Errores que he aprendido a evitar en la organización de mi boda

Ocho ideas básicas que te ahorrarán algunos disgustos, nervios o sorpresas de última hora

Por Estrella Albendea

Desde que empezara a organizar mi boda hace unos meses, no hay semana en la que no tenga algo pendiente de hacer acerca del que será mi gran día. Como muchas novias, durante los preparativos encuentro que un cúmulo de emociones se dan la mano, un viaje de sentimientos que van desde la ilusión a la incertidumbre, pasando por la euforia (cuando creo que he tenido la mejor idea del mundo) y el cansancio. En este apasionante camino también he tropezado con alguna piedra o me he dejado aconsejar por amigas y familiares que se han topado con las suyas y esto, sumado a mi trabajo (que es el de escribir sobre bodas maravillosas y tendencias nupciales en general) me ha permitido crear mi listado de errores básicos a evitar.

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Hay cuestiones en las que no pensamos cuando empezamos a preparar una boda, pero que, sin embargo, son detalles que van sumando hasta que, al final, se convierten en un fallo que nos incomoda días antes de la esperada fecha o, peor, el propio día del enlace. Si te casas este 2023 o el próximo año, debes saber que siempre pueden surgir imprevistos de última hora, pero que existen consejos, de los expertos y de las novias que han pasado por la misma situación, que pueden ayudarte a que sean los mínimos en esa jornada para el recuerdo.

Creer que puedes cargar con todo el peso sola

Este es, sin duda, un error de principiante. Sucede, en ocasiones, que el novio o la novia toman la delantera en la organización de su enlace, dedicando, desde el principio numerosas horas, sin que las tareas estén repartidas de forma equilibrada. Con el tiempo, la persona más ocupada se cansa de este sistema y comienza a mostrar síntomas de hartazgo, lo que da lugar a conflictos y puede producir malestar en ambas partes de la pareja o una retroalimentación de esa situación de estrés. “El contagio emocional consigue que la pareja sienta el mismo o parecido nivel de estrés, provocando así mayor tensión en la relación. En momentos así es importante entender qué ocurre, por qué sentimos que tenemos demasiadas cosas que hacer, pero pocos recursos para lograrlo”, nos explicaba la psicóloga jurídica y mediadora familiar Patricia Flor. Para evitarlo, conviene establecer un equilibrio entre las dos partes y dejarse ayudar por todos aquellos familiares y amigos que estén dispuestos a colaborar. Por otro lado, si los novios lo desean, pueden liberar sus agendas gracias a la ayuda de una wedding planner.

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Olvidar pequeños detalles que pesan mucho

Cada uno de los pasos para organizar una boda perfecta requiere de tiempo y dedicación y el día de la celebración, sin embargo, puede haber pequeños detalles, casi imperceptibles al principio, para los que los novios no han dado instrucciones. A falta de personal, entorno o wedding planner que lo indique, estas cuestiones pueden provocar confusiones y hacer que los invitados se lleven una mala impresión de un día tan bonito. Para evitar esa sensación de falta de coordinación, nada mejor que proponer a un profesional o ser querido que sea quien informe (o en su defecto coloque carteles con dicha información) de detalles como: dónde deben sentarse los familiares o los testigos en la ceremonia, a qué hora comienza el banquete —especialmente si se produce en espacio alejado del lugar ceremonial—, desde donde salen los autobuses y en qué momento, quiénes pueden salir en las fotos de familia de la ceremonia, si está permitido tirar arroz o confeti cuando el enlace se celebra en una iglesia, etcétera.

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Posponer la decisión de la luna de miel hasta el último momento

Al ser después de la boda, es posible que la pareja deje los preparativos del viaje de novios para pocos meses antes del ‘día B’ o incluso para el mismo mes de la celebración. Esta decisión, que es personal, puede ser motivo de estrés de última hora para ambos o incluso podría provocar un retraso de la fecha estimada para la luna de miel por falta de opciones que se ajusten al presupuesto. Lo mejor es mirar, mucho antes, todas las posibilidades y destinos. “Nosotros solemos recomendar un mínimo de seis meses de antelación, aunque cuanto antes mejor. Muchos destinos son demandados internacionalmente y normalmente americanos y nórdicos hacen reservas con un año de antelación, por lo que, si nos queremos garantizar los mejores hoteles y habitaciones, cuanto antes mejor”, nos desvelaba Roberto Martín, socio ingeniero de viajes de Moah.

Dejarse llevar demasiado por las tendencias

Luces colgantes, rincones beauty, perfumes para las mesas, glitter station o bodas show son algunas de las tendencias nupciales de este año y, sin embargo, no todas tienen que estar en tu boda. Es cierto que la experiencia se ha convertido en el elemento más importante para los novios actuales, que buscan sorprender a sus invitados para que se lleven un recuerdo espectacular de un día único, pero no es necesario que renuncies a tu idea de enlace en favor de lo que dictan los fenómenos virales. Los expertos más reputados suelen decir que es mejor pecar de tradicional que convertir el gran día en un festival de extrañezas para los asistentes. Mejor crear ese ambiente íntimo con aquello que define a los novios que renunciar a todo por la estética y viralidad del momento. 

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No invertir en papelería nupcial

La papelería nupcial es, quizá, uno de los elementos más tradicionales y únicos del gran día. Poco habitual en otros eventos, ha ido perdiendo protagonismo en favor de otros detalles y esto ha provocado que se pierdan o, al menos, que se consideren rarezas, los misales, que sirven de guion sobre cómo será una ceremonia religiosa, para que los invitados se hagan a la idea y las tarjetas para los testigos, que se incluyen en el mismo sobre de la invitación de esas personas elegidas como seres queridos clave para la pareja. Al menos las más románticas (entre las que me encuentro), agradecerán estos detalles como recuerdo inolvidable que enseñar a futuras generaciones.

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Las palabras… se las lleva el viento

La alegría te invade y planeas cómo será tu día, cuentas con proveedores de tu confianza para lograrlo y te ves en el reto de organizar cada pequeño detalle de tu timing. A pesar de todo ello y por muy buena impresión que te hayan causado los diferentes profesionales, es tu deber desgranarlo todo por escrito y, si es necesario, preguntar y añadir puntos a los contratos que cierres, porque todo puede hablarse, pero sin estar redactado, por desgracia, no tendrá la misma validez. Si aquello que solicitas está detallado, se evitarán dudas, imprevistos y desencuentros.

Dejar cuestiones festivas para última hora

En los últimos meses me he topado con historias de todo tipo que me han permitido entender que la fiesta no puede organizarse en el último momento. Plantear cómo será la barra libre es tan importante como organizar el banquete y hacerlo con margen supondrá dejar atrás quebraderos de cabeza y encontrar mejores precios en detalles como máscaras, sombreros y palos luminosos de espuma, que tanto gustan a los invitados. Por ello, comienza estableciendo una hora de inicio del baile y establece el orden de las cuatro primeras horas (en las demás, resultará difícil saber qué pasará). ¡Y a disfrutar!

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¿Maquillarte sola?

Si bien son muchos los elementos que los novios pueden realizar y decidir por sí mismos, existen otras cuestiones que es mejor poner en manos de profesionales. En los últimos años ha resurgido la idea de las novias que se maquillan a sí mismas, sin ayuda de un experto y, aunque es una opción acertada para evitar el temido efecto máscara o disfraz, puede ser un arma de doble filo. En una boda existen muchos momentos de contacto, besos, abrazos, bailes, saltos y reencuentros que pondrán el maquillaje y el peinado a prueba y, a menos que la protagonista del día sea toda una maestra de las brochas, el producto terminará cayéndose si no está correctamente aplicado y sellado. En estos casos, mejor no jugársela. No es un día para estar preocupada, ¿verdad?