Marie Cavallier: 'Es difícil convertirse en danesa y en Princesa, y seguir siendo yo misma'

Por hola.com

EL próximo 24 de mayo, una, hasta hace poco, desconocida joven francesa que reside en Ginebra —Marie Cavallier— contraerá matrimonio con su prometido, el príncipe Joaquín de Dinamarca, segundo hijo de la Reina Margarita II y del príncipe Enrique de Monpezat —también de ascendencia francesa—, en el castillo de Schakenborg (Dinamarca). La feliz pareja se conoció por casualidad, en una cacería en Dinamarca, a finales de 2005. Empezaron a salir como amigos, y más tarde surgió entre ellos un romance. Sin embargo, su relación no fue muy fácil —incluso rompieron en cierto momento—, porque Marie no podía soportar el intenso interés mediático que despertaba. Al final, "el amor lo venció todo" y volvieron a unirse. "Me sentía demasiado infeliz sin él —afirma Marie—. Me di cuenta de que nunca conocería a otro hombre que me amara tanto como él me ama".

Habla la futura Princesa
—Entre su anuncio oficial de compromiso, en octubre de dos mil siete, y su fecha de boda, el veinticuatro de mayo de dos mil ocho, ¿cómo está organizando su vida en Ginebra?
—¡Usted no puede imaginarse cómo trastocó el anuncio mi rutina diaria! Me di cuenta de que, después del anuncio de compromiso, no podría seguir trabajando. ¡Sencillamente, no tenía el adecuado estado emocional! ¡Ni la capacidad física para hacerlo! Así que poco después de que hiciéramos el anuncio, decidí abandonar mi trabajo. Me gusta hacer las cosas adecuadamente, y habría sido imposible hacer ambas al mismo tiempo: trabajar y prepararme para la boda.

—¿Por qué continuó viviendo en Ginebra después de hacerse oficial el compromiso?
—En primer lugar, tienes que tomarte un tiempo antes de cambiar totalmente tu vida. También, y eso es más importante, el protocolo, en ciertos ambientes, exige que no vivas oficialmente con tu prometido antes de la boda. Era una tradición y no veía motivo para romperla. Eso no me preocupó. Si acaso..., incluso diría que la espera lo ha hecho todo más maravilloso y le ha dado una dimensión romántica añadida.

—¿Cómo ha dividido su tiempo?
—He estado viajando mucho. Por lo general, he pasado, más o menos, casi todos los fines de semana en Copenhague, y he estado en Dinamarca una de cada dos semanas para empezar a aprender todo sobre mi nuevo papel. Estoy aprendiendo cómo sentirme danesa, lo que incluye aprender el idioma, la religión, la historia y las costumbres de mi nuevo país.

—En términos reales, ¿cómo le está yendo eso?
—Tengo que admitir que no he progresado mucho en mi aprendizaje del danés. Estoy recibiendo clases en Copenhague, pero paso la mayor parte de mi tiempo en el castillo de Joaquín, en Schakenborg, que está bastante lejos de la capital. Así que sólo he podido tener unas seis horas de clases al mes, lo que significa que realmente sólo he alcanzado un nivel básico. Es un idioma muy difícil, diremos que con un acento bastante «especial». Pero no estoy demasiado preocupada, porque, cuando esté viviendo en el país, lo escucharé por todas partes a mi alrededor. Y como me gusta aprender idiomas, creo que lo aprenderé bastante rápidamente.

—¿Y qué hay de todo lo demás: las costumbres, la historia danesa, etcétera?
—Que al menos puedo aprender por mi cuenta... Pero, por suerte para mí, tengo a Joaquín, que es un asombroso tutor privado. El tiene una memoria excepcional y sabe toda la historia danesa de memoria.

—Así que usted ha aprendido la cronología de la historia danesa. ¿Puede recordar los Reyes en el orden correcto?
—He aprendido las fechas más importantes. Respecto al orden de todos los Reyes, bueno, es bastante fácil, sabe usted. A un Christian siempre le sigue un Federico, y así sucesivamente. Así que simplemente tienes que empezar con el correcto.

—¿Quiénes son sus Reyes o Reinas favoritos?
—Es demasiado pronto para hacer una elección bien fundada. Mi Reina favorita es la que mejor conozco: la Reina Margarita II. No digo eso simplemente para halagarla: realmente lo digo en serio. Ella es una persona excepcional, con una excepcional personalidad, en todos los sentidos de la palabra. Ella logra combinar profesionalidad y clase, y hay una forma de ser realmente muy natural en ella. Justo como Joaquín. Creo que son muy parecidos...

—¿Ya ha asumido su nueva vida?
—Hasta ahora sólo un poco. Por ejemplo, Joaquín ha estado presentándome a nuevos amigos en cada uno de mis viajes a Schakenborg. Estoy sorprendida de cuán rápidamente he hecho amigos. A pesar de nuestras diferentes culturas, en Dinamarca las amistades se forjan con facilidad y naturalidad, y puedes acercarte a la gente rápidamente. Pocas veces las personas parecen superficiales en el trato. Creo que es algo especial entre los daneses la forma en que se llevan bien entre sí. Lo mismo que los americanos. Esto es algo que no siempre encuentras en otras culturas...

—Usted es una mujer de ciudad: ha vivido en Nueva York, París y Ginebra. ¿No está preocupada por empezara vivir ahora en el campo?
—Todos me hacen siempre esta pregunta. En primer lugar, me encanta el campo. Me encanta la belleza de los bosques, la temporada de caza. También iremos a menudo a Copenhague, que no está tan lejos. Finalmente, podremos invitar a amigos a que nos visiten, lo que es un verdadero sueño para mí... Y, además, el castillo es muy bonito. Es blanco por fuera y, por dentro, está decorado con brillantes colores típicamente daneses, que crean un ambiente animado y dan alegría de vivir... Sin olvidar que disfruto de mi propio tiempo y podría dedicar parte de él a viajar. En cualquier caso, no soy la clase de persona que se aburre. Y tampoco Joaquín.

—De verdad, ¿no le asusta nada de Dinamarca?
—Bueno, sí, ¡por supuesto! Pero intento ver las cosas con perspectiva. Y como soy lo bastante afortunada de tener un futuro marido que es extraordinariamente amable y atento, y que me apoya y me escucha constantemente, no estoy realmente preocupada. Incluso diría que me siento totalmente tranquila.

—Lamento insistir: ¿pero qué le asusta de su nueva vida como princesa?
—Naturalmente, la vida en Dinamarca no me asusta. Pero lo que me preocupa es poder acertar y estar a la altura de mi papel, de mis funciones reales. Lo quieras o no, ser princesa en una Familia Real significa ser una representante. Así que hay una imagen que está profundamente vinculada al país, y se espera que yo sea una especie de embajadora, en el mejor sentido de la palabra. Creo que encontraré difícil conseguir hacer eso «de modo natural» mientras siga siendo yo misma. Supone desempeñar, a la vez, dos papeles superpuestos: ser danesa y ser yo misma.

—Falta menos de un mes para la boda. ¿Cómo se siente?
—Feliz, por supuesto, y relajada. Queríamos mantener un ambiente íntimo con amigos y familiares el día de nuestra boda, pero, por supuesto, lo de íntimo es algo relativo, porque la ceremonia religiosa será televisada. Pero insistimos en que queríamos que fuera en el campo, en «nuestra casa». Siempre ha soñado con casarme en el lugar donde viviría. Y soy muy afortunada, porque el hombre a quien amo posee este castillo que él adora tanto y que heredó cuando tenía nueve años. Este es el hogar que él más valora. Y la guinda del pastel es que la pequeña iglesia en el pueblo es realmente acogedora y encantadora... Por otra parte, es verdaderamente como un cuento de hadas el que hayamos conseguido mantener nuestra boda en privado, aparte de la ceremonia religiosa, por supuesto.

—Finalmente, ¿cuál es su definición de la felicidad?
—Saber que vas a pasar el resto de tu vida con el hombre a quien amas.