Niño abrazado a su padre©AdobeStock

Psicología

¿Cómo podemos enseñarles a trabajar la frustración?

La frustración es un sentimiento que aparece cuando nuestras expectativas no coinciden con la realidad, por lo que enseñar a nuestros hijos a aprender a manejar esta emoción es algo de suma importancia. Un aprendizaje que les servirá el resto de su vida para gestionar los errores o inconvenientes que se les puedan presentar.

La equivocación o los errores siempre son un buen momento para poder enseñar a un niño una lección de vida, puesto que son situaciones en las que, los peques, muestran sus emociones en el estado más puro. En el caso de la frustración, “normalmente, se percibe en forma de enfado, rabia, tristeza o incluso a veces, miedo. Sus emociones han de salir, y si no saben hacerlo de otro modo, lo harán de manera más destructiva como pegando, gritando, rompiendo algo o haciéndose daño. También puede salir de manera menos destructiva, como llorando, alejándose de la situación o manteniendo un silencio. Un niño que ha aprendido a manejar sus emociones ante la frustración optará por expresar correctamente lo que no le ha gustado y cómo se siente con ello, desahogando así sus emociones y buscando una solución constructiva cuando esté mas relajado”, nos comenta Sonia Martínez, psicóloga y directora de los Centros Crece Bien.


Cómo enseñarles a manejar la frustración

Nuestro papel como padres es enseñarles a saber afrontar cualquier incomodidad que les pueda presentar la vida, y será, precisamente, en ese momento en el que le surja una situación negativa o imprevista, cuando deberemos mostrarle cómo gestionar la solución al problema. Tal y como nos cuenta la experta: “A manejar la frustración se aprende, no se hereda y hemos de enseñarles”, asegura. Estos son algunos recursos que podemos usar con el niño que le ayudarán a guiar mejor su frustración, según nos recomienda la psicóloga:

  1. Preguntarle: “ ‘¿qué esperas?’, ‘¿y si no ocurre?’ Son preguntas que se le pueden realizar antes de que se dé una situación en la que podemos prever que puede aparecer la frustración. Es importante escuchar sus respuestas sin juzgar”.
  2. Hablar de las expectativas en familia: “ayudar al niño a tener unas expectativas realistas de los demás, de los diferentes contextos y de él mismo, ya que frustración y expectativas van de la mano”.
  3. Evitar hablar de manera exagerada tanto en positivo como en negativo: “por ejemplo: eres perfecto, el sitio es perfecto, los demás son perfectos, eres el mejor, el mejor sitio, el mejor amigo..., ya que de un extremo se pasa al otro en cuanto algo falla. Es mucho mejor hablar de la situación concreta compartiendo qué aspectos han ido bien y cuáles pueden mejorar”.
  4. ‘¿Qué puedo aprender?’: “ofrecer la visión al niño del continuo aprendizaje. En la vida no sólo se gana o se pierde, sino que se aprende. Ayudarle a transformar las situaciones en pequeños aprendizajes”.
  5. ‘¿Qué decido?’ ‘¿Qué consecuencias tendré?’: “impulsa el pensamiento de que siempre puede decidir sobre qué hacer ante una determinada situación. Las cosas no van cómo le gustaría siempre, pero en ese momento puede decidir qué hacer. Por ejemplo: tenía pensado ir al parque pero comienza a llover. Entonces, puede decidir invitar a un amigo a casa y jugar juntos”.
Niña enfadada con helado en la mano©AdobeStock


Cómo manejar los momentos más críticos

La frustración es una emoción muy frecuente en el día a día que, en la edad adulta resulta primordial el saber controlarla. La vida en general nos frustra y es importante aprender a manejar esos momentos en los que nuestros planes se hacen pedazos, nos rompen alguna ilusión o no conseguimos algo material que queríamos con mucha fuerza. ¿Cómo enseñarles a controlar esos momentos de enfado o posibles ataques de ira a los niños? “En Crece Bien utilizamos un semáforo con los colores rojo (parar), ámbar (piensa) y verde (actúa). Simbolizan el nivel de enfado/frustración que tienen, si están muy enfadados es mejor no hacer nada, si están algo menos podrán pensar qué hacer, pero hasta que no están calmados no actúan”, nos cuenta la psicóloga.

Y añade: “Si estamos cerca le podemos ayudar en esta dirección. Si la frustración es muy elevada, no es momento de hablar ni de hacerle pensar, ya que únicamente provocará mayor frustración; es mejor sentarnos a su lado, abrazar, acariciar.... la cercanía y el contacto hacen que se relajen sus emociones. Una vez está más calmado será momento de buscar junto a él posibles soluciones o aprendizajes. Si su nivel de frustración es muy alto será momento de cambiar de contexto o hablar de otra cosa, esto hará que su atención cambie y se relajará. Una vez esté tranquilo es el momento para llevar a cabo la decisión tomada”, aconseja.

Técnicas para enseñarles a trabajar la frustración

Además de esto, hay que entender que su autoestima y seguridad están directamente relacionadas con sus reacciones emocionales, por lo que algunos ejemplos de crianza que nos pueden ayudar positivamente en este sentido, son: evitar la sobreprotección, dejarles que se equivoquen, ser sus modelos de comportamiento y ejemplos, enseñarles a pedir ayuda, enseñarles a través de cuentos que aborden el tema… Pero también existen algunos juegos o técnicas de aprendizaje para poder llevarlas a cabo en casa con nuestros hijos. La psicóloga recomienda las siguientes:

  • Concurso de alternativas. “Buscar juntos alternativas a diferentes problemas que ocurren a todos los miembros de una familia. Cuanto más practiquen la búsqueda de alternativas más sencillo será que les venga a la cabeza, en un momento en el que las cosas no son como se esperaba”.
  • El tarro de los aprendizajes. “Se pone un tarro en casa en el que se meten los aprendizajes que han tenido ese día al cambiar lo que esperaban o cuando algo no ha salido según lo esperado. Lo leen de vez en cuando para que les sea útil en las situaciones que irán viviendo y ayude a todos los miembros de la familia”.
  • Blanco/negro. “En una cuerda vamos poniendo con pinzas alternativas ordenadas de peor a mejor que tengo ante el resultado de una situación que no ha salido como me gustaría”.
  • El termómetro de la emoción. “Generar el hábito de identificar y expresar cómo nos sentimos en familia. Como si midiésemos la temperatura, podemos medir qué emoción sentimos y cuánta intensidad tiene esa emoción del 0 al 100”.
  • Aprender juntos sobre la emoción de la frustración. “Descubrir en familia cuándo aparece en cada uno, qué provoca, cómo la soluciona cada miembro”.
© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.