Madre echando bronca a su hija©AdobeStock

Crianza

‘¡No te lo vuelvo a repetir!’ ¿Qué hacer cuando nuestros hijos no nos hacen caso?

La zona del cerebro infantil encargada de las respuestas autonómicas y endocrinas de la emoción y el almacenamiento de la memoria no comienza a desarrollarse hasta los 2 años, y el cebrero no termina de madurar hasta los 25. Estos dos datos son muy importantes para que sepas por qué hay que repetirles tantas veces las cosas a los niños.

El ‘no te lo vuelvo a repetir’ es una de las frases estrella para la gran mayoría de los padres. Y es que, seguramente, en más de una ocasión te habrás preguntado por qué tienes que repetirle tantas veces a tu hijo las cosas para que te haga caso.

Bueno, en primer lugar, debes saber que es algo cerebral y, por tanto, no lo hace a propósito. Su cebrero todavía no está lo suficientemente maduro como para retener esa información que le estás dando. “Esta pregunta la escucho casi todos los días y me gusta, en primer lugar, invitar a las familias a aprender sobre el funcionamiento del cerebro de los pequeños porque es fundamental para una crianza positiva. Estar bien informados sobre esa inmadurez cerebral que no les permite responder de la misma forma que lo hacemos los adultos es importante”, nos empieza a explicar María Fernanda Barrios, abogada, educadora y divulgadora de crianza respetuosa, además de dedicarse al Life Coach Internacional y Family Coach Internacional con su cuenta de Instagram @motivamamas (www.motivamamas.com).

Y es que según continúa diciéndonos la experta, hoy en día, gracias a la neurociencia, podemos saber que “la parte del cerebro que regula nuestra conducta (corteza prefrontal) termina de madurar a los 25 años y que en el lóbulo frontal hay una estructura llamada corteza cingulada anterior, la cual, inicia su desarrollo a los dos años de edad. Esta tiene un papel fundamental en las respuestas autonómicas y endocrinas de la emoción y el almacenamiento de la memoria”.

Por lo tanto, los padres han de saber que los niños van aprendiendo con tiempo y práctica, mientras que el cerebro va madurando, y para que sepan ir ejecutando lo aprendido la experta recomienda:

  1. Repeticiones con voz calmada
  2. Nuestra empatía al reconocer que solo son niños y niñas
  3. Ajustar nuestras expectativas y no esperar que su cerebro corra. Sí exigimos algo para lo que no están listos es como si le pidiésemos a un recién nacido que hable o corra una maratón.
  4. Usar rutinas y visuales, y enfocarnos en instrucciones de lo que sí necesitamos que hagan. Estas deben ser claras y precisas. En vez de decir: ‘No corras’, les diremos: ‘Camina despacito’, por ejemplo.

Del mismo modo que los adultos tenemos alarmas, calendarios y agendas para hacernos recordar las cosas, los niños también necesitan de este tipo de herramientas que serán de gran ayuda para ahorrarnos el tener que el repetirles tanto las cosas.

La importancia de la anticipación

Que el niño sepa lo que va a pasar es fundamental para que actúe en consonancia. La anticipación es el mejor método para hacerles entender lo que tienen que hacer a continuación. Según la experta, captar la atención de un niño para que nos haga caso supone “en primer lugar, no gritar y, en segundo lugar, acercarse al pequeño, y dar la instrucción manteniendo el contacto visual con él”. En ese momento, los padres deben recordarse lo siguiente: “No tienes que repetir un límite de forma infinita, este es un error frecuente y hace que pierdas la paciencia. Lo que sí podemos hacer es anticipar los límites y, llegado el momento, si el peque se resiste a seguir el límite, podemos ayudarles a que se cumpla”, recomienda la experta.

Un ejemplo puede ser: “‘Hijo llegó la hora de apagar la tele, ¿la apagas tú o la apago yo?’. Esta opción no significa que tengamos que hablarles mal o maltratar, yo como adulto puedo mantener este límite estando serena y teniendo la seguridad necesaria para ser la guía irme y amorosa que ese cerebro inmaduro necesita”, indica.

Lo que no podemos hacer es intentar que los niños se comporten como adultos porque eso es imposible. Por ello, el juego puede ser una gran arma para que los peques nos hagan caso a la hora de hacer alguna tarea o rutina. Por ejemplo, si hay que llevarle a bañar y el niño no quiere, puedes cantarle una canción que le motive a hacerlo. “Captamos su atención cuando incorporamos el juego en la rutina del día a día, en el momento de cepillarse los dientes podemos idear un ritual de conexión que los impulse a cepillarse o a bañarse. Por ejemplo: ‘Llegó Tom el osito (Tomás es un oso de peluche) y este quiere cepillarse contigo mientras el oso canta una canción’, sugiere la experta. ¡Imaginación al poder, papás!

Niña recogiendo su cuarto©AdobeStock

Consejos para padres impacientes

  1. La repetición es parte de la vida, “yo misma repito las cosas cuando estoy haciendo algo nuevo que no he dominado y muchas veces me equivoco en esos intentos. Por eso, debemos ponernos en el lugar de los niños. Permítete mirar a tus hijos como lo que son, sin ninguna expectativa irreal y disfruta el viaje, porque esa prisa no te permitirá sentir la satisfacción de observar con alegría los pequeños avances de tus peques”, asegura.
  2. Nunca les digas frases como: ‘¡Estás tonto! ¿Tengo que repetirte todo el tiempo lo mismo?’, ya que esto destruye el autoconcepto que se está formando tu peque. Mamá y papá deben saber que ese diálogo interno de sus hijos se va construyendo en la infancia en base a lo que sus cuidadores primarios manifiestan y el respeto hacia sus intentos debe ser una regla de oro en casa”, asegura la experta.
  3. Enseña a tus hijos a normalizar el error mientras lo van intentando, “que te escuchen equivocarte sin criticarte será perfecto, y aliéntales con frases como: ‘Lo vas a lograr’, ‘Lo estás intentando, aunque todavía no lo hayas logrado’ y ‘Has trabajado para obtenerlo, está bien equivocarte’…”, recomienda.

Por último, es bueno recordar a los padres que “los peques crecen muy rápido y os aseguro que luego extrañaréis esos instantes en los que teníais que repetirles que había juguetes aún sin guardar. ¡Mucha paciencia en esta etapa mamá y papá!”, concluye.

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