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Seguro que conoces a alguna persona que siempre consigue todo lo que se propone. Puede que le admires por ello, pero hay algo más que debes hacer: pararte a pensar por qué suele salir airosa. Tal vez eche mano de una serie de estrategias psicológicas que nos pueden ayudar a poner nuestros objetivos y propósitos en la lista de conseguidos. Hemos hablado con la psicóloga clínica y coach ejecutiva Pilar Guerra Escudero para que nos dé las claves sobre las que considera que son las herramientas más importantes que tenemos a nuestro alcance.

 

Hacer un ejercicio de visión

La primera estrategia psicológica es el ejercicio de visión. Este ejercicio se compone de cuatro partes: del presente, el futuro, las áreas fuertes o fortalezas y las áreas de mejora. Para conseguir un propósito tenemos que visualizarlo, lo tenemos que poner en el futuro y nos tenemos que venir al presente después y ver exactamente qué es lo que tenemos y desde donde partimos.

Observando las áreas fuertes o fortalezas tendremos que escoger y aprovechar todo aquello que sabemos que nos sirve para llegar a nuestras metas. Por otra parte, tenemos que contabilizar nuestras áreas de mejora para saber qué es lo que tenemos que dejar por el camino para poder conseguir ese propósito.

Y por último también están las cosas que no tenemos: son aquellas cualidades y fortalezas que tenemos que aprender, que tenemos que “comprar”.

La experta pone un ejemplo práctico: un propósito puede ser, por ejemplo, conseguir llegar al camino de Santiago y, mientras que llegamos, decidimos qué es aquello que tenemos que meter en nuestra mochila que sea totalmente indispensable, qué otras cosas tenemos que tirar por el camino porque no nos sirven y qué cosas tenemos que comprar en el camino porque no tenemos y nos hacen falta para nuestro propósito.

 

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Necesidades, deseos o expectativas

La segunda estrategia es la de aprender a distinguir entre necesidades, deseos y expectativas. Las necesidades son lo que propiamente dice la palabra: aquellas cosas que nosotros necesitamos o creemos necesitar. Los deseos son una necesidad “menos necesaria”, pero que no por ello deja de querer alcanzarse.

Después está el tema de las expectativas: muchísimas veces fracasamos en la persecución de nuestros objetivos porque las expectativas son altísimas y son muy desorbitadas para conseguir. La estrategia psicológica estaría en someter a estudio qué posibilidades reales tenemos para llegar a lo que nos proponemos y una vez vistas las posibilidades reales, volvemos atrás para estudiar los deseos y ver si realmente esos vienen como consecuencia de necesidades imperiosas o necesidades menos imperiosas.

 

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La importancia de la motivación

La tercera estrategia es aprender a saber lo que es la motivación: es aquello que nos mueve, que nos da el impulso como para llegar a trabajar para conseguir nuestros propósitos. En opinión de la experta, la motivación tiene dos preguntas, dos partes que hay que tenerlas trabajadas en cualquier momento en el que nos sometamos a querer conseguir algo. Una pregunta es la de ¿por qué queremos conseguir esto?, ¿qué causas nos llevan a querer conseguir esto?, ¿cuáles son las razones por las cuales quiero conseguir esto? Por otra parte, estará otra pregunta que hacernos que es el ¿para qué?: ¿Para qué he de hacer tanto esfuerzo para conseguir esto?, ¿qué consecuencias positivas o negativas voy a tener al conseguir esto?, ¿realmente la motivación es una motivación transparente?, ¿es una motivación por la que lo hago por mí o lo hago por los demás, lo hago por la opinión de los demás?, ¿lo hago para satisfacer a los demás?, ¿lo hago por obligación?

Estas preguntas corresponden a un “examen de conciencia” o un ejercicio de reflexión que nos sirve como herramienta para poder conseguir lo que nos proponemos y saber por qué lo queremos conseguir y para qué lo queremos conseguir.

 

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Darnos tiempo

Otra de las estrategias psicológicas es el darnos tiempo de elaboración, de consecución, tiempo a que se haga la receta, desde que pensamos qué hacer hasta que conseguimos lo que hemos hecho. Eso tiene que ver con la paciencia, con la visión a largo plazo y con lo que siempre hemos hablado de disfrutar del camino, no solo de la meta. Dentro de esta misma estrategia, está también la herramienta de saber evaluarnos cada cierto tiempo y cada corto tiempo. Tener un feedback de cómo está siendo nuestro esfuerzo, de qué es lo que estamos haciendo. Parar para observar, pausar con el fin de cambiar, recomponer, corregir.

 

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Pensamiento positivo

Por supuesto, que la estrategia psicológica más importante por excelencia es la de tener pensamiento en modo positivo y no en negativo, ya que nuestros pensamientos influyen de una forma decisiva en cómo afrontamos cada momento de nuestro día. Y si afrontamos en nuestro carpe diem, con una visión positiva de las cosas, utilizando un lenguaje positivo, esto nos hace ser más capaces de conseguir nuestras metas porque nos ayuda como si estuviésemos corriendo una carrera y tuviésemos un público que nos estuviese aplaudiendo.

Si, por el contrario, nos metemos en pensamientos negativos, lo que ocurre es que entonces cualquier tipo de objetivo va a ser imposible. Por eso el discurso interno es uno de las principales claves a la hora de poder motivarnos. Para que nuestra voz interior no nos boicotee, sino que haga todo lo contrario, que nos impulse, que nos dé impulso positivo para poder gestionar todo lo que ocurre en el camino desde que uno se propone una meta hasta que la consigue.

 

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Reforzar los progresos que obtengamos

Otra estrategia psicológica es la de reforzarnos nuestros progresos; un poco como hacemos con los niños. Por cada logro que consigamos, reforzarnos con algo que haga que asociemos ese esfuerzo con la recompensa positiva. No olvidemos que el aprendizaje es ensayo y error, hasta que llega un ensayo y un éxito; entonces el hecho de que sepamos cómo aprendemos hace que podamos ser objetivos y realistas, puesto que para que salga un éxito antes tienen que haber habido muchos errores. Esta es la teoría del aprendizaje.

 

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Diferencias entre aceptarnos e hiperprotegernos

Hablando de concepto de fallo, otra estrategia es diferenciar entre aceptarnos e hiperprotegernos. Podemos fallar, porque el humano es un ser imperfecto y cuando fallamos tenemos que aprender del fallo, pero no nos podemos quedar en el victimismo y darnos pena a nosotros mismos, ya que así auto boicoteamos nuestros esfuerzos. Si fallamos mucho en algo es porque no estamos haciendo bien alguna cosa, entonces tenemos la responsabilidad de trabajar sobre aquello que debemos de cambiar.

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Pesimismo defensivo

"Otra técnica es la del pesimismo defensivo. Hemos de tener nuestra mente preparada para los momentos en los que vamos a estar deprimidos, cansados. Tenemos que ver que eso es tener la mente educada para que sepamos que es un momento puntual, no un estado, que ello no significa que si un día no lo hemos conseguido, vaya a haber fracaso de por siempre. Yo a esto lo llamo pesimismo defensivo", nos cuenta.

 

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La importancia de la pasión

Y, por último, yo siempre digo que los objetivos y propósitos se consiguen cuando éstos tienen que ver con nuestras verdaderas pasiones, con una motivación intrínseca que es aquella que nos hace que simplemente por hacer algo ya sintamos muchísimo refuerzo y muchísimo placer. Es una motivación que viene muy de dentro, que tiene que ver con los verdaderos valores en línea con el para qué y el porqué quiero conseguir este propósito. Han de ser siempre propósitos muy transparentes, muy acordes con nosotros mismos, muy ad hoc con nuestra verdadera esencia como seres humanos.

 

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