Seguro que a tu alrededor hay alguna persona especialmente perfeccionista. Detallista, minuciosa, siempre impecable. Esos son solo algunos de los rasgos que define este tipo de personalidad, pero hemos preguntado a una experta por algún detalle más sobre ellas. Nos los resume la doctora Esther Rodríguez Díaz, de mundopsicologos.com.
-Con frecuencia tienen una elevada valoración del orden, la limpieza y la puntualidad.
-Tienden a ser rígidos en sus convicciones, con un sentido de la justicia muy marcado.
-Tienen dificultades para expresar sus propios sentimientos.
-Pueden llegar a ser radicales en sus posturas e hiperresponsables.
-Suelen necesitar tener todo bajo control, tendiendo a prever y planificar en exceso, cosa que les genera dificultad para improvisar o ser espontáneos.
-Suelen ser exigentes consigo mismos y con los demás, utilizando el auto-reproche y resaltando más lo negativo que lo positivo.
"En general son aquellas personas cuyos objetivos son más elevados de lo que ellos pueden lograr o de lo que es razonable esperar, es decir, se esfuerzan compulsivamente por el logro de metas imposibles y valoran sus propios méritos exclusivamente en términos de productividad o éxito. Las dificultades vienen cuando estos rasgos se llevan al extremo y las personas sufren por situaciones de su entorno o circunstancias que se escapan a su control. Es en este momento cuando se convierte en perfeccionismo patológico, cuando el malestar y sufrimiento que le genera a la persona le impide sentirse satisfecho/a con su vida o con los demás", nos cuenta la experta, que matiza que también pueden tener una insatisfacción generalizada con la vida, así como una inquietud o malestar constante porque las cosas no salen como piensan que debería de ser según sus esquemas mentales o sus normas morales (las suyas propias, las que han creado en base a sus ideas, convicciones, etc., de cómo debería de hacerse las cosas, pero que en su mayoría, difieren del resto de las personas).
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