En la calle©GettyImages

Crianza

¿Qué hacer cuando tu hijo tiene una rabieta en público?

Los berrinches de los niños no son, por lo general, fáciles de gestionar y es habitual que el adulto también pierda los nervio, por eso es importante tener claro unos pasos básicos a seguir si el berrinche ocurre en un lugar público

Ir con tu hijo al supermercado, a una tienda o a hacer algún trámite administrativo y que, de repente, comience a tener una rabieta: llora, grita, se tira al suelo revolviéndose y pateleando… Una situación de lo más común que suele venir acompañada de miradas recriminatorias por parte de desconocidos que parecen culpar al padre o a la madre por el mal comportamiento de su hijo. ¿Cómo actuar en esos casos? Y, sobre todo, ¿cómo hacerlo sin ‘ceder’ al motivo de la rabieta? Puede que no sepamos a qué se debe, pero si estamos en un supermercado, por ejemplo, un motivo muy común es porque quieren chuches o algún otro alimento que normalmente no les damos o que reservamos solo a ocasiones especiales. La solución fácil es darles la golosina o aquello que pidan e irnos a casa sin estrés ni agobios, pero también es, lógicamente, contraproducente hacerlo. ¿Qué hacer entonces?

1º Mantener la calma

“Ante todo, calma”, recomienda Anushik Harutyunyan, psicóloga de Onelife Center (www.onelifecenter.es). El primer paso para hacer frente a una rabieta en público de un niño pequeño es que nosotros logremos mantener la calma, algo que, como saben todos los padres que lo han vivido, no es tan fácil como podría parecer. “Cuando un niño tiene una rabieta es que ha llegado a un nivel de frustración tan alto que no sabe cómo expresar”, explica la psicóloga. “Como adultos debemos identificar el motivo de la rabieta e intentar empatizar con ellos. No sirve de nada que nos enfadamos, gritamos o les castiguemos por haber tenido una rabieta. A veces es muy difícil, pero tenemos que recordar que no lo hacen por fastidiarnos, sino que es su forma de expresar la frustración”.

2º Validar la emoción del niño

“Tenemos que darle tiempo para que regule sus emociones”, apunta Harutyunyan. Para ello, necesita de nuestra ayuda; de ahí la necesidad de que antes hayamos intentado mantener la calma, porque nos necesita calmados y firmes, necesita ver que el adulto que está con él controla la situación.

Los pasos a seguir serían los siguientes: “nos ponemos a la altura de sus ojos, le miramos fijamente, le cogemos la mano o incluso le abrazamos y le mandamos mensajes de calma y tranquilidad, como ‘intenta respirar despacio’, ‘estás muy nervioso y por eso lloras, pero en un ratito se te pasará’“. De este modo, validamos su emoción; es decir, le estamos explicando qué es lo que le ocurre (está nervioso, enfadado, frustrado… y por eso llora), ya que si es muy pequeño, probablemente ni siquiera lo entienda del todo.

En el carro del supermercado©GettyImages

3º Argumentar nuestra postura

También es importante darles una explicación de por qué no podemos acceder a su petición (por ejemplo, darle la golosina que está viendo). Después, podemos continuar con palabras de calma y ofrecerle un abrazo; si no lo quiere, respetarle y dejar que se quede un poquito más alejado. Es esencial darle tiempo; por mucha prisa que tengamos o por mucho que queramos que acabe la rabieta cuando antes por encontrarnos en un lugar público, no servirá de nada. Se le irá pasando antes si dejamos que se vaya regulando poco a poco por sí mismo.

¿Cómo actuar ante miradas o comentarios indiscretos de otros adultos?

“Una rabieta es muy llamativa, muchas veces tanto conocidos como extraños se quedan mirando y juzgando la situación. Lo primero es, otra vez, calma; lo normal es que, cuando los niños pequeños se frustran, lloran o tienen una rabieta: céntrate en calmar a tu hijo o a tu hija y olvídate de los demás”, recomienda la psicóloga.

“Merecen una mención especial aquellas personas, extrañas o conocidas, que intentan ayudar con intención de distraer al niño de la rabieta, que a veces pueden confundir al niño y alargar la rabieta de forma innecesaria e, incluso, poner nerviosos a los padres”. Por eso, Anushik Harutyunyan manda un mensaje contundente a todo aquel que pueda ser testigo de la rabieta de un niño en un lugar público: “si ves a un niño con una rabieta, no te pares a mirar, no juzgues y, sobre todo, no intentes intervenir si la familia no lo pide”.