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Tus hábitos influyen, y mucho, en la aparición de arrugas en tu piel. Y no, no hablamos tan solo de tus hábitos de cuidado, de tu rutina facial con cremas, sérums o mascarillas. También hay gestos y  posturas que favorecen la aparición de las nunca bienvenidas arrugas. "Creo que no se debe gritar ni gesticular en exceso porque desgraciadamente eso hace que los gestos repetitivos se vayan marcando en el rostro. Desde luego no debemos fruncir el entrecejo. Es importante mirarnos en el espejo, hablar y ver cómo cambia nuestro rostro cuando hablamos", nos contaba Mónica Ceño, de The Lab Room.

 

Y la doctora Gema Pérez Sevilla no ha dudado en recopilar esas posturas y gestos, pues si tomamos nota, podemos evitar que se marquen esas líneas y huellas que tanto nos molestan a nivel estético.

 

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1. Problemas de visión

En un primer apartado, la doctora hace mención a problemas de la vista que, sin duda, pueden contribuir a la aparición de arrugas, pues hacen que forcemos gestos de manera, en ocasiones inconsciente. Un ejemplo: padecer fotosensibilidad por tener los ojos muy claros, o por alguna enfermedad y haber sido operado de miopía u otra patología de la visión, ser miope o tener mala visión de cerca son los factores que llevan a muchas personas a fruncir constantemente el ceño. “Este gesto repetido en el tiempo puede provocar arrugas prematuras en el entrecejo. Para prevenirlas, es importante, por una parte, llevar siempre gafas de sol cuando estamos en el exterior, y, por otra parte, corregir cualquier tipo de problemas de la visión acudiendo al especialista. Para mejorar las arrugas del entrecejo el tratamiento más indicado es la infiltración de toxina botulínica, que permite relajar el músculo”, considera la doctora.

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2. Cuando estás muy concentrado

Sí, estar demasiado concentrado también puede incrementar tus arrugas, por los gestos que realizas. “Cuando estamos concentrados realizando una tarea (ya sea estudiar, trabajar…) son habituales dos gestos: fruncir la boca, que puede favorecer la formación temprana del código de barras y fruncir los músculos cigomáticos y laterales del rostro, como una media sonrisa lateral, que favorece la formación temprana de las arrugas del surco nasogeniano. Ser conscientes de qué gesto hacemos y concentrarnos para no hacerlo es una forma de prevenir esas arrugas”, comenta la doctora. Y nos da un truco sencillo para aplicar en ambos casos: poner un pequeño trozo de algodón húmedo o un chicle entre el labio superior y la encía o en el lado de la boca que solemos fruncir. ¿Qué conseguimos? De esta manera seremos conscientes de que estamos realizando el movimiento y podremos evitarlo, aunque, eso sí, necesitaremos entrenar para conseguirlo.

 

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3. Por tensión emocional y estrés

Apretar los dientes es una constante cuando tenemos un pico de estrés. No te das cuenta y, de repente, estás con la mandíbula apretada. Esto no es solo un problema importante para tu dentadura, sino que también afecta a nivel facial, pues puede hacer que la cara adquiera una forma más cuadrada, al tener más volumen en la zona cercana al ángulo mandibular. Pero es que, además, por otra parte, también contraemos los músculos del mentón, lo que puede provocar arrugas en esta zona. “Para prevenir estos gestos conviene que el odontólogo valore la necesidad de llevar una férula de descarga, que ayudará a relajar los músculos maseteros. También es posible recurrir a la toxina botulínica para relajarlos”, sugiere la experta.

 

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4. Posturas al mirar el móvil

Además de los gestos, hay que tener muy en cuenta las posturas, algunas de ellas recurrentes, que repetimos con frecuencia, y que dan lugar a la formación prematura de arrugas. Y la doctora Pérez Sevilla menciona dos claros ejemplos:

-Por una parte, la postura que adoptamos por el uso de los dispositivos electrónicos. Pasamos demasiado tiempo mirando al móvil, lo que nos lleva a forzar el cuello provocando que se acentúen las arrugas horizontales (que se conocen como collarete de Venus). “Hay que intentar ver los dispositivos en visión frontal sin plegar el cuello. Para corregir estas arrugas, si ya se han producido, lo más aconsejable es recurrir a las infiltraciones con ácido hialurónico”, comenta. Hay quienes ya llaman a esta posición cuello tecnológico o tech neck, y lo cierto es que es complicado de eliminar, pero puedes hacer un esfuerzo para mejorar tu postura mientras estás con el teléfono o
disminuir el tiempo de pantallas.

 

-¿Miras el móvil en la cama? Pues ahí tenemos otra postura que favorecen el envejecimiento del cuello. Lo ideal si lo hacemos es estar sentados o colocar muchos almohadones de tal manera que nuestra postura sea más vertical y no se doble el cuello hacia abajo.

 

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5. Postura al dormir

Por último, nos encontramos con la propia postura que adoptamos a la hora de dormir. “Dormir de lado favorece la formación de arrugas verticales en la frente, en el entrecejo, en el surco nasogeniano, a veces en las mejillas e incluso en el escote. Lo ideal es dormir boca arriba (evitar siempre dormir boca abajo, que es la posición más lesiva) y usar una almohada que sea más ancha en los laterales para que podamos encajar la cabeza, o una almohada con oquedades, de forma que justo el rostro quede en el hueco. También es importante que la tela de la almohada no se arrugue mucho, porque esto hace que se marquen en el rostro, pudiendo favorecer la propia formación de arrugas”, cuenta la doctora Pérez Sevilla. 

 

Coincide la  Dra. Mar Lázaro, experta en medicina estética, para quien “las arrugas del sueño que salen en el rostro, cuello y escote son verticales y progresivamente se hacen más profundas. Aparecen sobre todo en el lado del que se duerme, a lo largo de la cara y en el escote sobre todo. También por dormir boca abajo. Pueden irrumpir a cualquier edad, pero básicamente a partir de aquella en la que el colágeno y la elastina disminuyen, en torno a los 40. Son más evidentes al levantarse, y en función de la calidad y elasticidad cutánea, van suavizándose más o menos durante el día”.

Diferencia con las arrugas “tradicionales”

“Las del envejecimiento no son necesariamente verticales, dependen de la zona y la expresividad (al sonreír, fruncir el ceño o los labios, arrugar la frente, etc.). Tampoco aparecen en las mismas zonas. Mientras que las de expresión surgen en la zona donde se gesticula, las del sueño lo hacen en cualquier área de la cara y en el escote en forma de abanico por la unión de ambos senos y la presión contra la cama”, concluye la doctora Lázaro.

 

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