¿Dudas entre esterilizar o castrar a tu perro o gato? Estas son las variables a tener en cuenta

Es común dudar sobre cual de los dos métodos es menos intrusivo y aporta mayores beneficios.

Por David Navarro

Aunque no es una cuestión compleja, existe todavía cierta confusión sobre lo que significa la castración y la esterilización en animales de compañía, y muchas veces se confunde por parte de los dueños de mascotas, que no conocen cuales son las contraindicaciones y ventajas de cada una. 

El motivo principal por el que se opta por estos métodos es limitar la reproducción de nuestros animales de compañía, para evitar camadas no deseadas y los consiguientes problemas que puede desencadenar esta situación. Por otro lado, también se opta por uno de estos métodos para prevenir enfermedades, sin embargo, ambas prácticas no son iguales ni se obtienen los mismos objetivos o beneficios de forma indistinta.

Para diferenciar entre esterilización y castración atenderemos a cuál es la intervención que se realiza. En el caso de la esterilización lo que se hace es convertir en no fértil al animal, mediante una intervención bastante sencilla que no suele necesitar de un postoperatorio complejo, lo único que se consigue con la esterilización es revocar la facultad reproductora del perro o gato, sin embargo, sus instintos sexuales siguen intactos, pero no el celo. 

Cuando recurrimos a la castración estamos realizando una medida más contundente, pues no solo se inutiliza el aparato reproductor, sino que se extirpan las glándulas sexuales, los ovarios en el caso de las hembras y los testículos en los machos, lo que produce un cambio más contundente en el animal, no sólo no puede procrear, sino que desaparecerá en el perro o gato el instinto por mantener relaciones sexuales y todos los comportamientos derivados como cierta agresividad, roces instintivos contra objetos, animales o personas, y escapadas no deseadas.

Desde un punto de vista médico y práctico la castración es lo más valorado porque por un lado es una intervención que consigue de forma colateral que el animal pueda esquivar problemas de salud como cáncer de útero en el caso de las hembras y problemas de próstata en el de los machos. Por otro lado, la castración es una intervención que resulta comparativamente más económica que la esterilización, por lo que muchos dueños optan directamente por esta práctica que, pese a que es más intrusiva, tiene mayores beneficios para la salud, el comportamiento y la economía.

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¿Si esterilizo a mi perro o gato dejará de tener el celo?

Por un lado podríamos pensar que, dado que solo estamos interviniendo en la fertilidad del animal, sin extirpar sus glándulas sexuales, el perro o gato seguirá teniendo instintos sexuales y, por tanto celo. Los animales esterilizados sí tienen o pueden tener actividad sexual, sin embargo el ciclo de celo se elimina. Es decir, dejan de manifestar cierto nerviosismo o agresividad, minimizan las peleas en las que puedan entrar a causa de sus instintos sexuales, y en el caso de los gatos, reducen drásticamente sus escapadas por motivos reproductivos.

Entonces, si el animal ya no tiene el celo ¿a qué se debe que sí mantenga interés en las relaciones sexuales? El instinto de reproducción queda en los animales esterilizados aunque se paralicen sus ciclos de celo. Además, al mantener sus órganos sexuales intactos, siguen experimentando placer al tener relaciones. Sin embargo, la necesidad que tendrán de ello se limitará a la interacción de otros animales que sí estén en celo, pues a priori esta actitud no surgirá específicamente de los animales esterilizados.

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Efectos secundarios de ambas opciones

Si un animal sufre problemas emocionales o de conducta, como agresividad, hiperactividad o problemas de socialización, la esterilización o la castración no son piezas clave para acabar con ellos. Muchos de los problemas relacionales de los animales apelan a cuestiones de educación y adiestramiento, sin embargo el hecho de que los ciclos de celo se detengan y que para ellos no exista una motivación instintiva tan profunda como procrear puede hacer que se minimicen estas situaciones.

Por otro lado, la castración ciertamente puede provocar ciertos desajustes hormonales, lo cual no es una sorpresa si tenemos en cuenta que estamos extirpando unas glándulas que regulan el comportamiento y los procesos de fecundidad del animal. Entre los efectos secundarios más habituales de la castración encontramos un aumento notable en el apetito, menor saciedad y, por tanto, propensión al aumento de peso. Sin embargo no es cierto que todo perro o gato castrado entre en sobrepeso de forma inevitable, pues los veterinarios pueden pautar un itinerario dietético para minimizar este problema, buscando alimentos menos calóricos y aumentando la actividad física del animal.

Desde un punto de vista físico, la técnica de esterilización es mucho menos intrusiva que la castración. La esterilización se puede realizar en cualquier momento y a cualquier edad, y la castración deja de ser posible a cierta edad y, al realizarse, hay que tener en cuenta el ciclo de celo del animal. Ninguna de estas prácticas tiene porqué suponer a priori un riesgo para la vida del animal, la castración requiere un posoperatorio de alrededor de tres días en el caso de los machos y de una semana en el de las hembras.

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