Más allá de sus responsabilidades oficiales, los futuros soberanos de los Países Bajos y de los belgas volvieron a demostrar con sus gestos y su complicidad que son vecinos, aliados, pero sobre todo los mejores amigos. El príncipe Guillermo no olvidará jamás cómo su amigo Felipe de los belgas y su esposa, Matilde, todavía unos recién casados, cuidaron y protegieron a su novia quien por aquel entonces sólo era una extranjera más en la cosmopolita ciudad de Bruselas.
Los mejores confidentes de la princesa Máxima Máxima había dejado atrás toda una vida para instalarse lo más cerca posible del príncipe Guillermo. Y en Bruselas, además de trabajar en la sucursal del Deutch, daba sus primeros pasos como futura Princesa: protocolo, historia, instituciones y situación económica, política y social de los países Bajos. Todo un programa de integración seguido, paso a paso, desde la Corte de Holanda. Un periodo en el que Máxima encontraría en los príncipes herederos de Bélgica a los mejores confidentes. Felipe y Matilde de los belgas la cuidaron, la protegieron y fueron un verdadero pilar para ella cuando, después de que el Parlamento prohibiera a su padre asistir a la ceremonia de su boda, ambos recibieron a su familia en Bruselas con inmenso cariño.
Unidos por el destino Desde entonces, los Príncipes, pero muy especialmente Máxima -embarazada de su tercer hijo- y Matilde -madre ya de tres niñas- han acometido juntas diferentes proyectos para ayudar a las comunidades más pobres del mundo. Es una realidad. Máxima y Matilde comparten cruzada a favor de los más desfavorecidos, pero también son las Herederas que se han mostrado más cercanas y unidas. Sin lugar a duda, un sentimiento que han impulsado sus esposos los [príncipes Guillermo de Holanda] y [Felipe de Bélgica] unidos desde que llegaron al mundo por un destino, una proximidad geográfica, miles de páginas de histórica y unas sólidas relaciones económicas entre sus dos naciones.
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