Método Good Inside, creado por una doctora norteamericana para la crianza.©AdobeStock

Crianza

Método ‘Good Inside’, ¿un nuevo modelo de crianza?

Creado por la doctora norteamericana Becky Kennedy, rompe con los modelos tradicionales y propone educar en la resiliencia y no en el miedo

Cuando somos padres, nos preocupa mucho la educación de nuestros hijos. Tanto la que le ofrecerán en las escuelas y guarderías, como la que nosotros vamos a darle en casa. Buscamos métodos de crianza que, en la actualidad, entendemos deben ser respetuosos. En marzo de 2020, la Dra. Becky Kennedy, psicóloga clínica, publicaba en sus redes sociales para sus apenas 200 seguidores de entonces, invitando a los padres a educar en la resiliencia y no en el miedo. Una invitación que, sin querer, se hizo viral y que convirtió a esta doctora norteamericana en todo un fenómeno. De hecho, la revista Time la ha nombrado “la psicóloga que susurra a los padres millennials. Y tiene modelo propio de educación: el método Good Inside. Pero, ¿en qué consiste este modelo?¿Es de nuevo un método de crianza con apego? Ella misma nos lo explica con su libro que se publicará la semana que viene en España, Educar sin miedo (Planeta).

Libro 'Educar sin miedo', de Dra. Kennedy (Planeta)©Planeta

Este método pretende deconstruir los modelos tradicionales de crianza con dos objetivos principales:

  • Renovar el vínculo entre padres e hijos y fortalecer su relación para asegurar el bienestar de la familia.
  • Proporcionar a los niños las herramientas esenciales para vivir una vida feliz, creen en sí mismos, gestionar sus sentimientos y fomentar la resiliencia y la empatía para su futuro.

Con este método, además, promete que “los padres podrán superar la incertidumbre y la autoculpabilidad con la que se enfrentan a la maternidad”. Pero, para entender su método, debemos saber cuáles son los principios en los que se basa.

Principios del método de crianza Good Inside

Todos somos buenos por dentro

Para explicarnos este primer concepto que, asegura su autora, “es el pilar fundamental de todo mi trabajo”, nos pone un ejemplo: cuando nuestro hijo está jugando en el suelo con un bloque de piezas y lo derriba, no es malo, sigue siendo bueno por dentro. Y cuando se habla de “ser bueno por dentro”, nos dice, “me refiero a que todos nosotros, en el fondo, somos compasivos, cariñosos y generosos”. El principio de la bondad interna, por tanto, debe situarse en el centro de la crianza, sabiendo que tanto padres como hijos son buenos y debiendo encontrar el origen de las malas conductas.

Gran parte de las corrientes de crianza no atienden a este principio y perpetúan una “presunción de maldad” que, por tanto, busca controlar a los niños y no confiar en ellos, justo lo contrario que el método que la doctora nos propone. Si hay una mala conducta es que hay un sentimiento como la ira o la frustración que no me deja pensar con claridad.

Recordar cuál es nuestro trabajo como padres

En cualquier sistema, explica la doctora, “es fundamental que las funciones y las responsabilidades estén claramente definidas para que todo funcione de la mejor forma posible”. De lo contrario, un sistema deja de funcionar. Y la familia, que es también un sistema, no es distinto, cada miembro tiene un trabajo concreto:

  • El trabajo de los padres, nos dice, “es crear un entorno seguro a través de los límites, la validación y la empatía”.
  • El de los hijos es el de “explorar y aprender a través de la experimentación y de la expresión de sus emociones”.

Por tanto, otro principio básico de este método de crianza es que “nuestros hijos no deberían dictar nuestros límites y nosotros no deberíamos dictar sus sentimientos”.

Los primeros años son vitales

Otro de los principios en que se basa es atender con sumo cuidado la franja de edad que va de los cero a los tres años, pues los niños no recordarán las palabras o las situaciones, “pero sí recordarán nuestro cuerpo”, nos dice. Así, antes de aprender a hablar, se relacionarán con sus padres y, de esta interacción, aprenderán lo que es aceptable, vergonzoso, razonable o excesivo. Por eso, nos explica, “estos primeros años son más trascendentales que los posteriores, ya que la forma en que los padres interactúan con sus hijos en sus primeros años de vida es el modelo que esos niños llevarán consigo cuando salgan al mundo”. Los niños digieren la realidad, en primer término, de esas interacciones y, de ellas, sacarán conclusiones.

Resiliencia y felicidad, dos conceptos primordiales

Todos los padres aseguran que quieren que sus hijos sean felices, pero lo que de verdad nos están diciendo, asegura la doctora, “es que lo que quieren es que sus hijos consigan evitar el miedo y la angustia, ya que, cuando nos centramos en la felicidad, ignoramos el resto de emociones que de forma inevitable estarán presentes en la vida de nuestros hijos”. Y esto, ¿qué significa? Que no les estamos enseñando a lidiar con las emociones, a relacionarse con el dolor o “con las dificultades que influyen en la manera en que se relacionan consigo mismos o con los problemas del futuro”. Es decir, debemos entender que la felicidad depende, por ejemplo, “en saber regular esa angustia, en cómo nos enfrentamos al miedo”.

El comportamiento es una ventana de sentimientos

Además, nos explica, hay que entender que el comportamiento de una persona no es la historia principal, sino un síntoma de algo que está pasando y que no vemos físicamente. Así, en todas sus facetas, nos explica ,”el comportamiento es una ventana a los sentimientos de un niños, a lo que piensa, sus impulsos, sensaciones, percepciones y necesidades no satisfechas”. Es lo que subyace a ese comportamiento lo que debe ser abordado, siendo así cuando podamos cambiar y equilibrar esa conducta.

Reduce la vergüenza, aumenta el vínculo

La vergüenza es un sentimiento que se vive de diferentes maneras, entre los adultos, pero aún más entre los niños. Para ellos, nos explica la doctora, “es un sentimiento intenso que nos dice que no debemos ser vistos como somos en ese momento”. Y la vergüenza nos pide que mintamos, que evitemos el contacto con los demás y nos escondamos y distanciemos. Por tanto, puede llegar a romper el vínculo que tenemos con nuestros hijos si no sabemos identificarla. De hecho, la vergüenza activa el miedo en ellos y “dado que el apego de un niño depende de lo seguro que se sienta, este puede llegar a romperse”. Entiende la vergüenza como un sentimiento más que, además, para el niño es útil “como sistema de detección de amenazas”.

Con tus hijos, di siempre la verdad

Aunque pueda parecerte un principio obvio, “suele ser algo muy complicado de cumplir por los padres”. Sin embargo, nos dice la doctora, “hablarles con sinceridad, sin andarte por las ramas o intentando evitar temas espinosos, requiere entrar en contacto con muchos de tus propios sentimientos en beneficio de tus hijos”. De hecho, debemos en este caso trabajar nuestras propias emociones para hablar, por ejemplo, de temas como racismo o el sexo sin problemas.

La importancia del autocuidado

Por último, otro de los pilares fundamentales que plantea la doctora en su método de crianza es el de “conseguir averiguar cuándo debemos estar para nuestros hijos, pero también cuando debemos estar para nosotros mismos”. En el mundo actual, no sabemos por qué, se ha venido a creer que la maternidad es sinónimo de entregarte sin límites a tus hijos y perder tu propia identidad. Sin embargo, haciéndolo “la crianza abnegada no es beneficiosa para nadie”.

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