Gorriones en peligro de extinción, ¿cómo podemos ayudarlos?

Los gorriones son indicadores de nuestra calidad de vida, y el hecho de que desaparezcan de nuestras poblaciones subraya el empobrecimiento de las condiciones mínimas por las que nuestro desarrollo puede ser perjudicial.

Por David Navarro

Hasta hace poco la raza “autóctona” de las ciudades era el gorrión. Si echamos la vista atrás podemos recordar cómo en nuestra infancia eran los pájaros que acudían ante las migas de pan y que volaban curiosos en parques y jardines. Sin embargo, acompañan al ser humano desde mucho antes, desde que dejamos atrás las cuevas y empezamos a formar sociedades urbanas, por lo que su desaparición no sólo es triste, sino que marca un indicador de gravedad de nuestra calidad de vida.

Lo cierto es que la población de gorriones ha descendido enormemente, a nivel europeo han desaparecido hasta 30 millones de gorriones en los últimos 10 años, 8 de ellos en España. Lo que significa un descenso del 63% de estos pájaros en los últimos 30 años.

La contaminación, el principal problema

Uno de los indicadores de la calidad de vida humana es la presencia de aves comensales como el gorrión. A esta especie se le llama “comensal” porque se aprovecha el estilo de vida humano sin perjudicarnos. Es así cómo se convirtió en el ave más urbana, aprovechando nuestros parques, nuestras sobras y la arquitectura. Sin embargo, las condiciones de vida de la ciudad cada vez son más agresivas para ellos.

De entre todos los problemas que han mermado la vida de los gorriones una de las principales consiste en los altos niveles de contaminación que hay en la ciudades, en concreto en Madrid, Aragón y Euskadi.

Según un estudio, la ciudad de Madrid lidera los casos de muertes por contaminación (directas o indirectas) que podrían ascender hasta 51.000 personas al año. Lo que significa un problema de salud pública importante, y los gorriones y otras especies animales nos siguen, pues respiran el mismo aire y sus sistemas respiratorios son más sensibles.

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Los gorriones son “bioindicadores”

Los biólogos llaman a ciertas especies de aves con el adjetivo de “bioindicador”, que significa que su presencia denota salud, porque se dan las condiciones óptimas para que un espacio sea beneficioso para la vida, y su desaparición indicaría que el entorno es hostil y perjudicial, no solo para las aves, también para el resto, incluídos los humanos.

Los gorriones son aves que también sobreviven en bosques y zonas naturales, sin embargo son más numerosos en ciudades. De hecho, cuando una población se abandona por los humanos, las colonias de gorriones también desaparecen. Son por tanto los en núcleos urbanos donde se desarrolla la vida de estas aves de forma intensiva, donde se hacen notar. Esto es porque intensifican su reproducción al cobijo del ser humano y de todo su estilo de vida. Por ejemplo, las construcciones donde vivimos siempre han servido para que los gorriones construyan sus nidos y coexistan. Sin embargo, los materiales de construcción que utilizamos para nuestra nueva arquitectura, así como los métodos de edificación han dejado atrás la posibilidad de que los gorriones se asienten formando nidos junto a nosotros, y cada vez han visto más desplazadas sus posibilidades de coexistencia.

Uno de los métodos para ayudarles a resistir la vida urbana es desplegar nidos en fachadas y árboles. Se trata de casitas de madera que ellos pueden habitar y hacer suyas, y que podemos mantener con muy poco esfuerzo. Si tienes jardín, tanto particular como en tu comunidad de vecinos, puedes proponer e instalar con muy poco esfuerzo estos nidos artificiales, que además pueden resultar decorativos.

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Motivos ambientales

Además de la contaminación del aire en las ciudades, se cree que los gorriones también pueden estar siendo afectados por el electromagnetismo de las antenas repetidoras de telefonía móvil que hay repartidas en la ciudad. Lo que podría marcar un indicador de alerta, de la misma forma que los mineros acuden bajo la mina con un canario o un gorrión para que éste sea quién le avise de que el ambiente es insalubre, y el minero pueda escapar salvándose, que los gorriones puedan verse afectados por el electromagnetismo de las antenas también debería hacernos pensar cual es el efecto de ciertas construcciones urbanas sobre nuestra salud.

Por otro lado, las zonas verdes cada vez son menos birds-friendly, los materiales utilizados y los diseños no permiten construir nidos, y los cuidados que se realizan sobre los árboles impiden que se respeten a estas colonias, por lo que los gorriones cada vez se ven más desvalidos a la hora de pervivir junto a nosotros.

Además, con el paso de los años han ido llegando nuevas especies invasoras que han arrebatado su lugar. El gorrión es un ave sedentaria, es decir, que no migra, y que además tiene un comportamiento muy pacífico con otras especies (aunque entre ellos más de una vez hayamos podido ver disputas), lo que hace que tanto las aves invasoras como las palomas, en contínuo crecimiento, haya podido disputar y arrebatar el espacio a los gorriones.

Otra de las cuestiones graves para la vida de los gorriones es que cada vez hay menos insectos en la ciudad, porque la biodiversidad es menor (a menos espacios verdes, a más contaminación, a más productos químicos: menos insectos). A diferencia de las palomas, los gorriones necesitan los insectos como parte de su desarrollo, pues es lo que primordialmente utilizan para alimentar a sus crías recién nacidas.

Lamentablemente casi todos estos indicadores no tienen una solución individual, ni siquiera son malos sólo para los gorriones, sino que también son perjudiciales para el ser humano. Vivir en un entorno que abusa de los químicos, con cada vez menos espacios verdes, contaminado y sin una preservación de las especies autóctonas con el desequilibrio que generan las aves invasoras, hace que a la larga nuestra calidad de vida se descompense y aquello que hoy es malo para los gorriones, será también perjudicial para los humanos.

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