Estanislao Dziwisz: el único hombre que trataba de 'tú' al Papa

Por hola.com

En el Vaticano es don Estanislao (Stanislaw Dziwisz). Para Juan Pablo II era simplemente Staszek, un diminutivo cariñoso. Para el resto del mundo, ese señor tranquilo y discreto que siempre aparecía al lado del Papa, o detrás, y le habla al oído. Él era el único capaz de interpretar cuál era su estado de ánimo y cómo se sentía. Y él era también, además de su secretario personal desde hace cuatro décadas -fue su superior en el seminario donde estudió el Pontífice y también su monitor de esquí en Cracovia, 1963- el amigo, el confidente, el mensajero de confianza, prácticamente un hijo para Juan Pablo II.

Dormía en la habitación de al lado y estaba pendiente durante la noche de su tos o de sus necesidades. Tenía la llave de su despacho privado; organizaba la agenda, transmitía sus órdenes y era su mano derecha, el ‘ángel guardián’ que jamás le abandonaba.

Nadie olvida que don Estanislao (Raba Wyzna, Polonia, 1939) estaba a su lado cuando le dijeron que Juan Pablo I había muerto. También, la noche en la que le eligieron Papa. El que le recogió en brazos cuando Ali Agca intentó asesinarle en 1981. Y el que ordenó que se le trasladaran al policlínico de Gemelli -nunca antes había sido hospitalizado un Santo Padre- salvándole la vida con su decisión, y la primera persona que vio el Papa cuando, después de más de cinco horas de operación, recobró el conocimiento.

Fue él también cuando en esa dramática situación le dio la extremaunción -en los últimos días, le administró dos veces el Sacramento en sus aposentos- creyendo que no sobreviviría al impacto de la bala. Por todo ello -fidelidad, lealtad, amistad, compromiso- el Papa le nombró prefecto adjunto de la «Casa Pontificia». Una prueba de su reconocimiento por el servicio que ha realizado este hombre durante todo este pontificado ya que, hasta el momento, solían ser los sucesores de los Papas quienes elevaban a la dignidad episcopal a los secretarios privados de los pontífices.

Conocía el testamento del Papa
Dzwisz, montañés de la pequeña población de Raba, al sur de Cracovia, y maestro de esquí, hombre reservado, amable, tranquilo, de inteligencia aguda, gran memoria y agradable sentido del humor, ha estado más cerca de Karol Wojtyla que cualquier otra persona y ha sido, como tal, la cabeza de la llamada "camarilla polaca", los compatriotas amigos que rodean al Papa. El secretario Dziwisz, pero también un "muro de hierro", como dijo un monseñor. Dziwisz ayudaba al Papa en todas las tareas diarias y era, en los últimos tiempos, el autor de la mayoría de sus homilías, leídas en audiencias generales y en su aparición dominical en el balcón de la Plaza de San Pedro.

Guardián de su puerta -sin su permiso nadie podía entrar en las dependencias del Pontífice- y albacea de sus bienes, conocía también el contenido completo del testamento redactado por el Papa para después de su muerte. Unas cuartillas escritas a mano en las que Juan Pablo II recuerda que no quiere fotos después de fallecer, menciona el lugar donde quiere ser enterrado, y le designa su heredero universal pidiéndole que reparta algunas de sus pertenencias más personales entre su círculo más cercano.

Un círculo de compatriotas que se preparan desde este mismo fin de semana para volver a Casa después de haber vivido durante 26 años en el Vaticano. Después de haber permanecido los últimos días al lado del Pontífice, dándole la mano, hasta que su corazón dejó de latir.