en la vida de un monje del siglo XIII que viajó por todo Japón para introducir el budismo. Además de graduarse en Arte y Herencia por la Universidad Cristiana de Tokio, donde conoció a Kei Komuro. También estudió historia del arte en la Universidad de Edimburgo antes de hacer un master en estudios de museos y galerías de arte en 2016 en la Universidad de Leicester. Mientras era Princesa también hizo algunos trabajos como investigadora especial en el Museo de la Universidad de Tokio.

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Kei, por su parte, se licenció en Derecho por la universidad neoyorquina de Fordham, y trabaja en buffette de abogados de Nueva Jersey. Sin embargo, para ejercer ciertas funciones de su profesión en la gran manzana tiene que presentarse a un examen estatal que, sin duda, se le está resistiendo. El letrado ya lo ha suspendido en dos ocasiones, aunque no desiste y el próximo verano volverá a intentarlo. Al fin y al cabo, obstáculos más grandes ha tenido que superar la pareja para estar donde está.