Cuándo, cómo y dónde dar los mejores discursos en una boda

Ideas y consejos imprescindibles que marcarán la diferencia en tu texto

Por Estrella Albendea

Puede ser un encargo personal o puede ser una iniciativa propia, pero sea cual sea el motivo por el que debes escribir un discurso de boda, el reto y la responsabilidad siempre serán mayúsculos. El gran día está marcado por esos recuerdos emocionantes y los textos que leen (o recitan) los seres queridos en esa fecha tan destacada. Son de esos detalles que se quedan grabados en el corazón para, más tarde, ser vistos una y otra vez en el vídeo del enlace. Por dejar una bonita impronta en los novios y sus invitados y por demostrar las dotes redacciones del artífice, elaborar un escrito memorable pasa por seguir las indicaciones imprescindibles, consejos de experto y requisitos mínimos que marcarán la diferencia, tanto en ceremonias religiosas como en celebraciones civiles, que harán que todos se emocionen al escucharlo.

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Boda religiosa o boda civil

Decir una palabras emotivas es habitual tanto en enlaces de carácter religioso como en los de tipo civil y su preparación previa es primordial para evitar los momentos en blanco o caer en ofrecer un discurso pobre, carente de contenido o que pase desapercibido entre otros momentos menos significativos de la boda. Amigos íntimos de los novios, familiares muy cercanos o incluso el padrino son figuras habituales que se vuelcan en transmitir con un texto que represente a la pareja, pero es mejor evitar la inquietud a aquellas personas que tienen pánico a hablar en público. 

El momento

Una de las primeras dudas que surgen a la hora de ofrecer un discurso nupcial es cuándo es conveniente darlo. Existen unas claras diferencias estructurales entre las bodas oficiadas por la Iglesia y aquellas que se hacen por lo civil. En las ceremonias católicas hay una estructura previamente dada en la que los novios pueden intervenir con pequeños matices, por lo que el discurso, bien medido y adecuado al entorno en el que se está, podría ofrecerse como monición de entrada al inicio o como acción de gracias al concluir.

Las celebraciones de carácter civil son más versátiles, dado que los novios cuentan con la ventaja de poder estructurarlas a su gusto, sin un guion previo. En este caso es habitual que la pareja escoja a un miembro destacado para que intervenga con su discurso, que es habitual que se dé al comenzar, antes de la entrega de anillos o que también podría hacerse en cualquier otro momento que las partes estimen oportuno.

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Lejos de la ceremonia, durante el banquete, tras el aperitivo y en la toma del postre en el convite, se suceden los discursos de las personas que más cariño sienten hacia los novios. La pareja puede escoger quién interviene en este momento, aunque en ocasiones hay voces espontáneas que buscan sorprender a los protagonistas. Es un momento significativo, previo al baile y en el ecuador de la celebración, en el que los asistentes prestan atención a lo que se dice y se muestran especialmente animados y algo más desinhibidos por lo que se está celebrando.

La última de las opciones que te proponemos es una tradición que no caduca en Cataluña. Clara Conde, una de las novias más virales de la temporada, nos desvelaba que los padrinos (tres amigos escogidos por el novio) la sorprendieron durante los preparativos de su boda para leer un discurso memorable. “Me hicieron un verso larguísimo relatando la larguísima relación. Cada uno, relataba la parte que había vivido más de cerca: Javi, los años de colegio, pues iba con nosotros a clases de inglés y fue testigo desde el principio de lo que ya entonces empezamos. Luis, el año de ruptura y la reconciliación: fue nuestro equilibrio y albacea ese año, aguantándonos a los dos y haciendo de psicólogo a ambas partes, hasta venir con nosotros a Colombia, donde vio y fue testigo de cómo volvimos. Y finalmente, Álex, nuestro íntimo amigo y quien nos ha acompañado todos los años de carrera: los tres íbamos a la misma clase de derecho y ADE. ¡El discurso fue tan divertido como emotivo, y nada mejor que viniera de ellos!”, apuntaba.

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La duración

Ni pasarse ni quedarse corto. Más allá del momento más apropiado para dar el esperado discurso, lo que preocupa al responsable del mismo es cuánto debe durar. No existe una única fórmula correcta, pero lo ideal es que esas palabras que deben entretener, emocionar y quedar en la memoria de los asistentes no se extiendan más de 10 minutos. Algunos expertos hablan de los brillantes cinco minutos, pero quizá, si el relato es agradable, pueda saber a poco a quienes están escuchándolo. Siempre que no se haga pesado, ¡tú decides!

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Aciertos y errores

En materia de consejos que profesionales de la oratoria y wedding planners ofrecen a esas personas con un papel señalado en el gran día, todos coinciden en una misma base: diseñar un guion sencillo que haga que nada se quede en el tintero. En ese texto, escrito en prosa o en verso, que debe comenzar con una reseña emotiva, un guiño a cómo se conoció a los novios o una historia que enganche, no deben faltar escenas con las que hacer partícipes a los asistentes, algunas notas de humor (sin caer en el exceso) y un recuerdo realmente emocionante. Conviene evitar, eso sí, incurrir en temas polémicos, desvelar secretos íntimos o recurrir a manidas frases de Internet. En esa lista de claves y consejos a tener en cuenta, cobra una especial relevancia la práctica previa al gran día; el desarrollo del texto con margen temporal, para ir puliéndolo con tiempo y la creación de una conclusión que invite a soñar con un bonito futuro y provoque los aplausos y las lágrimas (de alegría) de quienes están escuchando. 

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Sorpresas que suman

¿Cómo añadir algo de magia al momento del discurso? Las sorpresas son siempre un detalle que deja a todos boquiabiertos y acompañar con fotos la lectura o recital de este texto, mostrar recuerdos de alguna escena descrita o incorporar elementos que ilustren lo que ese ser querido está contando siempre suma puntos. Si, además, se busca tener un bonito detalle con la pareja, otra gran idea es enmarcar el discurso o entregarlo a modo de carta, para que los novios lo puedan conservar con el paso de los años.