A medida que se va descubriendo la importancia de la flora intestinal o microbiota en la salud global, los probióticos están alcanzando más importancia. Pero, ¿cuál es su efecto real en la salud del niño? ¿Ante qué circunstancias se aconsejan? ¿Pueden tener efectos adversos?
Para responder a estas y otras preguntas, hemos consultado con el Dr. José María Carmona Ponce, pediatra del Hospital Infantil Virgen del Rocío de Sevilla y director del Centro Pediátrico 'Cuidar Mi Bebé' de Mairena del Aljarafe (Sevilla).
No se ha conseguido demostrar que los probióticos sirvan para prevenir en niños sanos el desarrollo de infecciones intestinales, ni para prevenir infecciones respiratorias (resfriados, otitis, etc.) ni para prevenir alergias o dermatitis atópica
¿Cuándo están indicados los probióticos en niños?
Los probióticos deben cumplir una serie de especificaciones para que resulten adecuados en población pediátrica. "De la misma manera que para cada tipo de infección bacteriana utilizamos un antibiótico concreto a unas dosis determinadas y durante un tiempo correcto, igualmente, las indicaciones de los probióticos deben ser con unas cepas específicas y a unas dosis determinadas y durante el tiempo correcto", señala el experto.
Así, según la evidencia científica, estas son las principales indicaciones de los probióticos en niños, tal como detalla el Dr. Carmona:
- Gastroenteritis aguda infecciosa: "Para acortar la duración de la diarrea. Se ha avalado el uso de Lactobacillus rhamnosus GG (LGG) y Saccharomyces boulardii, durante 5–7 días".
- Diarrea asociada a antibióticos: "Para prevenir la diarrea durante o después del tratamiento antibiótico. Se deben dar junto a las mismas dosis que en la gastroenteritis mientras se está tomando el antibiótico y continuar unos días después de finalizarlo. Las cepas que se han demostrado eficaces son L. rhamnosus GG y S. boulardii".
- Cólico del lactante: "Se ha demostrado que Lactobacillus reuteri DSM 17938 o Bifidobacteriumlactis pueden reducir el llanto en lactantes alimentados con leche materna utilizados al menos durante 21 días. Sin embargo, para los niños alimentados con fórmula, la evidencia no es concluyente, por lo que no está recomendado".
- Prevención de enterocolitis necrotizante (ECN) en pacientes prematuros: "Se ha demostrado que las combinaciones de cepas de Bifidobacterium y Lactobacillus provocan una reducción significativa de ECN y mortalidad. Estarían indicados en prematuros de menos 32 semanas de edad gestacional o menos de 1.500 gramos de peso al nacimiento, según protocolos del hospital".
¿Se pueden usar los probióticos de modo preventivo?
Más allá de las indicaciones anteriores (especialmente la de enterocolitis necrotizante en el prematuro, que puede ser fatal), el uso preventivo de probióticos en niños sanos tiene evidencia científica limitada y variable, según la cepa y el contexto.
"No se ha conseguido demostrar que sirvan para prevenir en niños sanos el desarrollo de infecciones intestinales, ni para prevenir infecciones respiratorias (resfriados, otitis, etc.) ni para prevenir alergias o dermatitis atópica", advierte el pediatra.
Del mismo modo "no hay evidencia suficiente para recomendar su uso rutinario en niños sanos con el objetivo de 'fortalecer las defensas", señala, pues aunque los probióticos pueden modular la respuesta inmunitaria, su impacto real sobre eso que se denomina fortalecimiento de las defensas "es limitado". Así, "los probióticos pueden modular la respuesta inmunitaria intestinal y, en algunos casos, reducir ligeramente la frecuencia o duración de infecciones leves, pero su efecto clínico es modesto y depende de la cepa", aclara.
Por todo ello, destaca que "los probióticos no deben usarse de forma rutinaria en niños sanos como estrategia preventiva. Pueden tener cierto beneficio en contextos específicos o de riesgo, pero la decisión debe individualizarse y siempre considerando la cepa y la calidad del producto".
¿Qué composición debe tener un probiótico seguro para niños?
"La seguridad y la calidad son los aspectos más importantes a la hora de recomendar un probiótico en niños. Aunque en general los probióticos son seguros en población pediátrica sana, no todos los productos comerciales cumplen los criterios necesarios, y la composición adecuada depende de varios factores", destaca el Dr. José María Carmona.
Estas deben ser sus características, tal como detalla:
- Cepas claramente identificadas y documentadas. "Debe especificarse género, especie y cepa, por ejemplo: Lactobacillus rhamnosus GG ATCC 53103. Cada cepa tiene efectos distintos, por tanto, no se pueden extrapolar resultados entre cepas parecidas. Las cepas deben estar avaladas por estudios clínicos en niños".
- Concentración adecuada y viable. "Contenido mínimo de 10⁹–10¹⁰ unidades formadoras de colonias por dosis, según la cepa. La etiqueta debe indicar la cantidad de microorganismos viables al final de la vida útil, no solo al momento de fabricación y la fecha de caducidad y condiciones de conservación, ya que algunas requieren refrigeración".
- Pureza y control de calidad. "El producto debe estar libre de contaminantes patógenos (hongos, bacterias, …)Debe fabricarse según normas Good Manufacturing Practices. Idealmente, debe contar con certificación de laboratorio independiente (por ejemplo, farmacéutica o sanitaria) que confirme la viabilidad y pureza".
- Portadores e ingredientes inocuos. "Los excipientes deben ser seguros para niños: sin edulcorantes artificiales, azúcares añadidos o alérgenos comunes (gluten, proteínas de leche, soja)".
- Presentación adaptada a la edad. "En polvo, gotas o sobres para lactantes y niños pequeños. En cápsulas o comprimidos masticables para niños mayores. Se debe facilitar la administración precisa y segura, sin riesgo de aspiración ni sobredosis".
¿Puede tener algún riesgo automedicar a los niños con probióticos?
Como apunta el pediatra, aunque los probióticos son percibidos como productos naturales inofensivos, "no siempre son inocuos y no deberían administrarse sistemáticamente sin criterio médico, sobre todo en niños".
Los riesgos de usar probióticos sin control médico pueden ir desde infecciones oportunistas (es una situación poco habitual, pero probable), pasando por interacciones o efectos adversos como gases, distensión abdominal o diarrea persistente, hasta contaminación o composición inadecuada. En este último caso, "algunos productos comerciales, especialmente complementos alimenticios no farmacéuticos, han mostrado cepas no declaradas o sustituidas por otras, contaminación con patógenos (Enterococcus, Bacillus, Aspergillus, etc.) y/o dosis inferiores a las declaradas o pérdida de viabilidad. Por eso, no se deben comprar probióticos por internet o fuera de farmacias de confianza".
Además, hay otro problema y es el posible retraso diagnóstico. "El uso indiscriminado de probióticos para 'mejorar la digestión', 'reforzar defensas' o 'regular el intestino' puede enmascarar enfermedades (celiaquía, intolerancias, enfermedad inflamatoria intestinal) y retrasar la valoración médica adecuada", concluye el Dr. Carmona.







