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Niños

Inés Sánchez Rodríguez, maestra: "Un niño que ha sido excluido de manera reiterada puede llegar a autoexcluirse, a desconfiar de los demás"


Es necesario enseñar a los niños, desde muy pequeños, a respetar y a incluir, y el papel del adulto es esencial para no dejar que otro pequeñín esté siempre solo


Inés Sánchez Rodríguez, maestra y autora de Bolita© Inés Sánchez Rodríguez
1 de septiembre de 2025 - 7:30 CEST

La inclusión, en su significado más profundo, comienza en la infancia. Enseñar y fomentar el respeto y la empatía a los niños, desde que son muy pequeños, es imprescindible. “Valores como la inclusión, el respeto, la empatía, la solidaridad y la aceptación de la diversidad, les permiten crecer con una mirada más humana y consciente, entendiendo que cada persona tiene un valor único y un potencial que merece ser reconocido”, señala Nuria Prieto, responsable de comunicación de la Fundación Juan XXIII, dedicada a promover la inclusión social de personas en situación de vulnerabilidad. “Cuando los niños aprenden a ponerse en el lugar del otro, a reconocer las diferencias como una riqueza y no como una barrera, construyen relaciones más sanas y se sienten parte de una comunidad en la que todos cuentan”, añade. 

“Estos valores, sembrados desde la infancia, no solo fortalecen su autoestima y su capacidad de convivir en armonía, sino que también los preparan para ser adultos más responsables, sensibles y comprometidos con el bienestar común”.

Todos esos conceptos tan valiosos y, al mismo tiempo, tan difíciles de hacer entender a niños de corta edad, aparecen en el cuento ilustrado de Bolita, escrito por Inés Sánchez Rodríguez, maestra y profesora de educación física. “Cuando Inés nos enseñó el texto, vimos claramente que teníamos que ser los editores de esta maravillosa historia. Porque Bolita es el fiel reflejo de nuestra misión: que todas las personas pueden encontrar su lugar y contribuir de manera significativa a la sociedad cuando se les brinda la oportunidad y los apoyos adecuados”, explica Prieto. “Con Bolita acercamos la discapacidad a los más pequeños de una forma natural, para que puedan comprender que las diferencias no son una barrera, sino una oportunidad para crecer juntos”.

Hemos hablado con la autora, Inés Sánchez Rodríguez, acerca de cómo fomentar la empatía y la inclusión social en los niños desde pequeñitos, en casa y en el colegio, y da información muy útil al respecto.

Todos los niños tienen una gran facilidad para hacer amigos. Muchas veces somos los adultos quienes limitamos esa libertad con los comentarios que hacemos.

Inés Sánchez Rodríguez, maestra

¿Por qué es necesario hacer entender a los niños qué significa que alguien se sienta excluido?

Sentirse excluido es duro para cualquiera, pero en la infancia lo es todavía más, porque los niños no tienen aún estrategias para afrontar esa situación. En esos años están construyendo su personalidad, y esa vivencia puede afectarles de manera muy profunda en distintos aspectos de su desarrollo.

¿Es preciso enseñarles desde pequeños que nadie debe sentirse excluido?

Sí, es fundamental. Los niños deben aprender que todos somos diferentes y que la diversidad es positiva: no hace falta que todos seamos buenos en lo mismo. Cada uno tiene cualidades que lo hacen único, y debemos aprender a valorarlas. Si lo interiorizamos desde pequeños, creceremos siendo adultos respetuosos, solidarios y capaces de apoyar a los demás. Todo esto, además, nos hace más felices, empezando por nosotros mismos.

¿De qué manera el cuento de ‘Bolita’ les ayuda a comprender qué es la inclusión social?

Bolita prueba muchos deportes, pero no encaja en ninguno y le cuesta encontrar su lugar. Finalmente descubre que su sitio está en ayudar a los demás. Ese hallazgo refleja la belleza de la inclusión: reconocer que todos tenemos un papel valioso en la vida, y que acompañar y apoyar también es un “deporte” maravilloso.

¿Cómo gestionar el derecho de los niños a elegir con quién juegan y con quién no sin que eso implique que ningún otro se sienta ‘marginado’?

Después de más de 30 años trabajando con niños —como maestra y también en diferentes actividades en distintos países y continentes— he visto que todos los niños tienen una gran facilidad para hacer amigos. Muchas veces somos los adultos quienes limitamos esa libertad con los comentarios que hacemos. Debemos enseñar a nuestros hijos a respetar y a incluir. Ellos aprenden de nuestro ejemplo. Es clave que desarrollen empatía y sepan ponerse en los zapatos de los demás.

Bolita, de Inés Sánchez Rodríguez© Fundación Juan XXIII

¿Qué puede implicar para el desarrollo personal de un niño al que a menudo los demás le dicen “tú no juegas”?

Como profesora de educación física, siempre intento transmitir que todos somos necesarios en un equipo. Cada persona aporta cualidades distintas y todas son valiosas. Por eso organizo grupos diferentes en cada juego: así no siempre ganan o pierden los mismos, y aprenden que la inteligencia más importante en la vida es la emocional. Hay que trabajarla. 

Sentirse excluido es duro para cualquiera, pero en la infancia lo es todavía más, porque los niños no tienen aún estrategias para afrontar esa situación

Inés Sánchez Rodríguez, maestra

Un niño que ha sido excluido de manera reiterada puede llegar a autoexcluirse, a desconfiar de los demás, y eso perjudica su desarrollo. Por eso debemos ayudarles a construir un autoconcepto fuerte y a reconocer sus talentos. No es necesario que todos seamos amigos íntimos de todos, pero sí que aprendamos a buscar personas que nos complementen y nos hagan crecer, sin dejar nunca de respetar a los demás.

¿Es posible infundir en los niños la fuerza y el ‘liderazgo’ suficiente como para que eviten esas situaciones ya entre sus compañeros de clase o de su entorno?

Sí, es posible, pero requiere un trabajo conjunto entre familias y colegios. El ejemplo es la clave: si los niños ven que los adultos excluyen o hacen comentarios dañinos, ellos reproducirán esas conductas. Debemos ayudarles a descubrir sus fortalezas y enseñarles qué comportamientos son aceptables y cuáles no. De esa manera desarrollan liderazgo positivo, que puede transformar su entorno.

A medida que van creciendo y que llegan a la adolescencia, ¿cómo pueden ir contribuyendo a la inclusión social?

La inclusión social comienza en el colegio, en los parques, en los barrios… en los espacios cotidianos donde los niños conviven. Cuanta más diversidad encuentren, más la normalizarán. Y si además se sienten parte de esa diversidad, aprenderán a formar un único equipo con todos. Que en las aulas convivan niños con distintas capacidades es una riqueza: les permite crear vínculos, entender que ser diferente es algo bueno y descubrir que todos tenemos un valor que aportar.

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