La adolescencia es una etapa convulsa debido a los grandes cambios que comporta. Sin embargo, los especialistas en Salud Mental están advirtiendo de que en la actualidad se tiende a patologizar los malestares que los chicos de esta edad sienten ante contratiempos que son habituales y no deberían representar un problema más grande. Así lo han señalado en la Jornada R-Conecta "¿Estamos cuidando el bienestar emocional de nuestros jóvenes?", una iniciativa de los centros San Juan de Dios en Madrid.
En los últimos años se ha dado un incremento de los problemas de Salud Mental en toda la población, pero con especial incidencia entre los más jóvenes, algo que se ha agravado particularmente desde la pandemia por Covid-19. De hecho, en España más del 20% de los adolescentes de entre 10 y 19 años presenta un diagnóstico de este tipo, lo que nos sitúa a la cabeza de Europa. ¿Qué se puede hacer para ayudarlos?
Sentir ansiedad ante un examen es completamente normal, habrá quien lo experimente con mayor o menor angustia, pero no debemos patologizarlo
Entender el malestar de la vida cotidiana
Los modelos en Salud Mental han ido cambiando, ahora hay más foco sobre este ámbito y esto permite acceder a problemas graves como la esquizofrenia, que sigue diagnosticándose; pero, por otro lado, hace que las desadaptaciones ante malestares de la vida cotidiana tengan peor desarrollo, pues "hay más dependencia hacia los profesionales, lo que provoca que los más jóvenes generen menos recursos propios de afrontamiento", señala el Dr. Jorge Vidal de la Fuente, psiquiatra del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, de Madrid y coordinador del Programa de Enlace de Salud Mental y Educación, también en la capital.
De la misma forma, el Dr. Álvaro Picó, también psiquiatra y director médico de la Clínica Nuestra Señora de la Paz y del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid), destaca que ese malestar "no debe patologizarse y habrá ocasiones en que precise de un tratamiento, pero en muchas otras no será así. Sentir ansiedad ante un examen es completamente normal, habrá quien lo experimente con mayor o menor angustia, pero no debemos patologizarlo. La adolescencia es un período de cambio y determinados sentimientos y emociones que no son siempre de felicidad son completamente normales. Debemos prestar atención a aquellos casos que requieren atención especializada y en ese otro tipo de situaciones lo que el niño o el adolescente necesita es tener herramientas que le ayuden a manejar sus emociones”.
Pero ¿cómo distinguir un problema mayor de otro que deberían afrontar ellos por sí mismos? Tal como destaca el Dr. Álvaro Pico, "cuando hablamos de problemas de la vida cotidiana podemos estar refiriéndonos a dificultades de adaptación en el ámbito académico, en el grupo de amigos… La línea entre ambos es muchas veces difusa y en el caso de estos problemas podemos encontrar manifestaciones que van desde el malestar inespecífico, al insomnio, la ansiedad, la tristeza y/o ideas obsesivoides, escalando incluso a ideas de muerte”. Un manejo inadecuado de la ansiedad, por ejemplo, puede llegar a desembocar en un problema de autolesiones, algo que ocurre cada vez con mayor frecuencia. Estos problemas afectan actualmente a unos 300.000 jóvenes en España, siendo ellas y a edades cada vez más precoces quienes más lo padecen (70%).
¿Por qué no saben superar los pequeños contratiempos?
Entre los factores que han disparado esta situación en que los adolescentes tienen tantos problemas para superar situaciones no dramáticas, los especialistas hablan de las redes sociales, por el abuso de tiempo que dedican a ellas y por la influencia negativa que determinados contenidos pueden llegar a ejercer. Pero no es el único elemento a tener en cuenta. Los cambios sociales, la precariedad económica, o vivir constantemente en un mundo que parece que va a desintegrarse por la amenaza de guerras y conflictos tiene mucho peso en los adolescentes de hoy. Aunque las guerras han existido siempre, la exposición actual a la información es mucho mayor.
Además, como destaca el Dr. Jorge Vidal, “existe un factor común denominador: la velocidad, la rapidez del cambio al que todos estamos sometidos y que, nos guste o no, todo apunta va a ser cada vez mayor. Esta velocidad genera dificultades de adaptación en las personas y en las familias que estamos viendo desembocan en problemas relacionados con nuestra salud mental”.
¿Qué se puede hacer para ayudarlos?
La gestión emocional de niños y adolescentes debería ser una cuestión que atañe a todos, donde la sociedad en su conjunto se implique de forma global. Los especialistas indican que no hay que centrar todo el peso en su actuación, sino que familia y escuela tienen una labor muy destacada. Como en muchos otros frente, la prevención es clave. Por eso cada vez hay más programas en marcha que tratan de acompañar emocionalmente a los adolescentes en esta etapa para que adquieran habilidades en este sentido.
En lo que respecta a la familia y en relación con estas salvaguardas preventivas, el Dr. Picó aboga por “asegurar unos buenos hábitos de descanso y alimentación, ejercicio físico, instauración de rutinas y límites… El adolescente debe además aprender a manejarse con sus iguales y ser consciente de que habrá momentos en los que aparecerán dificultades y que eso entra dentro de la normalidad, pero que cuenta con el apoyo de su familia. Además, es muy importante evitar el consumo de sustancias como el alcohol u otro tipo de drogas y aprender a utilizar y controlar el uso de dispositivos digitales”. Y es que, subraya, “muchos chavales recurren a las redes cuando sienten malestar y lo que encuentran son precisamente modos de aliviarlo que tienen el efecto contrario y son muy peligrosos, como ejemplo paradigmático ocurre con las autolesiones”.
Un ejemplo de programa educativo en las aulas es el proyecto Henka San Joan de Déu, por el que han pasado ya 21.000 alumnos entre 12 y 16 años y que ha formado a casi 1.800 profesionales de distintas comunidades autónomas. Como explica Ariadna Galtés, psicóloga y coordinadora del equipo, "se trabaja con el alumnado, la comunidad educativa y sus familias para mejorar su bienestar emocional y prevenir problemas de salud mental”.
Este programa, según destaca, “facilita herramientas a alumnos y profesores para tratar temas que normalmente no se hablan en clase. Precisamente los alumnos son quienes mejor valoran la experiencia, ya que según explican ellos mismos, gracias a las sesiones Henka que se imparten en el aula, pueden poner palabras a lo que les pasa y aprender a gestionarlo adecuadamente. Según la OMS, el mejor antídoto para prevenir y/o detectar problemas de salud mental es precisamente entrenar las habilidades socioemocionales y, de esta manera, desarrollar la resiliencia individual”.