Con la llegada del verano y el anhelado descanso, muchas personas se sorprenden al sentir un cansancio que no desaparece, ni siquiera después de dormir bien o tomarse unos días libres. Lejos de ser solo una consecuencia del ritmo frenético del año, este agotamiento persistente podría estar relacionado con un factor silencioso pero común: la deficiencia de vitamina D. En España, se estima que afecta al 40 % de los menores de 65 años y a más del 80 % de los mayores, una realidad preocupante que impacta en la calidad de vida, el bienestar emocional y la productividad. Desde niños hasta adultos mayores, nadie queda al margen de sus efectos si no se toman medidas de prevención, diagnóstico y tratamiento adecuados.
Funciones principales de la vitamina D
La vitamina D es un nutriente fundamental para nuestro organismo reconocido por su papel crucial en la salud musculoesquelética. Así nos lo explica la Dra. Begoña Ortiz Santodomingo, directora del Área Científica de Farmasierra, que apunta que la vitamina D facilita la absorción en el intestino del calcio y del fosforo procedentes de los alimentos, y favorece que estos minerales se depositen adecuadamente en los huesos. De ahí su importancia para mantener los huesos fuertes y resistentes a las fracturas.
Además, los niveles adecuados de vitamina D contribuyen a mantener la fuerza y la coordinación muscular, lo que es vital para prevenir caídas, sobre todo en personas mayores, y para mantener una buena movilidad general.
“Sin embargo, la actividad de la vitamina D se extiende mucho más allá del sistema musculo esquelético. Es un modulador y fortalecedor del sistema inmunológico, desempeñando un rol vital en la capacidad del cuerpo para combatir infecciones y regular la respuesta inmune”, nos dice.
Es tal la importancia de la vitamina D en el cuerpo humano que la doctora nos explica que continúan las investigaciones sobre sus funciones. “En este sentido, los estudios más recientes señalan una relación entre niveles de vitamina D y la prevención y evolución de enfermedades como la diabetes, algunos tipos de cáncer o patologías cardiovasculares”, detalla.
La actividad de la vitamina D se extiende mucho más allá del sistema musculo esquelético. Es un modulador y fortalecedor del sistema inmunológico
¿Qué síntomas pueden indicar un déficit de vitamina D?
La deficiencia de vitamina D puede ser "silenciosa" en sus etapas iniciales, pero a medida que los niveles bajan, pueden aparecer diversos síntomas y problemas de salud. La gravedad de los síntomas suele ser proporcional al grado de la deficiencia.
“La carencia grave de vitamina D se asocia con problemas musculoesqueléticos: raquitismo en niños, osteomalacia (reblandecimiento de los huesos) y osteoporosis (huesos porosos y frágiles) en adultos, y debilidad muscular que incrementa el riesgo de caídas y, consecuentemente, de fracturas óseas”, comenta la doctora, que apunta que la recomendación de mantener niveles adecuados de vitamina D es también importante para el buen funcionamiento de nuestro sistema inmune y para la prevención de numerosas enfermedades crónicas que afectan nuestra calidad de vida.
Qué factores dificultan su absorción
Hay factores que pueden dificultar la absorción de vitamina D en el cuerpo. “Las personas con enfermedades digestivas que afectan a la absorción de grasas pueden tener dificultades para absorber la vitamina D. hablamos de personas con enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, fibrosis quística, síndrome del intestino corto, insuficiencia pancreática o pacientes sometidos a cirugía bariátrica”, detalla la doctora.
Pero los niveles bajos de vitamina D no se producen solo por problemas de absorción. La principal fuente de vitamina D es de la exposición al sol: nuestra piel sintetiza vitamina D por acción de los rayos solares en cantidad suficiente como para cubrir el 90% de nuestras necesidades. La especialista apunta que se ha identificado que es la falta de exposición al sol, o la exposición con protección (ropa, cremas solares…etc.) la causa principal de la deficiencia de vitamina D en la población sana.
“No solo los problemas de absorción o la falta de exposición al sol son causa de déficit de vitamina D. Los pacientes con otras enfermedades que afectan al metabolismo de la vitamina D en el cuerpo (por ejemplo, renales, hepáticas o personas con obesidad) o en tratamiento con ciertos medicamentos (fenitoína, fenobarbital, glucocorticoides, colestiramina, orlistat entre otros) también pueden estar en riesgo de tener déficit de vitamina D”, cuenta.
La vitamina D y la sensación de fatiga
La carencia de vitamina D también puede afectar a aquellas personas diagnosticadas con el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), una enfermedad para la cual no se ha identificado una única causa, si no que son varios los factores que pueden contribuir a que alguien lo desarrolle.
“Es probable que para quienes padecen fatiga crónica, tener niveles bajos de vitamina D sea un factor que no solo contribuye a su agotamiento, sino que incluso lo empeora”, comenta la especialista, que añade, eso sí, que en este sentido, los resultados de los estudios clínicos mas recientes no son concluyentes, y son necesarios estudios adicionales que realmente definan la influencia que el déficit de vitamina D pudiera tener sobre esta enfermedad.
“Si bien es cierto que el déficit de vitamina D podría manifestarse como debilidad o fragilidad muscular y fatiga, la fatiga puede estar motivada por muchas causas diferentes, y no todos los casos están relacionados con la vitamina D. En caso de fatiga, el médico es fundamental para un diagnóstico preciso y un tratamiento efectivo”, matiza la doctora.
En los meses de verano, además, la sensación de fatiga puede incrementarse y obedecer a diferentes causas: el cansancio y estrés invernal acumulado, la alteración del ritmo circadiano por la luz, el aumento de nuestra actividad y las dificultades para dormir por el calor. “Estas situaciones obligan a nuestro organismo a realizar un esfuerzo extra de adaptación. Y se traduce en sensación de agotamiento y baja energía”, comenta.
La relación entre deficiencia de vitamina D y trastornos de sueño está actualmente en estudio
Falta de vitamina D y descanso de mala calidad
No podemos perder de vista, además, que la mala calidad del sueño está asociada a la sensación de fatiga, y es un problema de salud pública con un alto coste personal y social gente. Se calcula que casi el 60% de los jóvenes adultos no duermen lo suficiente ni bien, y solo un 36% de ellos dicen dormir sin problemas.
“La relación entre deficiencia de vitamina D y trastornos de sueño está actualmente en estudio. Los resultados preliminares parecen indicar que la vitamina D podría participar en la regulación del sueño, pero no se conocen los mecanismos exactos por los cuales la vitamina D produce este efecto”, nos cuenta la doctora.
Lo que sí que parece confirmarse es que, tal y como nos cuenta la doctora “las observaciones clínicas confirman la relación entre la deficiencia de vitamina D y la fatiga y debilidad”. De hecho, una vez que se restablecen los niveles séricos de vitamina D en personas que padecen estos trastornos, todas experimentan mejoras significativas en su calidad de vida en cuestión de meses.
Diagnóstico de un déficit de vitamina D
El diagnóstico de la deficiencia de vitamina D se hace mediante el correspondiente análisis de sangre, prescrito por el médico. Una vez confirmado el déficit de vitamina D es el médico el que en base a otros síntomas o signos clínicos diagnosticará la posible relación de la fatiga con la deficiencia de vitamina D3. Una vez confirmada la insuficiencia o deficiencia, el tratamiento con medicamentos conteniendo colecalciferol (vitamina D3) es el método adecuado para recuperar los niveles óptimos.