Visualiza una primera cita, café en mano, y dos personas repasando aficiones, trabajo y series favoritas como si llenaran un formulario. Todo correcto y educado, quizás demasiado formal. Según estudios recientes, cada vez más personas prefieren saltarse el small talk, y abordar directamente temas como planes de vida o cómo gestionan las finanzas. Pero, ¿y si el secreto no fuera preguntar más, sino preguntar mejor?
Saber si la otra persona quiere tener hijos, dónde pretende vivir, y cómo es su familia claro que resulta fundamental a la hora de ver si es o no la persona correcta para tener una relación sentimental. Sin embargo, Ana Lombardía, psicóloga, nos invita a mirar estas citas desde otro lado, con menos checklist y más curiosidad real.
Conocer a posibles parejas, un reto del siglo XXI
Hoy conocer a alguien puede sentirse como avanzar en un campo minado emocional. De hecho, Ana Lombardía señala que "vamos con mucho miedo a conocer a alguien porque no queremos sufrir o que nos hagan daño, y tratamos de conseguir garantías evitando las famosas red flags. Salimos corriendo en cuanto vemos algo que no nos cuadra. Es decir, tenemos en la cabeza una idea demasiado rígida de lo que queremos ¡y eso no existe!”.
Sus palabras apuntan a una realidad frecuente: buscamos seguridad inmediata, pero el amor necesita tiempo. Por eso, la experta insiste en que "no existe una lista de características o de señales que nos ofrezcan esas garantías, o que nos eviten sufrir". A su juicio, "debemos profundizar, conocer a esa persona e invertir en la relación".
Cuando las 'red flags' te impiden ver más allá
En un mundo acelerado, la tolerancia al malestar es mínima. Ana Lombardía lo resume así: "vivimos en la era de la inmediatez y de la rapidez, y evitamos el malestar y el sufrimiento a toda costa. Incluso esos pequeños malestares del día a día, como el aburrimiento o la frustración, nos sobrepasan; nos anestesiamos con el teléfono, buscando ese chute dopamina que nos da esa notificación o ese vídeo".
Los matches, los filtros, las primeras impresiones… muchas veces creemos que basta. Sin embargo, la psicóloga recuerda que "para conocer a alguien no es suficiente con que ambos hayáis deslizado a la derecha en la aplicación. Eso es sólo el inicio, una muestra de un posible interés mutuo. Luego hay que profundizar, conocer, entregar y dar, mostrarnos vulnerables, y asumir riesgos".
La vulnerabilidad como puente. El riesgo como parte del proceso. No todo puede estar controlado. Ana Lombardía lo matiza: "eso no implica que no podamos cuidarnos y protegernos, pero conocer a alguien implica riesgos, y debemos aceptarlos".
Cómo averiguar vuestra si hay compatibilidad real
Más allá de hobbies y anécdotas, conviene explorar compatibilidades reales. "Las preguntas 'triviales' y las conversaciones informales son también muy necesarias. Ahí vemos si hay feeling, si nos llevamos bien, si nos reímos, si existe esa atracción y esa química", explica la experta de We-Vibe.
El punto no es dejar de hacerlas, sino no quedarnos solo ahí. Como cuenta Ana Lombardía, "quizás no se trata tanto de una lista predeterminada de preguntas, o de tratar de analizar todos los temas que son susceptibles de generar un conflicto, para resolverlos antes de empezar o no empezar la relación, sino de ir más allá".
Ese "más allá" tiene que ver con valores compartidos y visión de futuro. Así lo opina ella: "Se trata de ver si la otra persona tiene unos valores similares a los míos, si podríamos construir un proyecto de vida juntos, si es una persona generosa, con la que me puedo comunicar, si tiene capacidad de autocrítica y ganas de aprender".
Las compatibilidades verdaderas no suelen revelarse bajo la luz tenue de un restaurante ni quedan resumidas en perfiles que enumeran intereses compartidos. Se despliegan, más bien, en lo cotidiano: en cómo se organiza una maleta, en la hora que se considera razonable para llegar a una cena con amigos, o en cómo son las reuniones familiares. Ahí, en lo aparentemente irrelevante, se dibuja la coreografía de una pareja.
Preguntas que te permiten conocerle mejor
Porque no es lo mismo quien planifica con días de antelación que quien improvisa hasta el último minuto; quien compra con eficacia quirúrgica que quien disfruta deambular por los pasillos como si estuviera en un museo. Son diferencias menores, sí, pero repetidas una y otra vez a lo largo de años crean fricción, desgaste y la sensación de que el otro vive en un universo paralelo.
Por eso, hacer hincapié o tratar de averiguar cuestiones de este estilo puede ayudar notoriamente a saber si estás ante la persona correcta para ti. No es determinante (ambos os tendréis que moldear después uniendo rutinas), pero sí que si ya sabes que hay algún aspecto que te importe en exceso, puedes tratar de averiguarlo.
Puedes preguntarle sobre el valor qué le da a la puntualidad, la importancia que le da a las tradiciones en pareja (cena de cumpleaños, o el aniversario), cómo reacciona cuando no sale un plan como esperaba, o cuestiones como sus manías o qué suele incluir en la lista de la compra.
Estas pequeñas decisiones, sumadas, definen el clima emocional de la convivencia. Y muchas veces valen más que el ingenio, la simpatía o la foto perfecta del primer encuentro.
Toda relación requiere esfuerzo y adaptabilidad
Hay que tener en cuenta que ninguna relación está libre de tensiones, sino que la clave está en aceptar al otro con todo y sus rarezas. Con una base sólida, los desacuerdos se transitan mejor. "Desde ahí, el resto de cuestiones se pueden ir manejando y construyendo entre los dos. No podemos preverlo todo, ni anticiparnos a todo, pero sí tener una buena base de partida sobre la que ir conociéndonos", comenta la experta.
Enfocarnos solamente en las red flags, aunque sea algo que pueda protegernos, también nos limita. Ana Lombardía avisa de que "además, construye en nuestra cabeza un prototipo de persona demasiado concreto, y corremos el riesgo de que, en cuanto algo no encaje, lo descartemos, aunque sea alguien maravilloso y con quien podríamos tener una gran relación".











