En muchos hogares donde viven hijos adolescentes, la escena se repite de forma demasiado habitual: los padres piden colaboración en las tareas de la casa, mientras que sus hijos parecen vivir ajenos a esas responsabilidades que todos deberían compartir. La ropa se acumula, y no solo en su habitación, donde, en ocasiones, es complicado entrar. Pero es que, además, los platos esperan en la cocina o hay que barrer el suelo. Se empieza a instalar la sensación de que nadie ayuda, lo que puede llegar a generar frustración y, en consecuencia, las nunca bienvenidas discusiones familiares.
Por eso, nos hacemos una pregunta: ¿por qué los adolescentes se muestran tan reacios a participar de forma activa en las responsabilidades del hogar? ¿Es una cuestión de simple desinterés, falta de hábito o una forma de afirmar su independencia?
Irene Giménez, especialista en Psicología en el Institut Dra. Natalia Ribé, centro miembro de Top Doctors Group, reflexiona sobre las raíces de esta actitud y nos explica cómo pueden llegar a influir factores como la educación, la dinámica familiar y la percepción que los adolescentes tienen del tiempo y del esfuerzo. No podemos perder de vista que comprender estas razones no solo ayuda a reducir tensiones, sino también a abrir un diálogo más constructivo sobre la convivencia y el valor de compartir las tareas cotidianas.
© Irene Giménez¿Por qué piensa que muchos adolescentes se resisten a colaborar en las tareas domésticas?
La adolescencia es una etapa de reafirmación de la identidad y la independencia y pueden percibir las tareas domésticas como una imposición más que como una responsabilidad compartida.
Es importante tener en cuenta que su mundo gira en torno a las amistades, estudios, hobbies... Las tareas domésticas se perciben como secundarias o poco gratificantes
¿Qué factores psicológicos y emocionales considera que influyen en esta actitud?
Es importante tener claro que la falta de colaboración en esta etapa no responde únicamente a un simple tema de “pereza”. Se trata más bien de un conjunto de factores vinculados al desarrollo emocional y psicológico del adolescente, entre los que se destacan los siguientes:
- La necesidad de autonomía: los adolescentes buscan diferenciarse de la autoridad parental. Negarse a colaborar puede ser una forma de afirmar independencia y marcar límites.
- Construcción de la propia identidad: no podemos olvidar que están en pleno proceso de definir quiénes son.
- Priorizan lo social y personal: es importante tener en cuenta que su mundo gira en torno a las amistades, estudios, hobbies... Las tareas domésticas se perciben como secundarias o poco gratificantes.
- Sentimiento de injusticia muy acusado: en el reparto de responsabilidades, si perciben éstas como no repartidas equitativamente, pueden reaccionar con resistencia o rebeldía. Por ejemplo, si un hermano más pequeño u otro miembro de la familia hace menos tareas, ellos lo pueden vivir como injusticia.
- Búsqueda de reconocimiento. Cuando no se valora su esfuerzo, tienden a desmotivarse. Es crucial a poco que hagan no olvidarse de reforzar eso de manera positiva para instaurar el hábito.
- Cambios emocionales propios de la etapa. La adolescencia trae consigo fluctuaciones del estado de ánimo, impulsividad, etc.
La comunicación no solo evita el conflicto, sino que convierte las tareas domésticas en una oportunidad para fortalecer la relación y enseñar valores de corresponsabilidad
¿Es normal que en esta etapa los jóvenes prioricen otras actividades frente a las responsabilidades familiares?
Por supuesto, diría norma y sano, es parte del desarrollo. Tienden a dar más valor a lo social, académico o personal que las responsabilidades familiares.
¿Cómo afecta la falta de colaboración de los hijos adolescentes al clima que puede instalarse en la casa?
Sin duda, puede llegar a genera tensiones, sensación de injusticia y aumentar los conflictos cotidianos entre padres e hijos.
¿Qué consecuencias puede tener en la relación padres-hijos el hecho de que estos no ayuden?
No ayudar en casa no es solo un tema práctico, sino relacional que puede erosionar la confianza, la comunicación y el sentido de pertenencia dentro de la familia.
© Adobe StockHay que intentar huir de las discusiones a todas horas. ¿Qué papel juega la comunicación para evitar que esta situación se convierta en un conflicto constante?
La comunicación no solo evita el conflicto, sino que convierte las tareas domésticas en una oportunidad para fortalecer la relación y enseñar valores de corresponsabilidad.
Lo importante es mantener una buena empatía, conectar con nuestro propio adolescente (no éramos tan distintos), y tener una buena escucha activa. Solo así podremos validar realmente lo que nuestro adolescente siente, y construir acuerdos, para que las tareas domésticas no sean vistas como castigos si no como parte de la dinámica familiar.
Es muy importante relativizar, evitar dramatizar o interpretar cada negativa del adolescente como una falta de respeto o un desafío. Cuando relativizo y entiendo que no es algo personal, sino que forma parte de una etapa y es pasajero, todo cambia.
¿Es importante, por lo tanto, asignar responsabilidades en la adolescencia?
Por supuesto, las responsabilidades los preparan para la vida adulta y les enseñan que la convivencia implica compromiso y corresponsabilidad.
Cuando colaboran y se les refuerza positivamente, se sienten capaces, útiles y responsables
¿Cómo influye la participación en las tareas domésticas en el desarrollo de la autonomía y la autoestima?
Cuando colaboran y se les refuerza positivamente, se sienten capaces, útiles y responsables, y esto fortalece su autoestima y confianza en sí mismos.
¿Qué señales pueden indicar que la falta de ayuda es más que una simple rebeldía y requiere atención especial?
Sin duda es crucial diferenciar lo que es parte del desarrollo normal adolescente de lo que puede ser un síntoma de algo más profundo o disfuncional. El aislamiento excesivo, la irritabilidad e impulsividad constante, cambios bruscos de humor, sintomatología asociada aguda (ansiedad, tristeza, ...) o rechazo generalizado frente a cualquier norma o límite, son verdaderas red flag que no pueden pasar desapercibidas y merecen intervención profesional.
¿Qué recomendaciones concretas daría a los padres para motivar a sus hijos a colaborar en casa?
La clave está en equilibrar límites claros con empatía y reconocimiento, para que los adolescentes perciban las tareas domésticas no como un castigo, sino como parte natural de la vida en familia. Para ello es necesario valorar el esfuerzo, asignar tareas acordes a su edad, dar opciones y hacerlos partícipes de la elección y reparto de tareas, dialogar y no imponer, y lo más importante: dar ejemplo. Además, se pueden introducir pequeñas recompensas simbólicas como elegir el menú o la película del fin de semana.
La clave está en equilibrar límites claros con empatía y reconocimiento, para que los adolescentes perciban las tareas domésticas no como un castigo, sino como parte natural de la vida en familia
¿Qué estrategias considera que pueden funcionar mejor: recompensas, consecuencias, diálogo…?
Lo ideal es un equilibrio de todas ellas, donde la comunicación estaría en la base de la resolución del conflicto, las consecuencias nos permitirán marcar límites y las recompensas (siempre simbólicas) reforzarán la motivación.
Queda claro que eEs importante que los padres den ejemplo y fomenten la corresponsabilidad en el hogar, ¿no es así?
Como comentaba, absolutamente: los adolescentes aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Hay una frase muy clara al respecto: “Un adolescente jamás será lo que quieres que sea, sino lo que ve que eres”
