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Neurodesarrollo

¿Es posible detectar altas capacidades en bebés?

La precocidad en algunas habilidades es uno de los principales indicadores a tener en cuenta

Hablar de altas capacidades en bebés no es sencillo, puesto que por lo general se evalúan a partir de los 7 años y, como muy pronto, a partir de los 3. Sin embargo, “sí que podemos identificar aspectos relacionados con un neurodesarrollo precoz y diferenciado del llamado desarrollo monotípico”, nos indica Carla Durán, psicóloga y orientadora educativa especialista en neurodesarrollo infanto-juvenil, altas capacidades y alteración de conducta (@altascapacidades.psicologia en Instagram). Hay, por tanto, una serie de aspectos que es posible reconocer en bebés a los que años más tarde se les podría identificar con altas capacidades, si bien la especialista incide que “el proceso de maduración y desarrollo del potencial intelectual requiere de acompañamiento, estimulación, aprendizaje y tiempo para llegar a su máxima manifestación”. Es decir, por un lado, hay que dar tiempo al pequeño a que se desarrolle y adquiera y demuestre sus destrezas y, por otro, es necesario “una constante observación y análisis” para identificar altas capacidades.

“Es aquí donde me gusta introducir el concepto del Espectro de las Altas Capacidades Intelectuales, ya que es un contínuum de interacciones de habilidades personales y de la relación con el entorno quien potenciará el potencial de cada uno de los niños y niñas”, puntualiza Durán. Por eso el diagnóstico o, mejor, la identificación de las altas capacidades no debe darse antes de los 5 ó 7 años y, en ningún caso, antes de los 3.

Sonrisa social de los bebés©GettyImages

 

Primeras señales de altas capacidades en bebés

Partiendo de que no podremos afirmar categóricamente que un bebé tiene altas capacidades, precisamente por los motivos señalados, “hay aspectos del funcionamiento de la criatura en la pequeña infancia que sí nos pueden dar indicadores de aspectos más futuros relacionados con el espectro de las altas capacidades”. Así, los rasgos que se pueden identificar son, según Durán, los siguientes:

 

  • Precocidad en el desarrollo en alguna área: la habilidad motriz, por ejemplo; en este aspecto es común que niños que son identificados con altas capacidades a partir de los 3 años fueran capaces, cuando eran bebés, de sostener la cabeza durante los primeros días de vida. Otra de las habilidades en las que suelen destacar es en el desarrollo del lenguaje y el habla; es habitual que digan sus primeras palabras en torno a los 8 meses y que puedan mantener pequeñas conversaciones entre el año y medio y los dos años. En recién nacidos, aparece la llamada sonrisa social (intencional) a los pocos días de haber nacido.
  • Alteración de las horas del sueño. Duermen, por lo general, menos horas que otros bebés o niños de su edad
  • Alta demanda y dificultad en la relación con el vínculo con los adultos. Requieren una atención muy elevada, a veces constante, de sus padres o cuidadores, lo que puede desembocar en ciertos problemas relacionales derivados de la dificultad del adulto para dar respuesta a esta necesidad del niño o del bebé.
  • Particular manera de relación con su entorno: es fácil detectar en ellos una “alta observación” e, incluso, comprobar cómo son capaces de mantener la mirada fija, como si estuviesen realmente examinando algo o a alguien. Además, cuando ya empiezan a interactuar, muestran “preferencia para la relación con personas mayores, menos interés por la relación con los iguales”.
  • Alta sensibilidad emocional y percepción rígida de la justicia. Empieza a observarse muy pronto, entre el año y los dos años de edad
  • Alta capacidad memorística. Es habitual que los padres y otros familiares del niño se asombren por su capacidad para recordar personas o situaciones vividas tiempo atrás.
  • Alta capacidad para el desarrollo de la capacidad simbólica, es decir, para imaginar o crear imágenes mentales, algo que podrán demostrar a través del juego -recreando situaciones- o del dibujo.
  • Buena capacidad para diferenciar entre el mundo fantástico y la realidad. Por lo general, los niños no son capaces de establecer esa diferencia a partir de los 7 años, pero los pequeños con altas capacidades muestran una gran precocidad también en este aspecto
  • Intereses particulares y únicos en relación a su entorno y la obsesión con ellos: “alta curiosidad por temáticas de carácter trascendentales”, algo que ocurre, en muchos casos de niños con altas capacidades, antes de los 3 años.

Cuestiones importantes a tener en cuenta

Aunque, como señalábamos anteriormente, la identificación de las altas capacidades no podrá darla oficialmente un profesional a nuestro hijo cuando es un bebé, sí es muy favorable estar atentos y reconocer las primeras señales, pues “toda comprensión del funcionamiento de la persona en estados precoces, nos brinda la oportunidad de acompañar de manera más ajustada a las necesidades emocionales, intelectuales y del desarrollo global de la persona”, explica Carla Durán.

“La identificación del funcionamiento de cada niño o niña nos permite ir cuestionando nuestras estrategias como profesionales y como figuras de referencia”; de este modo, tanto en lo que se refiere a la crianza de los hijos como a lo que tiene que ver con la atención profesional que pueda recibir nuestro hijo, esto permitirá adaptarnos y dar respuestas a sus necesidades concretas e individuales. “Cuestionarnos e ir interrogándonos de su desarrollo global nos ofrece un escenario futuro donde podemos construir la comprensión de cada persona más allá de etiquetas preestablecidas”.

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