¿Es mejor ducharse por la mañana o por la noche? Seguramente hasta hoy pensases que la decisión solo era cuestión de gustos. Pues permítenos decirte que te equivocabas. Al menos, eso es lo que dice el doctor Aurelio Rojas, el cardiólogo malagueño con formación en cardiopatía estructural en Nueva York que compagina su labor asistencial con la docencia y tiene más de 800 mil seguidores en redes sociales por la importante labor de divulgación que hace. Así que ya no es solo que los que se duchan por la noche y los que se duchan por la mañana tengan rasgos distintos de personalidad sino que los segundos se están perdiendo un importante truco de longevidad.
Según el experto "la ducha nocturna se convierte en mucho más que un momento de higiene: es un sencillo hábito que contribuye a dormir mejor y, en consecuencia, a vivir más y mejor". Una revisión de 17 estudios publicada en Sleep Medicine Reviews en 2019 mostró que ducharse o bañarse con agua caliente entre una y dos horas antes de dormir reduce el tiempo necesario para conciliar el sueño en un sorprendente 36%. Esto es mucho más que hacer ejercicio o comer bien. Además, mejora la eficiencia del descanso: duermes más tiempo, el sueño es de mayor calidad y hay menos despertares. Por último, potencia la fase de sueño profundo, clave para la memoria y la regeneración celular.
Dormir bien, tal y como el doctor recuerda, es esencial. Los estudios publicados hasta hoy relacionan un mejor descanso con una mayor inmunidad, un mejor rendimiento cerebral, un envejecimiento más lento de nuestras células y un menor riesgo de enfermedades crónicas, incluidas las cardiovasculares. Por eso, una ducha templada una o dos horas antes de irte a la cama te va a venir mucho mejor de lo que crees.
La explicación científica que los incrédulos necesitan
El metaanálisis que mencionábamos analizó 17 estudios y confirmó que las duchas calientes (40–42,5 °C) antes de dormir mejoran la latencia del sueño, la eficiencia y la duración total del sueño. Esto se debe al efecto de la temperatura en hormonas como la melatonina y el cortisol, ayudando a regular correctamente nuestro ritmo circadiano.
El motivo es sencillo: tras una ducha caliente, los vasos sanguíneos de la piel se dilatan, el cuerpo libera calor y la temperatura central desciende. Esta bajada natural es la señal biológica que activa la liberación de melatonina, la hormona que regula el ritmo circadiano y ayuda a iniciar el descanso, contrarrestando el cortisol, la hormona del estrés.
Cambia de bando
Entre los beneficios demostrados se encuentran que disminuye el tiempo para conciliar el sueño, aumenta el sueño profundo y reparador, mejora la memoria, el sistema inmune y el estado de ánimo, y favorece la longevidad, ya que dormir bien reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y deterioro cognitivo. En resumen, la ducha nocturna no es solo higiene: es uno de los mejores trucos científicos de longevidad.
Así que, si eres del team de las mañanas, tienes más que suficientes motivos para replantearte tu rutina y pasarte al bando de las noches: una ducha templada antes de dormir no solo te ayudará a conciliar el sueño más rápido, sino que potenciará tu descanso profundo, cuidará tu cerebro, tu sistema inmunológico y, en definitiva, contribuirá a una vida más larga y saludable. No es solo higiene: es un hábito de bienestar con respaldo científico.