Parece que la IA (inteligencia artificial) ha llegado para quedarse. Su uso se extiende cada vez a más campos y ha hecho que la interacción con la tecnología se redefina en muchos ámbitos. Si al comienzo era una innovación tecnológica con el objetivo de facilitar el acceso a la información y de resolver dudas de forma inmediata y automatizada, ahora va mucho más allá, pues muchos jóvenes la utilizan como vía de desahogo emocional.
Pero, ¿cuáles son los riesgos de darle este uso a la IA? ¿Cómo les puede afectar a adolescentes y preadolescentes? Gloria R. Ben, psicóloga experta de Qustodio, una plataforma de seguridad online y bienestar digital, nos explica sus implicaciones.
Vergüenza y miedo a la reacción del otro
Los chatbots son programas que simulan una conversación entre un humano y una máquina. Tú puedes plantearle alguna cuestión y te responde. No aporta solo una respuesta, sino que es capaz de mantener una 'conversación' entre ambos. Se utiliza mucho en el ámbito de atención al cliente para canalizar las demandas de estos últimos. Todo se hace en base a la inteligencia artificial.
Pero desde hace un tiempo, sobre todo preadolescentes y adolescentes utilizan estos chatbots como desahogo en sus preocupaciones cotidianas e incluso para pedir consejo sobre amistades, relaciones amorosas u otro tipo de cuestiones personales y de índole emocional. La cuestión es por qué prefieren hablar con una máquina en lugar de con una persona. “Muchos adolescentes prefieren compartir sus emociones con un chatbot antes que con un amigo o un adulto por vergüenza o miedo a la reacción del otro. El problema es que esa relación con la IA puede parecer auténtica, pero carece de reciprocidad emocional”, aclara la psicóloga.
Esta forma de proceder puede darse por “una mayor facilidad para relacionarse con una inteligencia artificial que no juzga, no impone represalias ni críticas, y está disponible de forma inmediata”, añade.
Más frecuente alrededor de la adolescencia
Consultar los problemas con un chatbot de IA es más habitual en la preadolescencia y la adolescencia, una etapa más vulnerable en lo personal y en la que, además, estos chicos comienzan a explorar los medios tecnológicos con más autonomía con respecto a sus padres. De hecho, según un estudio en el que han participado UNICEF y la UNESCO, más de la mitad de los chavales entre 9 y 17 años son usuarios de la inteligencia artificial.
Pero confiar sus preocupaciones a un 'robot' entrenado "puede derivar en una visión distorsionada de la amistad y en un menor esfuerzo por establecer vínculos reales, lo que a su vez incrementa el riesgo de aislamiento y soledad que ya acusan muchos de estos adolescentes y que viene siendo destacado como uno de los problemas silenciosos que sufren en la actualidad.
La consulta a un chatbot nunca debería sustituir el contacto directo personal con amigos o compañeros. Mucho menos cuando se utiliza como 'psicólogo' para exponer problemas y pedir soluciones.
El uso problemático de la IA en adolescentes
La IA es una realidad novedosa para todos que hay que saber utilizar bien. En este sentido, Qustodio ofrecer una serie de recomendaciones para evitar el uso problemático en niños y adolescentes. Estos son sus consejos:
- Prestar atención a señales de alerta: como el aislamiento, los cambios de conducta, la reducción de contactos sociales o un exceso de tiempo ante las pantallas. "Ante ello, es fundamental no ser alarmistas, sino reaccionar con una actitud comprensiva que permita abordar el problema desde la cercanía".
- Acompañamiento activo y educación emocional desde pequeños: los niños deben aprender desde que tienen su primer contacto con la tecnología, que hay una diferencia esencial entre esta y las relaciones humanas, "y entender que la IA puede ser útil, pero nunca un sustituto de una amistad real".
- Supervisión digital: los progenitores deben usar herramientas que les permitan monitorizar la actividad de sus hijos a determinadas páginas web o el tiempo de uso de ciertas aplicaciones. De este modo, pueden ser "conscientes de su vida digital y del uso que hacen de Internet".
Tal como advierte Gloria R. Ben, "los menores pueden acabar creyendo que las respuestas que reciben de un chatbot surgen de experiencias humanas reales, lo que puede confundir su percepción de las emociones y las relaciones”.