Roma acoge la mayor afluencia de personas en su historia reciente. Fuentes oficiales hablan de cuatro millones de fieles y peregrinos que han acudido a dar su último adiós al Papa [Juan Pablo II]. A los funerales, asisten doscientos jefes de Estado, entre ellos los presidentes de Estados Unidos, George W. Bush, de Rusia, Vladimir Putin, y de Francia, Jacques Chirac. También estarán los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, así como el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
La magnitud de las exequias del Santo Padre ha forzado a las autoridades de la capital, los responsables de la policía y los servicios de seguridad de la Ciudad Eterna a desplegar todas sus fuerzas y poner en marcha un impresionante aparato organizativo que garantice la seguridad, el hospedaje y el transporte de los millones de peregrinos.
Quién ha tomado las medidas y qué han dicho al respecto
El responsable de la protección civil, Guido Bertolasso, dijo que proteger a la inmensa cantidad de peregrinos que acude desde el domingo a Roma, así como a reyes y mandatarios de los cinco continentes, podría ser una tarea que colapse totalmente la ciudad.
El prefecto de la ciudad, Achille Serra, admitió que hasta horas antes del funeral, la mayor dificultad es que no se sabía cuándo, cómo y donde llegarán los jefes de Estado.
Roma entera abraza al Papa con afecto especial, desde el simple obrero, pasando por los conductores del transporte público, hasta el alcalde, que vamos a trabajar para ayudar a todos los quieran orar por él, declaró el martes el alcalde de Roma, Walter Weltroni.
Los jefes de seguridad en Roma, por su parte, admitieron que se trata de un entierro sin igual y así son también las medidas de seguridad. Medidas que, a grandes rasgos, detallamos a continuación:
Restricciones en aeropuertos
El espacio aéreo romano se cierra al tráfico jueves y viernes para todos los vuelos como medida de prevención, salvo para los que dispongan de autorización expresa.
El aeropuerto Ciampino de Roma está cerrado a los vuelos comerciales, mientras que el número de vuelos al segundo aeropuerto de la capital, el de Fiumicino, queda reducido en un cuarenta por ciento.
Muchos vuelos civiles se han cancelado, anticipado o postergado, según las exigencias de seguridad.