La historia de Cristina, la novia jerezana del vestido de seda desmontable

Nuestra protagonista se casó en unas famosas bodegas de la ciudad gaditana con un look sencillo de corte al bies

Por Estrella Albendea

Hay consejos que los familiares y las amigas dan a la novia que se han convertido en universales. Advertencias o mensajes que tienen mucho sentido y de cuyos resultados siempre se saca provecho. Es el caso de la recomendación, previa a encontrar su vestido, que le dieron a Cristina, una novia que ha fascinado con su sencillo look desmontable y satinado. “me aconsejaron que fuese a probarme vestidos de diferentes cortes y diseños. Busqué diseñadores por la red y valoré con qué estilos me sentía más identificada. Fui con la mente abierta, quería descubrir qué era aquello con lo que me veía más favorecida, identificada y cómoda”, nos explica ella misma.

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Tejido satinado

Después de visitar dos firmas diferentes, a la tercera llegó la vencida. “Mi búsqueda fue corta. En Cortana, mi madre y mi hermana, cuando me acompañaron, tampoco tuvieron duda de que era mi estilo y con lo que me reconocía a mí misma”, cuenta. Es así como descubrió que lo más importante a la hora de decantarse por un diseño nupcial es no renunciar a lo que defina: "recibes tantas opiniones diferentes, que te hacen dudar, que debes mantenerte fiel a lo que sientes, para no desvirtuarlo por el camino”.

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En Cortana, Cristina encontró todo lo que necesitaba para sentirse cómoda y feliz en su gran día, una propuesta realizada en seda en tono champán, con escote halter. “Sus tejidos, el vuelo, la elegancia y la sofisticación de lo sencillo y trabajado. Me probé el vestido Nilo y quedé encantada. Pero, aún más cuando, con Bárbara, lo personalicé añadiendo el velo en tul y cruzándolo en la espalda”, confiesa. Era el aire bohemio y romántico de todos los elementos lo que la cautivó. Además de sus detalles multiposición y desmontables: “el velo podía ponerse al cuello posteriormente, como complemento, cruzarlo o llevarlo a modo chal como accesorio”.

Además este detalle tenía un significado muy especial para ella. “El velo me lo regaló mi padrino. Hoy por hoy siempre recordaré que dio forma y acabó de confeccionar la idea que tenía él, que quería algo especial que recordase y que formase parte de nuestro día. Falleció justo después de la boda y siento que estuvo esperando hasta el final”, relata emocionada.

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La importancia de las joyas

Junto a un ramo de aspecto silvestre, un maquillaje natural y un recogido de inspiración clásica, las joyas fueron las otras grandes ‘invitadas’ en su estilismo de boda, todas ellas repletas de significado. “Tenía claro la idea de novia que quería ser. Llevaría unas preciosas perlas australianas que mi padre le había regalado a mi madre. La pulsera de pedida de oro y brillantes de mi abuela y mi propio anillo de pedida”, apunta. 

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En el último momento añadió un broche familiar por el que estuvo dudando los días previos a su enlace. Lo colocó sobre el recogido y, al contar con detalles en verde, dio mucha luz a la espalda. “Es una joya familiar, una tiara desmontable. Todas mis primas se han casado con ella y mi madre fue quien inició la tradición. Aunque yo no me veía con ella, encontré la manera de sentirme identificada con una pieza familiar tan apreciada y compartirla con mi madre, sin perder la idea que tenía en mente”, señala Cristina. Así, finalmente consiguió su estética de novia bohemia, sencilla y neutra, sin renunciar a esas piezas especiales. Además, los novios quisieron sorprender a sus madres con otras joyas: “entregamos dos broches a nuestras madres, que son únicas y siempre están ahí. De la Joyería Franco Pozo, de Jerez de la Frontera”.

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Organizar desde otra provincia

Estas y otras escenas forman parte del recuerdo de la pareja, que celebró su boda el pasado 28 de mayo, en las Bodegas Luis Pérez, en Jerez de la Frontera, lugar de nacimiento de la novia. “Buscamos algo fresco y diferente. Nos gustaba la tradicional idea de casarnos en una bodega, pero, además, de un sitio donde poder disfrutar del entorno al aire libre y unas espectaculares vistas”, revela nuestra protagonista. Sin embargo, el proceso de organizar su gran día no fue sencillo, porque los novios residen en Manresa y todo tuvo que prepararse a distancia, por vía telemática.

No contaron con wedding planner, pero sí con la ayuda de su familia. El suyo fue un enlace civil cercano y emocionante. “Tuvimos la suerte poder organizar una ceremonia más íntima al contar con Isabel, la concejal que ofició este momento. Ella me conoce desde pequeña y también conoce nuestra historia. Nos explicó todos y cada uno de los pasos y le dimos forma aproximándonos a lo que queríamos: mantuvimos las arras, las peticiones y también participaron de forma amena amigos y familiares jóvenes, fue realmente entrañable”, recuerda Cristina.

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En lo que respecta a la celebración, la pareja buscaba un aperitivo largo, para poder disfrutar con sus amigos de forma informal, pero sin renunciar a sentarse en la mesa. “¡La opción de menú de un plato nos encantó! Somos de salir y compartir tiempo con amigos, así que nos decantamos por aumentar el tiempo del aperitivo, sin abandonar la idea de sentarnos y parar un momento con nuestra familia, disfrutar y saborear cada escenario en la comida”, nos explica.

Decoración cálida 

En consecuencia, la decoración de la boda debía reflejar esa belleza fresca, desenfadada y bohemia. “Queríamos algo natural con tonos cálidos y sin pretensiones. El jardín, el patio de los naranjos (perfectamente cuidado), el entorno con sus buganvillas y la cristalera del salón, el porche y sus vistas de las Bodegas de Luis Pérez combinan de forma elegante, simple y fresca, lo tradicional y lo natural”, describe. Realizaron la ceremonia en el jardín trasero del espacio, para resguardarse del viento bajo una parra. El toque más boho lo pusieron unas sombrillas balinesas en esta zona.

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El aperitivo tuvo lugar en un patio de naranjos, el convite fue en un salón y el baile en el porche al atardecer. “La decoración de las mesas fue sencilla y en tonos cálidos, siguiendo la línea de la decoración durante la ceremonia. Además la combinamos con las uvas, protagonistas en las invitaciones y relacionadas con nuestro origen, las tierras de vinos: El Bages y Jerez”, señala. El equipo de la Floristería Enea se encargó de darle forma a todos los elementos florales. Horas después del montaje de todos los proveedores, los novios exprimieron el día al máximo y guardaron en su recuerdo cada uno de los detalles. Porque, sin duda, lo más especial del enlace va más allá de eso, ya lo conoce la propia Cristina: “es la felicidad que sentimos al poder reunir y compartir nuestro amor con todas nuestras personas más queridas”. Una jornada de las que se rememoran toda la vida.