La llegada de un bebé implica un sinfín de cambios en la vida de una pareja o de una mujer, cuando esta lo tiene en solitario. Sabemos que hay cambios físicos, hormonales y emocionales, pero la transformación de la mujer cuando se convierte en madre va mucho más allá: la Neurociencia ha demostrado recientemente que también se producen cambios a nivel cerebral. Sí, las madres sienten y piensan diferente y hay una explicación científica.
Irene de Torres García, médica especialista en Medicina Física y Rehabilitación con amplia experiencia Neurorrehabilitación, y neuropsicóloga, aclara cuáles son esos cambios y por qué se producen. La doctora, que acaba de publicar el libro ‘El cerebro de la madre. Mamá contenta, bebé feliz. La neurociencia de la maternidad’ (Ed. Aguilar), nos deja muy claro que esos cambios en la estructura encefálica de las madres tienen un porqué. Esto es lo que nos ha contado:
¿Qué se sabe hasta ahora de los cambios que se producen en el cerebro de la mujer al convertirse en madre y qué implican en su manera de sentir, de actuar y de asumir responsabilidades?
Cada vez hay más estudios sobre el cerebro de la madre humana, es un interesante campo en actual desarrollo. Las madres llevan miles de años modificando su estructura encefálica desde su primera maternidad. La llegada de un recién nacido conlleva un conjunto de adaptaciones conductuales en las madres dirigidas a garantizar el bienestar de la descendencia y esto se traduce en cambios a nivel cerebral mediante la capacidad neuroplástica del sistema nervioso para transformarse de forma adaptativa en respuesta a demandas fisiológicas y ambientales. Vamos, que tu hijo ha venido al mundo, entre otras cosas, para promover una metamorfosis en ti. ¿No habéis sentido muchas que se os reordenaban las prioridades? No es de extrañar que algunas madres al volver al trabajo se sientan "otras".
Tu hijo ha venido al mundo, entre otras cosas, para promover una metamorfosis en ti. ¿No habéis sentido muchas que se os reordenaban las prioridades? No es de extrañar que algunas madres al volver al trabajo se sientan "otras"
Además, el área neuronal materna está profusamente conectada con sistemas asociados a la recompensa, al placer, el estrés, la memoria, y a la amígdala cerebral que procesa el miedo y otras emociones ¿cómo no va a pensar y reaccionar de otra forma una madre? Pero no todo queda en la activación hormonal inicial del cerebro materno, la historia sigue… Una vez que dicho circuito materno se ha activado, el comportamiento de cuidado se mantiene y se adapta a través de información sensorial procedente del contacto con el bebé. Los estímulos olfativos, táctiles, de succión y visuales originados por los recién nacidos, mantienen y adaptan la conducta de la madre durante el período posparto.
¿Te despiertas al más mínimo movimiento de tu retoño? Se han publicado datos sobre la multiplicación en ratas preñadas de los receptores de estrógenos y oxitocina en la corteza cerebral encargada del procesamiento de la información auditiva de forma espontánea las 48 horas previas al parto. Es decir, que la rata madre tendría potenciada la conexión de la audición con el cerebro materno que condiciona su conducta. Si esta información fuera extrapolable al ser humano, podría explicar al menos parcialmente la facilidad de despertar de una madre ante el mínimo ruido de su hijo, o la sensación de que ellas escuchan más intensamente al bebé incluso desde otra habitación.
2. ¿Hacia dónde se dirigen las investigaciones al respecto? ¿Qué queda por saber acerca de esos cambios que se producen en el cerebro de la madre?
Los científicos declaran que se necesitan más estudios para dilucidar los tipos de procesos de neuroplasticidad involucrados en la transición a la maternidad en humanos y cómo afectan al comportamiento materno. Probablemente depende de la combinación de factores gestacionales intrínsecos y factores posparto extrínsecos. Los factores extrínsecos que pueden condicionar a la madre durante su transformación incluyen no solo la interacción continua con el bebé, que puede conducir a una neuroplasticidad inducida por la experiencia, sino también el tipo de lactancia, el sueño, el estrés, la hidratación, el peso, la nutrición, el apoyo recibido, etc.
3. En el libro dices que la mayoría de las mujeres embarazadas piensan en su transformación física tras dar a luz, pero no en la transformación mental; ¿qué les diría al respecto acerca del cambio interior que van a vivir?
Si piensas que sientes más intensamente desde que has sido madre, no te equivocas. Tu cerebro está favoreciendo que prestes más atención a la emocionalidad, porque en este periodo vital es necesario para la conexión con tu hijo. En pleno posparto (y periodo inicial de crianza) la mujer tiene facilitado el estado de alerta para defender a sus crías.
Tu cerebro está favoreciendo que prestes más atención a la emocionalidad, porque en este periodo vital es necesario para la conexión con tu hijo
Los cambios cerebrales maternos te hacen más consciente de tu entorno, te muestran más sensible a las amenazas y más propensa a la acción en situaciones de gran presión. Ya hay estudios que comparan la intensidad de este periodo de facilitación de «recableado» cerebral con la adolescencia, en el sentido de que hay un influjo hormonal que favorece cambios cerebrales significativos en respuesta a estímulos externos. Carmona y su equipo (2019) llegan a estas conclusiones tras comparar por neuroimagen a un grupo de madres puérperas, frente a un conjunto de adolescentes y contrastarlo con un grupo control de mujeres que se encontraban fuera de estos dos periodos vitales transformadores en los que hay que adaptarse a las nuevas condiciones del entorno. De manera que si te has sentido «un poco adolescente» en cuanto a verte en un periodo de cambios en el que los esquemas previos ya no encajan, la biología te da la razón.
4. ¿Cómo afecta esta transformación al mundo emocional de la madre?
El cambio en la sensibilidad será nuestro aliado para percibir las necesidades del bebé, pero cuidado, porque en ocasiones puede actuar como enemigo haciendo que nos sintamos poco comprendidas por las personas del entorno. Los cambios emocionales que vive una madre son complejos y a veces paradójicos. Se han dado casos de madres que han mantenido el temple en situaciones altamente estresantes con tal de proteger a su bebé.
Existe una tendencia a la calma que se hace muy necesaria para el cuidado. Otro regalo que nos puede traer la maternidad, por tanto, es cierta serenidad ante la presión, que una vez equilibrada y aceptada, nos será útil en múltiples circunstancias. Hablo de equilibrio y aceptación porque hay mujeres que no se reconocen en ella y esto les conduce temporalmente al desánimo.
5. ¿Cómo afectan esos cambios a la formación del vínculo madre-hijo?
El trabajo de Fonagy (1991) concluye que es posible predecir en un 75 % de los casos el estilo de apego de un niño. Para ello emplea dos variables: el vínculo de la madre hacia el feto cuando estaba embarazada y el apego que tenía la propia madre cuando ella era pequeña, hacia su propia madre.
El estilo de apego se inicia en el tercer trimestre del embarazo y se considera ya consolidado en torno a los 8-10 meses, para seguir reforzándose mediante las continuas interacciones con la madre. Cuán importante es el apego para nuestra supervivencia, que la vida nos saca del útero antes, confiando en que nuestras madres nos protejan de los peligros, siendo ellas protegidas por pareja y tribu, para que el bebé empiece el proceso de apego. De forma que cuando por fin sea capaz de alejarse de la madre, ya tenga tal vinculación creada, que su comportamiento se vea fuertemente influido por esa búsqueda de protección y contagio emocional que le permite saber cuándo está seguro o cuándo no. Se habrán iniciado de esta forma los esquemas cerebrales de relación social, para que ese movimiento se dé con menor exposición a peligros y favoreciendo el aprendizaje.
6. ¿Cómo influyen las emociones de la madre en el cerebro del hijo?
La coherencia fisiológica permite que se sincronicen nuestras actividades cardiacas y cerebrales. Se ha podido medir en laboratorios de investigación esta comunicación entre cerebros cuando dos personas conversan. Se produce un acompasamiento de actividad eléctrica en las áreas destinadas a la escucha, la atención y el procesamiento de nuestro propio cuerpo.
¿Quieres que tu hijo tenga una buena autoestima? Pues además de facilitarle situaciones en las que él se vea capaz de realizar tareas y resolver problemas, así como cuidar los mensajes que le transmites verbalmente, resulta que trabajar tu propia autoestima y ser modelo de ello será uno de los elementos que más sumen. Y es que el pequeño verá en ti (en vosotros) la referencia de lo posible y natural para él.
7. ¿El cerebro de la madre vuelve, en algún momento, a ser como era o hay algo que cambia para siempre?
Estos cambios comportamentales en la madre tienen su reflejo en la anatomía cerebral y ya se pueden ver mediante técnicas de neuroimagen funcional y estructural. Se han publicado estudios científicos que hablan de cambios diferenciables años después de haber dado a luz.
Criar es una habilidad que hay que entrenar y está muy ligada a la motivación
Se han puesto de manifiesto variaciones con el tiempo de la red del cerebro materno, de hecho, se ha demostrado una menor activación en la corteza cerebral en relación al procesamiento atencional según aumenta la experiencia de la madre. Esto lo ha publicado el equipo de investigación de Rutherford en Yale, valorando mediciones mediante electroencefalografía que describieron una gestión más eficiente con menor intensidad de activación en madres secundíparas ante la exposición a caras de bebés frente a madres primerizas, lo que se podría relacionar con menor gasto de energía cerebral durante el cuidado. Las 59 madres fueron evaluadas en los meses segundo y séptimo posparto y en las entrevistas, las madres de más de un hijo referían vivir con menor ansiedad la crianza del segundo. Como en todo, la experiencia cuenta.
8. Algunos estudios apuntan a que también se transforma el cerebro del hombre que se convierte en padre; ¿de qué modo?
Comparto los resultados de otros trabajos en roedores sobre el instinto maternal en ratas hembra vírgenes. Los investigadores introdujeron una rata virgen en la jaula con una madre rata y sus crías. Los primeros siete días había que tener cuidado de que la rata virgen no se comiera a las crías, pero superado este periodo, a base de exposición frecuente al cuidado, la rata virgen comenzaba a colaborar. Y si a esta rata en la que se ha despertado experimentalmente el cerebro materno se la coloca sola en una jaula a solas con crías que no son suyas, procederá a cuidarlas.
Resultados similares se han obtenido con ratas macho, aunque el periodo de tiempo necesario para despertar el cerebro paterno era mayor. Tomándome la licencia de extrapolar estos datos a humanos, me lleva a la reflexión de que el hecho de que la propia atención diaria a las crías impulse la actividad cerebral del cuidado, hace posible que este circuito se pueda activar y reforzar, aunque a otro ritmo, mediante el cuidado frecuente, también en los padres y madres no gestantes (en casos de adopción o parejas homosexuales).
Es decir, en la madre gestante podemos decir que el proceso ya ha empezado casi antes de darse cuenta, pero en padres y madres no gestantes, aunque el inicio sea más cognitivo, esa presencia constante y frecuencia en el cuidado también arrancará el proceso biológico. Criar es una habilidad que hay que entrenar y está muy ligada a la motivación. Todo cambio cerebral duradero depende de la repetición habitual para la consolidación de las fibras que comunican las áreas implicadas. ¡Fijaos todo lo que empieza a fraguarse durante la baja de maternidad, paternidad y adopción!
9. Además de neurocientífica, es madre; ¿le ha ayudado, de alguna forma, ser consciente de los cambios que iba a experimentar cuando tuviese a su bebé?
Sí, me ha permitido honrar la transformación. Con todo lo que tiene de hermoso y en ocasiones de incómodo, como puedan ser los despistes, el estado de alerta hiperprotector, la hipersensibilidad emocional que puede llevar al desencuentro con algunas personas, etc. Entender que el comportamiento de madre y bebé tiene un sentido seleccionado evolutivamente para favorecer la supervivencia de la cría y sus mejores posibilidades de desarrollo te da paciencia para entender que la intensidad de la etapa pasará y que se estará sembrando para el futuro desde esa unión tan simbiótica. Conocer estos datos de neuroplasticidad materna ayudan a entenderse a una misma durante la vivencia de tan bella transformación.