La lactancia materna es la mejor opción para el bebé y para la madre, de eso no cabe duda. Sin embargo, la presión social que las mujeres por dar el pecho desde hace unos años puede dar lugar precisamente a lo contrario, a que le afecte a la hora de conseguir establecer la lactancia. Y, en no pocos casos, incluso en depresión perinatal.
Los mensajes continuados acerca de que todas podemos dar el pecho, que las madres están programadas biológicamente para ello y que antes las mujeres no se planteaban si podrían amamantar a su bebé o no lo que hacen es, en lugar de seguridad, transmitir agobio y culpa, cuando las madres que escuchan esas palabras ven que no sale una sola gota de leche de su pecho. De todo ello hemos hablado con Bárbara Huarte Rodríguez, psicóloga sanitaria perinatal y fundadora y CEO de Centro Psicológico Huarte (centropsicologicohuarte.com).
Si hay demasiada presión o ansiedad, eso puede dificultar que la leche baje, que el bebé se agarre bien o que el proceso fluya de manera natural
¿Cómo afecta la presión social en torno a la lactancia materna en la salud mental materna?
La presión social por dar el pecho puede convertirse en una carga emocional muy grande para muchas madres. Esto sucede cuando el mensaje constante que reciben del exterior de “dar el pecho es lo mejor” choca con su vivencia real, marcada por el dolor, las dificultades o la imposibilidad de lograrlo. Cuando esto sucede aparecen emociones de culpa, frustración, fracaso y miedo a ser juzgadas que, lejos de facilitar que la mujer pueda sentirse acompañada por su entorno social, hace que se sientan solas e incomprendidas en una etapa tan vulnerable emocionalmente como es el posparto.
¿Puede llegar a interferir al establecerla con éxito?
Sí. Cuando una madre se siente estresada, juzgada o con miedo a hacerlo mal, su cuerpo también lo nota. La lactancia no es solo algo físico, también está muy ligada a cómo se siente la madre, es un proceso neurohormonal. Si hay demasiada presión o ansiedad, eso puede dificultar que la leche baje, que el bebé se agarre bien o que el proceso fluya de manera natural. Poder sentirse segura y acompañada marca la diferencia.
Incluso las prácticas orientadas a ‘ayudar’ a establecer la lactancia en algunos hospitales son tales que acaban por transmitir más presión. ¿Cómo deberían ser esas prácticas?
A veces, lo que se hace “para ayudar” acaba generando más presión todavía. Lo ideal sería que, desde el hospital, se acompañe a cada madre según su situación y su deseo, sin imponer, sin hacerla sentir mal si tiene dudas o si elige otra forma de alimentar. La clave está en poder hacer un acompañamiento respetuoso. Las prácticas hospitalarias deberían centrarse en el contacto piel con piel, el respeto al ritmo de la díada mamá-bebé y la presencia de asesoras de lactancia verdaderamente formadas, evitando que se den órdenes a la madre sin escucharla, críticas o que den consejos que llegan sin preguntar.
¿Cuáles son las emociones más comunes de las madres hasta que logran establecer la lactancia materna?
Muchas madres viven la lactancia como un verdadero columpio emocional. Pueden sentir ilusión, amor y conexión… pero al mismo tiempo también frustración, cansancio, inseguridad o culpa si las cosas no salen como esperaban o la lactancia se complica (algo muy frecuente en los primeros días).
Durante esta etapa es totalmente normal dudar de una misma, compararse con otras, sentir miedo de no estar haciéndolo bien o tener pensamientos de querer abandonarla. Validar todas esas emociones y experiencias, sin juzgarlas, es clave para que la madre no se sienta sola a lo largo de este proceso.
¿Cómo se sienten las mujeres que, a pesar de intentar implantar la lactancia materna, no lo consiguen?
Muchas mujeres se sienten tristes, frustradas o con sensación de no ser suficientes o de haber fallado. Algunas viven un verdadero proceso de duelo, muchas veces invisibilizado y silencioso, cuando realmente lo desearon, lo intentaron hacer de muchas maneras y, lamentablemente, no lo consiguieron, perdiendo así algo muy importante para ellas. Es un dolor muy real, que merece ser escuchado sin minimizarlo ni compararlo con la vivencia de otras madres que lo han podido transitar de una manera diferente.
¿Qué debe saber una madre que no logra dar el pecho? ¿Es realmente tan ‘malo’ dar biberón al bebé?
Cuando una madre que ha deseado dar el pecho y no ha sido posible puede estar transitando esta experiencia con mucha tristeza, culpa y sensación de fracaso. A esto se suma una presión social que, en muchos casos, asocia la lactancia con ser mejor madre, afianzando el mensaje de que “la buena madre es la que amamanta”, generando un gran dolor cuando no se consigue.
La lactancia no es solo algo físico, también está muy ligada a cómo se siente la madre, es un proceso neurohormonal
Aunque la lactancia materna ha demostrado tener múltiples beneficios tanto para la mamá como para el bebé, es importante recordar que el valor de una madre no se mide por su capacidad de amamantar. Lo que realmente necesita el bebé es el amor de una mamá conectada, que pueda estar disponible emocionalmente para atender sus cuidados y necesidades.
También es necesario entender que el biberón no es “malo”, es una opción válida que, en muchos casos, permite reconstruir el vínculo, aliviar el sufrimiento y recuperar la tranquilidad y confianza de la madre en su manera de amamantar.
¿Cómo darnos cuenta de que el malestar por no conseguir dar el pecho a nuestro bebé se está convirtiendo en depresión?
Es normal que la mujer pueda sentirse triste o frustrada si la lactancia no sale como esperaba, pero si esa tristeza se vuelve muy intensa, dura muchos días seguidos y se mezcla con sentimientos de culpa, pensamientos de fracaso o inutilidad, llanto constante, falta de energía o sensación de desconexión de una misma o de su bebé, es señal de que puede que estemos ante un cuadro depresivo.
Si esto ocurre, lo mejor es pedir ayuda lo antes posible y no esperar a que se pase solo o se cronifiquen los síntomas. Acudir a profesionales especializados en salud mental materna es clave; contar con una psicóloga perinatal puede brindar el apoyo, la orientación e intervención necesarios para que esa mamá pueda sentirse más acompañada y comprendida durante esta etapa.
¿Puede afectar ese malestar o esa depresión al vínculo con el bebé y a la crianza?
Sí, cuando una mamá se encuentra con una gran tristeza o sobrepasada, le puede costar mucho estar presente con su bebé o saber qué es lo que está necesitando, pero esto no significa que esté haciendo algo mal o que haya fallado. El vínculo emocional y apego seguro no aparecen de golpe, sino que se teje con el tiempo, a través del contacto, la mirada y el cuidado diario.
Es importante entender que siempre estamos a tiempo de acercarnos, de reparar, y de ofrecer a nuestro bebé una presencia amorosa y segura, incluso cuando las cosas no han salido como imaginábamos.
¿Cuándo acudir a un profesional?
Es necesario pedir ayuda siempre que la madre esté experimentando que la lactancia le está haciendo sufrir o costando más de lo que imaginaba. La maternidad no se trata de aguantar o de demostrar fortaleza o capacidad; se trata de sentirse acompañada y sostenida.
Es muy importante no esperar a estar muy mal para buscar ayuda psicológica profesional o contar con la orientación de una asesora de lactancia especializada, ya que hacerlo a tiempo puede marcar la diferencia, haciendo que la madre pueda transitar este camino de una manera más amable y sana tanto para ella misma como para su bebé.